Ambientalistas y científicos temen que la reserva natural creada en la Zona Desmilitarizada que separa a Corea del Norte de Corea del Sur se vea afectada si se decide la reunificación de la península.
La franja de 250 kilómetros de largo y cuatro de ancho, deshabitada en los últimos 45 años, se ha transformado en un santuario para especies animales y vegetales en peligro de extinción.
Ke Chung Kim, del Centro para la Investigación de la Biodiversidad de la Universidad Estatal de Pennsylvania, Estados Unidos, reclamó en la última edición de la revista Journal of Science que la industria se mantenga alejada de la zona y se instale allí un Sistema Coreano de Biorreservas para la Paz.
"La zona de desmilitarización es de hecho una reserva natural que contiene los últimos vestigios del patrimonio natural coreano", señaló Kim a IPS.
"El Sistema de Biorreservas ofrecería una estrategia para preservar la rica biodiversidad de la zona mientras fomentaría la confianza, la comprensión y el respeto entre las dos Coreas", añadió.
Considerado uno de los espacios verdes más vírgenes que quedan en Asia, la zona, con sus minas terrestres y alambres de púas, también es una de las fronteras más peligrosas del mundo.
Mientras los ejércitos rivales se intimidan a lo largo de la división que existe entre los dos países, grullas, cisnes y gansos, demasiado ligeros para activar las minas, buscan alimento en los ríos intactos.
Ambientalistas y científicos temen que si las dos Coreas se unen, el desarrollo económico y la contaminación que afectan a gran parte del resto de la península perjudicarán a la fauna y la flora existente en la zona de desmilitarización.
Gran parte de los ecosistemas naturales, entre ellos la zona costera y los pantanos de sal de Corea, otrora conocida como el "reino hermitaño" y "la tierra de ríos y montañas bordados", se convirtieron en centros industriales y urbanos.
El desarrollo de Corea del Sur generó grave contaminación en corrientes de agua y tierras de cultivo por pesticidas, fertilizantes químicos y desechos industriales y urbanos, explicó Kim.
En Corea del Norte, la deforestación causó la erosión de la tierra e inundaciones, junto con la degradación ambiental de las operaciones militares, que provocó una gran pérdida de biodiversidad, sostuvo Kim.
Casi 30 por ciento de los mamíferos y 60 por ciento de los anfibios desaparecieron del país.
Así mismo, existe poco conocimiento sobre la biodiversidad coreana. Por ejemplo, menos de un tercio de las especies de insectos fueron investigadas.
"Quizá no sepamos cuáles están en peligro y cuáles se extinguieron", declaró Kim.
Cada mes, la zona metropolitana de Seúl se acerca más a la línea de demarcación establecida por los negociadores del armisticio que en 1953 puso fin a la guerra de Corea.
La península de Kimpo, cerca de la zona de desmilitarización, que hace cinco años contaba con 5.000 habitantes, hoy tiene una población de 250.000.
Como la zona desmilitarizada representa un corte transversal de la península, Kim la considera una oportunidad natural para proteger las especies en peligro de extinción y a la vez fomentar la confianza entre las dos Coreas.
Investigaciones sobre la vida silvestre revelaron que la zona alberga plantas y animales amenazados en el resto de la península, explicó Kim.
Los ecosistemas de la zona de desmilitarización ofrecen tierras para que pasen el invierno dos de las especies de aves que corren mayor peligro de extinción en el mundo, la grulla de cuello blanco y la grulla de penacho rojo.
La preservación de la vida silvestre en la zona de desmilitarización debe comenzar por establecer reservas de biodiversidad que puedan limitar la participación humana, propuso Kim.
Las mismas podrían administrarse en conjunto por ambos países e incluirían parques internacionales para la conservación natural del patrimonio y el turismo ecológico.
"El objetivo inmediato es alentar a las dos Coreas a ponerse de acuerdo en el desarrollo del Sistema de Biorreservas. A medida que se acerca la posibilidad de un acuerdo de paz entre los dos países, el mismo debe ofrecer un clima político más favorable al Sistema", exhortó el científico.
Desde que se propuso por primera vez el Sistema de Biorreservas en 1994, el esfuerzo se concentró en conseguir la comprensión pública y el apoyo de Corea del Sur. Un grupo de artistas surcoreanos promueven la idea a través de una serie de importantes acontecimientos artísticos y foros académicos.
En mayo, una comisión presidencial para promover la globalización dirigida por el primer ministro de Corea del Sur recomendó "preservar selectivamente la integridad ecológica" de la zona desmilitarizada, pero Kim advirtió que las industrias presionan a las autoridades para que desarrollen el terreno.
Una vez que el concepto sea aceptado, el proceso formal del establecimiento de la reserva biológica podría empezar con una conferencia en la que participen ambos países y organizaciones ambientalistas, sugirió Kim. (FIN/IPS/tra-en/dk/mk/aq-ml/en/97