La consistencia de la nueva Yugoslavia será puesta a prueba en las elecciones presidenciales del 5 de octubre en Montenegro, donde crecen el nacionalismo y la opinión favorable a la independencia.
Bosnia-Herzegovina, Croacia, Eslovenia y Macedonia abandonaron la vieja Yugoslavia, pero la pequeña Montenegro, de 13.900 kilómetros cuadrados y 650.000 habitantes, permaneció asociada a la hegemónica Serbia. Las elecciones del mes próximo demostrarán si los montenegrinos están dispuestos a mantener esa alianza.
El primer ministro Milo Djukanovic desafía al actual jefe de Estado, Momir Bulatovic, aliado de Slobodan Milosevic, presidente de Yugoslavia y figura dominante en Serbia. La victoria de Djukanovic podría ser el primer paso hacia la independencia de Montenegro.
Djukanovic, que pretende un mayor equilibrio político entre las dos naciones que forman la Federación, es ligero favorito, según las últimas encuestas.
Los sondeos también indican que 34 por ciento de los montenginos son partidarios de la independencia, y sólo 15 por ciento prefieren la federación con Serbia. Pero los indecisos son todavía 48 por ciento.
Los dos candidatos son jóvenes. Bulatovic tiene 41 años y Djukanovic, 36. Ambos proceden de la Liga Comunista Yugoslava, único partido admitido hasta 1990 en Yugoslavia, y participaron en el movimiento de 1989, que condujo al desplazamiento de los viejos dirigentes y concentró el poder en las manos de Milosevic.
Djukanovic fue el organizador de la eficaz red de contrabando que aseguró el flujo de petróleo a Serbia y Montenegro, a través de Albania, cuando el bloqueo que les impuso la Organización de Naciones Unidas impedía otra forma de abastecimiento.
El bloqueo económico se debió a la injerencia de Serbia en la guerra de Bosnia-Herzegovina, y aún no ha desaparecido por completo.
Esa actuación sirvió a Djukanovic para crearse importantes relaciones con los empresarios montenegrinos y con las fuerzas de seguridad, clientes y colegas en el mercado negro, respectivamente.
El primer ministro tiene una considerable fortuna personal y es popular entre los jóvenes, y ahora propone reformas democráticas y la apertura del país en todos los órdenes.
La lucha por el control del gobernante Partido Socialista Democrático (PSD) se resolvió a favor de Djukanovic, que expulsó a Bulatovic. Este llevó tras de sí a un tercio de los afiliados al partido, y se presenta a las elecciones como candidato independiente.
El factor Belgrado convierte a Bulatovic en un durísimo oponente. La clave del futuro político de Yugoslavia se halla en la composición política de la asamblea federal, en Belgrado, advirtió el analista independiente Nobojsa Cagorovic.
A Montenegro le corresponden 30 representantes en la Cámara federal de Ciudadanos (diputados), frente a 108 de Serbia. Pero los diputados montenegrinos pueden unirse a la oposición serbia para enfrentar la tentativa de Milosevic de fortalecer el poder de la Presidencia de Yugoslavia.
Los proyectos aprobados en la Cámara de Ciudadanos pasan a la Cámara de las Repúblicas (senado), donde Serbia y Montenegro tienen igual representación: 20 votos cada una.
Cagorovic cree que Djukanovic ganará el apoyo de varios diputados montenegrinos, si vence en las elecciones, y Milosevic tendrá entonces dificultades para reformar la constitución federal.
También observó que Djukanovic ha acordado con la oposición una reforma de la legislación electoral de Montenegro, que se concretaría antes de las elecciones parlamentarias de mayo.
El proyecto consiste en adoptar el sistema de elección de candidatos individuales por distrito, en lugar del régimen de representación proporcional, que ha permitido al PSD falsificar votos.
En segundo lugar, se garantizaría a todos los partidos el acceso a los medios de comunicación, la distribución de los activos que el PSD heredó de la Liga Comunista, y se invitaría a la Organización de Cooperación y Seguridad en Europa (OSCE) a controlar las elecciones.
La organización y los recursos con que cuenta el PSD compensarían parcialmente esa pérdida de ventajas.
Bulatovic tiene por delante la difícil tarea de impedir los cambios que propone su rival y asegurar la fidelidad de Montenegro a la Federación Yugoslava.
Ha cuestionado la legitimidad del triunfo de Djukanovic en el PSD y lanzó una campaña de prensa acusando a su oponente de cometer actos delicitivos cuando organizaba modos de superar el bloqueo internacional.
Bulatovic tiene el apoyo incondicional de Belgrado, de los montenegrinos partidarios de Milosevic y de gran parte de los que sirven en el ejército federal.
Si vence, Djukanovic buscará reemplazar por una confederación la actual federación dominada por Serbia, según cree Cagorovic, aunque tampoco descarta la posibilidad de que Montenegro intente recuperar la independencia que tuvo hasta la primera guerra mundial.
"Djukanovic está alineado en el bando reformista. Después de visitar Estados Unidos, proclamó la necesidad de respetar los acuerdos de Dayton", que pusieron fin a la guerra de Bosnia- Herzeogivina, indicó Veselin Tomovic, director de la emisora Antenna M.
El primer ministro también promueve "la integración de Montenegro en todos los ámbitos de la comunidad internacional y la economía de libre mercado", dijo Tomovic.
Agregó que, impulsado por Djukanovic, Montenegro nunca ha estado más cerca de la democracia plena que ahora. Djukanovic también pretende que el presidente federal sea elegido directamente.
Milosevic, presidente de Serbia en tres periodos consecutivos, no podía aspirar a un cuarto mandato, de modo que buscó la Predidencia de la federación. El título es sólo ceremonial, y Milosevic pretende reformar la constitución para obtener poder real. La victoria de Djukanovic pondría en riesgo su propósito.
Montenegro no recibió recompensa por sus años de lealtad a la federacion comandada por Milosevic, pero sufrió las sanciones internacionales en grado igual que Serbia.
Junto a sus fronteras se impone el caso, como en Bosnia y Albania, o hay viejos enemigos, como los croatas, y tal vez futuros enemigos, como los serbios.
Montenegro, de bellas costas y valles, era un centro turístico internacional antes de las guerras de la antigua Yugoslavia. Pero pocos son los visitantes que recibe ahora.
Un sector de opinión cree que el país podría vivir del turismo, de sus astilleros y de su industria del aluminio. Montenegro tuvo en el siglo XIX el apoyo de subsidios de Rusia, reemplazados luego por la ayuda de Yugoslavia.
Pero en los últimos seis años entregó al prespuesto federal más dinero del que recibió, y ese drenaje de recursos sin compensación ha alentado el nacionalismo montenegrino. (FIN/IPS/tra- en/wjo/rj/ff/ip/97