Tabaré Vázquez, aparentemente único líder capaz de conducir a la izquierda uruguaya al poder, dejó hoy la presidencia de la coalición Frente Amplio reclamando cambios internos, con el antecedente del fracaso de Salvador Allende en Chile y del éxito de Felipe González en España.
Hostigado por los ex guerrilleros tupamaros y otros sectores radicales de la coalición, Vázquez abandonó su puesto después de las elecciones internas que el Frente Amplio realizó el domingo para renovar su máximo órgano de dirección, el plenario nacional.
El Frente Amplio, fundado en 1971 y que también engloba a socialistas, comunistas, democristianos e independientes, conquistó en las elecciones de 1989 el gobierno municipal de Montevideo, apoyado en la candidatura de Vázquez, un médico oncólogo.
Cinco años después, los frentistas retuvieron el control de la capital y quedaron a un paso del gobierno nacional, superados sólo por estrecho margen por los dos partidos tradicionales, el Colorado y el Nacional. Su candidato a la Presidencia fue Vázquez, que había cimentado su popularidad en su gestión como intendente municipal de Montevideo.
La crisis estalló ante la negativa de los tupamaros y otros sectores radicales que los apoyan a votar en el legislativo de Montevideo la privatización de un deficitario hotel que ocasiona cuantiosas pérdidas al erario comunal.
A juicio de Vázquez, esa disidencia, que concitó la atención pública durante varios meses, puso en duda la credibilidad del Frente Amplio como opción de poder.
Todas las encuestas indican que, con Vázquez como líder, la izquierda tiene firmes posibilidades de triunfar en las elecciones nacionales de 1999.
Vázquez anunció su renuncia argumentando que las diferencias surgidas frente al proyecto de privatización del Hotel Carrasco no pueden repetirse si la izquierda logra el gobierno nacional. Reclama respeto "democrático" a la decisión de las mayorías para tener "una fuerza coherente".
Desde ahora, dijo, "me dedicaré a la medicina y actuaré como un militante más".
En su decisión estuvo presente el derrocamiento de Allende, en 1973, de quien se considera admirador, por tener ambos el mismo ideario socialista.
La experiencia de Allende no fue positiva, porque no pudo desarrollar ese ideario. "No pudo porque no había una definición interna clara que hiciera que todos estuvieran alineados en una misma posición. No podemos repetir esa experiencia", dijo Vázquez al semanario Búsqueda.
Su renuncia también parece tener espejo en España. Poco antes de triunfar en las elecciones de 1982, Felipe González renunció como secretario general del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), que parecía entonces dividido entre dos corrientes internas.
González recuperó finalmente el liderazgo de un PSOE depurado de oposición interna y poco después obtuvo una abrumadora victoria electoral. Durante 14 años se mantuvo al frente del gobierno español.
El recuento preliminar e incompleto de votos de las elecciones internas del Frente Amplio otorgó 32 por ciento del total a los socialistas, 19 por ciento a los comunistas y 15 por ciento a los tupamaros y sus aliados, que en los comicios de nacionales de 1994 habían logrado sólo nueve por ciento de los sufragios de la coalición.
Sin embargo es necesario tomar con cautela estos datos, ya que aún resta escrutar 70 por ciento de los votos emitidos.
"La renuncia abre un camino a propuestas" que demostrarán "si existen factores de gobernabilidad". Los problemas "deben resolverse antes de que el Frente Amplio sea gobierno", dijo este martes Hugo Cores, secretario político del renunciante.
Cores consideró que las diferencias deben solucionarse antes de 1998. También es preciso asegurar el acatamiento a las mayorías y elaborar las bases de un programa común de gobierno a cumplir por todos los integrantes de la coalición, agregó.
El dirigente político, que en los años 60 integró la guerrilla urbana, se pronunció por la convocatoría para abril de 1998 de un congreso extraordinario, que avalararía los nuevos acuerdos y confirmaría eventualmente a Vázquez como presidente del Frente Amplio.
Algunos analistas sostienen que la única posibilidad de crecimiento de la izquierda es la captación de electores del centro del espectro político, en el que además de colorados y nacionalistas se encuentra el pequeño Nuevo Espacio, surgido de una escisión del Frente Amplio.
"Hacia la izquierda no hay mas electores para captar y el crecimiento (depende) de la flexibilización de ciertas posturas", argumentó Alfonso Lessa, columnista del diario El Observador.
La mayoría de los frentistas parecen tener similar posición. Por eso, Vázquez reclama definir claramente qué hará la izquierda con la deuda externa si asume el poder, o qué rumbo imprimirá a la política económica.
"¿Qué es lo que vamos a priorizar?, se preguntó, al tiempo que destacaba la necesidad de tener claro cuál será "el relacionamiento institucional" de la izquierda con la Policía y, en particular, con las Fuerzas Armadas.
Muchos dirigentes del Frente Amplio y todos los que encabezan los sectores radicales pasaron por las cárceles del régimen militar impuesto en Uruguay entre 1973 y 1985.
La frustrada privatización del Hotel Carrasco se convirtió en un mojón relevante en el camino que el Frente Amplio inició hace 26 años hacia la obtención del gobierno.
El epuisodio evidenció que, además del respaldo en las urnas, la izquierda necesitará demostrar una fueza coherente y la sumisión de las minorías radicales a la decisión de las mayorías. De lo contrario, una fracttura parece inevitable. (FIN/IPS/rr/ff/ip/97