Los ex guerrilleros Tupamaros desataron hoy una crisis sin precedentes en la izquierda uruguaya y crearon incertidumbre en el futuro de ese sector político, de cara a las elecciones nacionales de 1999.
Tabaré Vázquez, el más firme precandidato del izquierdista Frente Amplio para las elecciones hizo temblar a sus votantes al anunciar su renuncia a la presidencia de esa coalición política, que tiene posibilidades de triunfar en 1999, según las encuestas.
La crisis se gestó a partir de la decisión del gobierno municipal de Montevideo, controlado por el Frente Amplio, de otorgar a un operador privado un antiguo hotel y un casino, para lo cual era imprescindible el voto del edil tupamaro Jorge Zabalza, que lo negó.
El 87 por ciento de los integrantes del Plenario del Frente Amplio, el órgano político de dirección en que están representados todos los sectores de la coalición, había decidido votar la concesión del Hotel Casino Carrasco, y así mandató a los ediles de izquierda.
Zabalza señaló que la voz de su grupo "rechina y despierta reacciones en el poder", pero "eligió ser coherente con sus principios", contrarios a las privatizaciones.
Sus palabras arrancaron una ovación de itegrantes del sindicato de empleados municipales y su voto en contra determinó este viernes la derrota de la propuesta de las autoridades municipales.
Zabalza fue uno de los principales dirigenes de la guerrilla urbana que operó en Uruguay desde mediados de los años 60 hasta su derrota a manos de las Fuerzas Armadas, en los 70.
Junto con otros guerrilleros, el actual edil fue utilizado de rehén de la dictadura militar (1973-1985) y permaneció recluido varios años bajo severas condiciones.
Desde la recuperación de la democracia, los tupamaros actúan dentro del Frente Amplio, conformado también por socialistas, comunistas, democristianos, ex guerrilleros e independientes de izquierda, y desarrollan su actividad militante en los barrios marginales y en los sindicatos.
El Hotel Casino Carrasco, cuya concesión a la empresa austríaca Veltica estaba en debate, provocó al erario de Montevideo la pérdida de seis millones de dólares entre 1990 y 1996.
El Frente Amplio alcanzó el poder en la capital en las elecciones de 1989 y lo retuvo en 1994 con fuerte apoyo en las urnas. Casi 45 por ciento de los 3,1 millones de habitantes de Uruguay viven en Montevideo.
Varias encuestas coinciden en que la izquierda crece en todo el país y que tiene firmes posibilidades de alcanzar el gobierno nacional en las elecciones de 1999.
"La mañana siguiente se hizo noche", tituló este viernes el semanario independiente de izquierda Brecha, para destacar la delicada situación política en que la desobediencia de Zabalza colocó a la coalición.
El director de Brecha, Guillermo Waksman, respaldó la renuncia de Vázquez, arguyendo que "no se pude conducir de modo responsable una fuerza política coherente, que se propone asumir el gobierno de un país y quiere parepararse para hacerlo, permitiendo (…) un precedente de esta naturaleza".
"¿Cómo reclamar la confianza de la ciudadanía si queda demostrado que, una vez adoptada una decisión de gobierno, a la cual precedieron largos debates, uno u otro sector del Frente Amplio puede decidir a ultimo momento no acatarla?", dijo Waksman.
Vázquez había reclamado el voto de Zabalza porque "está en juego la credibilidad" del Frente Amplio. Era necesario "demostrar que tenemos capacidad de gobernar", y "esta vez, no se le puede echar la culpa a la derecha".
El senador Helios Sarthou, electo por el grupo al que pertenece Zabalza, respondió a esos argumentos. Cuando se habla de credibilidad "también es importante que la gente observe que existe coherencia en las posiciones de fondo y no sólo en el funcionamiento orgánico", dijo Sarthou.
"Somos un frente, y no un partido político, y por esa razón reclamamos un referéndum para decidir sobre la privatización" del hotel, agregó.
Según el comentarista político Juan Carlos Doyenart, de la empresa Interconsult, los hechos ponen "en duda" las posibilidades del Frente Amplio de gobernar junto con sectores radicales como el que representan Sarthou y Zabalza.
Esos sectores "no le agregan nada desde el punto de vista electoral" al Frente Amplio, que sin ellos lograría "mayor comodidad en caso de acceder al gobierno", observó Doyenart.
Varios parlamentarios y dirigentes políticos de izquierda consideran que los tupamaros y otros grupos menores que respaldan a los ex guerrilleros deben ser expulsados del Frente Amplio.
El diputado frentista Enrique Rubio advirtió que, si bien "no hay marco legal que establezca un procedimiento cuando se rompe con el vínculo político y alguien se descata", el disidente "se coloca unilateralmente del lado de afuera".
Sin embargo, otros sostienen que la sangre no llegará al río. El analista Agustín Canzani, de la empresa de opinión pública Equipos Consultores, sostuvo que la tensión crecerá en el Frente Amplio "hasta cierto punto", pero "el hilo no se va a romper, porque no le conviene" a ninguna de las partes.
Los cierto es que, cuando el Frente Amplio parecía tocar el poder con la punta de los dedos, la actitud de Zabalza y la decisión de Váquez han enfriado su entusiasmo.
"Me voy a dedicar a mi profesión de médico y a mi familia", anunció el líder de la izquierda. (FIN/IPS/rr/ff/ip/97