Las embarazadas portadoras de VIH en países pobres no acceden a las nuevas terapias contra el sida que les permitirían evitar la transmisión del virus a sus hijos, se informó en una reunión médica en la capital de Estados Unidos.
Los científicos han avanzado mucho en materia de tratamiento del sida (síndrome de inmunodeficiencia humana) en los países desarrollados, pero los nuevos métodos no llegan al resto del mundo, agregaron.
La mayoría de los niños y niñas pequeños que contrajeron el VIH (virus de inmunodeficiencia humana) o el sida recibieron el virus de sus madres en la última etapa del embarazo, en el trabajo del parto o durante el alumbramiento o a través del amamantamiento.
El problema es en especial preocupante en los países en desarrollo, donde la población carece de medios necesarios aun para gozar de cuidado médico básico. El VIH ataca, como muchas enfermedades, a los más pobres. Noventa por ciento de los portadores viven en los países más pobres del Sur.
"En estos países, la transmisión de madre a hijo permanece en un cono de sombra", dijo el médico Jaya Shreedhar, de Tamil Nadu, India.
Shreedhar asistió a una conferencia internacional de cuatro días sobre tratamientos pediátricos del sida y transmisión materno infantil del VIH, patrocinada por la Sociedad de Microbiología de Estados Unidos y la Oficina sobre Sida del Instituto Nacional de Salud (NIH).
Investigadores y funcionarios sanitarios analizaron en la reunión, que concluyó el sábado, los problemas que obstaculizan la prevención de la transmisión del VIH de madres a hijos.
La buena noticia es que las investigaciones revelan avances en el enlentecimiento de la transmisión materno-infantil. La mala, que la mayoría de las mujeres portadoras de VIH en todo el mundo nunca podrán pagar el régimen de drogas combinadas elogiado en el Norte industrializado.
Este régimen fue difundido por primera vez en 1994 a través de la prestigiosa revista científica estadounidense New England Journal of Medicine.
Entonces, la vía materno-infantil del VIH era identificada como la causa principal de la infección en niños y niñas, y las pruebas con la droga AZT, que enlentece la reproducción del virus, reducía la tasa de transmisión.
El mismo año, el Servicio de Salud Pública de Estados Unidos aprobó el uso de una nueva droga, la Zidovudine, a portadoras embarazadas.
Los expertos atribuyen la caída de la transmisión materno- infantil del VIH a una combinación de factores entre los que figura el uso de AZT. El régimen incluye entre 6 y 26 semanas de ingesta de drogas a comenzar en la primera etapa de la gestación.
El medicamento también se administra por vía intravenosa durante el parto, y los recién nacidos la reciben durante seis semanas. Pero el costo promedio de tratamiento es de 1.000 dólares, mucho más de lo disponible en los países en desarrollo.
El régimen "cuesta 80 veces más que el presupuesto anual de salud por persona en la mayoría de los países en desarrollo", dijo Helene Gayle, del Centro Nacional para la Prevención del VIH, Enfermedades de Transmisión Sexual y Tuberculosis de Estados Unidos, con sede en Atlanta.
Por esta razón, los expertos del Sur no están impresionados con las noticias de los investigadores.
"Al parecer, estas drogas funcionan, pero cuestan dinero. El cuidado de la salud es considerado un bien por el que se debe pagar, lo que pone al tratamiento fuera del alcance" de pacientes en el mundo en desarrollo, dijo la pediatra Ruth Nduati, de Kenia.
Más de 3,1 millones de personas albergan desde el año pasado el VIH en sus organismos y casi la mitad son mujeres, según el Programa Conjunto de Naciones Unidas sobre VIH y Sida (ONUSIDA). Hoy, unos 22,6 millones de personas viven con VIH o sida, entre ellas 9,2 millonrd fr mujeres y 830.000 niños y niñas.
"A pesar de las noticias sobre la eficacia del AZT en la reducción de la transmisión perinatal, las autoridades de salud pública en todo el mundo están de acuerdo en que el complejo, intensivo y prolongado régimen de zidovudine no es factible en la mayoría de los países en desarrollo", dijo Gayle.
Al mismo tiempo, menos de 500 bebés nacen cada año con VIH, cuando en todo el mundo nacen cada día 1.000 en esa condición.
Los científicos consideran que las posibilidades de transmisión por amamantamiento crecen en el Sur en desarrollo. "Algunas mujeres en las regiones pobres prolongan la lactancia hasta 24 meses en total", explicó Gayle.
Allí, niños y niñas carecen de alternativas seguras a la leche de sus madres, pues el riesgo de transmisión del VIH por esa vía es menor al de morir por la ingesta de alimentos contaminados. La leche artificial debe ser preparada con agua limpia, y para ambos ingredientes se requiere mucho dinero.
"Como política general, el amamantamiento continúa siendo promovido", dijo Joseph Saba, coordinador del equipo clínico de ONUSIDA sobre prevención de la transmisión materno-infantil que funciona hace tres años y centra su atención en Sudáfrica, Tanzania y Uganda.
Saba y sus colegas aspiran a que, en algún momento, una vacuna represente un modo efectivo y barato de combate contra el VIH. Pero las compañías farmacológicas se resisten a invertir dinero en investigaciones sin garantía de éxito o dará menos beneficio económico que tratamientos que deben seguirse de por vida.
Por ahora, el condón es considerado la mejor prevención contra el VIH, el sida y las enfermedades de transmisión sexual en general. Hasta hace muy poco, los utilizados por hombres eran los únicos disponibles.
Pero el nuevo condón femenino, vendido por el sector público a menos de un dólar por unidad en diez países en desarrollo, da a las mujeres más control en el acto sexual y les ofrece mejores posibilidades de determinar la práctica del sexo seguro con sus compañeros. (FIN/IPS/tra-en/yjc/mk/mj/he/97