La fiebre de Lassa, una dolencia viral aguda que figura entre las enfermedades emergentes en el mundo, se localiza en Guinea, Liberia, Sierra Leona y en regiones de Nigeria.
El brote más reciente de la fiebre de Lassa se registró en Sierra Leona con 823 casos, de los cuales 153 fatales, entre enero de 1996 y abril de 1997.
Esta fiebre hemorrágica es menos mortal que la de Ebola pero "se presenta también con bastante espectacularidad", refirió Philippe Stroot, vocero de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Stroot informó de los resultados negativos de las pruebas de un supuesto caso de fiebre de Lassa que se investigaba en Alemania desde la semana pasada.
El diagnóstico definitivo de la enfermedad requiere pruebas que sólo pueden realizarse en laboratorios muy especializados.
Las muestras de laboratorio pueden presentar riesgos biológicos y exigen una manipulación con cuidados extremos y en condiciones rigurosas de aislamiento y de bioseguridad.
La OMS aceptó que se presentan dificultades para distinguir el síndrome clínico de Lassa de otros males, entre ellos el paludismo grave, la septicemia (infecciones de la sangre), la fiebre amarilla y otras fiebres hemorrágicas, como la de Ebola.
Al igual que la letal fiebre de Ebola, la fiebre de Lassa pertenece al grupo de las denominadas enfermedades emergentes, que se conocen desde hace pocos decenios.
La primera descripción de la enfermedad de Lassa se remonta a la década de 1950, aunque el virus sólo fue aislado en 1969.
Sus consecuencias varían en intensidad y oscilan entre una infección asintomática sin enfermedad y una dolencia de gravedad extrema que en muchos casos, 15 por ciento de los hospitalizados, tiene desenlace fatal.
La enfermedad es aún más severa durante el embarazo, en que ocasiona la pérdida del feto en más de 80 por ciento de los casos.
Las manifestaciones clínicas aparecen de manera gradual, con fiebre, malestar general, dolor de cabeza, irritación de la garganta, tos, náuseas, vómitos, diarrea, mialgia y dolores en el pecho y el abdomen.
Durante la convalecencia puede producir pérdida del pelo y de coordinación. En 25 por ciento de los pacientes ocasiona también sordera.
El virus es transmitido a los humanos por roedores salvajes, las ratas de la variedad "Mastomys natelensis". El contagio se produce por contacto directo o indirecto con excrementos de las ratas.
La OMS advirtió que todos los grupos de edades pueden contraer la enfermedad, que tiene un período de incubación de seis a 21 días.
La organización internacional indicó que los métodos principales de control del mal son: aislamiento de los casos, desinfección, vigilancia de los contactos y lucha contra los roedores.
Sin embargo, admitió la OMS, las ratas "Mastomys" abundan en Africa, donde el virus ha sido identificado en países de la región occidental. Otros casos de virus estrechamente relacionados se ubicaron en Zimbabwe y Mozambique.
Los brotes aparecieron en la República Centroafricana, Liberia, Nigeria y Sierra Leona. A su vez, en la República Democrática del Congo, Guinea, Malí y Senegal se registraron evidencias de infección humana.
La OMS previno que la enfermedad puede tener un largo período de incubación, por lo cual muchos viajeros de las regiones endémicas corren el riesgo de estar incubando el mal.
En casos de fiebres de origen desconocido en personas procedentes de zonas endémicas, debe investigarse la posibilidad de que se trate de la fiebre de Lassa, aconsejó la OMS. (FIN/IPS/pc/dg/he97