El gobernante partido Revolucionario Institucional (PRI) de México renueva su cúpula dirigente con procedimientos que parecen orquestados por la Presidencia y contradicen nuevas formas que se imponen en la política nacional.
Humberto Roque dejó la presidencia del PRI ocho meses después de su nombramiento y tras la peor derrota electoral del partido, que el 6 de julio perdió el control de la Cámara de Diputados, de varias legislaturas estaduales y de importantes gobernaciones.
Roque, a quien la oposición calificaba de intransigente y autoritario y lo encuadraba en el sector más conservador del PRI, fue destinado por el gobierno a un cargo de confianza, al igual que los cuatro dirigentes que en cuatro años lo precedieron en la jefatura del partido.
El cese de Roque, dispuesto sin formalidades democráticas, fue conocido el martes, cuando la Secretaría (Ministerio) de Hacienda informó que el presidente Ernesto Zedillo lo había designado director de una aseguradora estatal.
Una hora después de ese anuncio, Roque, quien hasta 1996 fue líder de la Cámara de Diputados, declaró a la prensa que renunciaba a su cargo en el PRI, después de llevarlo a "importantes triunfos", porque el presidente le solicitó sus servicios en otras funciones.
Dirigentes del sector obrero del PRI se presentaron en la noche en las oficinas de Zedillo y al salir informaron a los periodistas que el nuevo presidente del PRI será el diputado Mariano Palacios, ex gobernador del central estado de Querétaro.
El PRI, que controla el poder desde 1929, "está congelado en la nueva realidad política. Sus formas de actuar siguen siendo antidemocráticas, verticales y ajenas a lo que ocurre en México", opinó el politólogo Jaime González.
En las elecciones de julio, que fueron las más limpias de la historia de México, según una amplia opinión, los partidos de oposición lograron un avance sin precedentes, al arrebatar al PRI el control de la Cámara de Diputados y la gobernación de la capital.
Los opositores exigen la separación definitiva entre el PRI y el gobierno, y lo mismo piden algunos miembros del oficialismo, que públicamente anuncian que no acatarán los dictados de las oficinas de la Presidencia y creen llegado el momento de reformar el partido.
La reforma sería necesaria, de acuerdo con esa opinión, para evitar la derrota en los comicios presidenciales del 2000 de un partido marcado por escándalos de corrupción, por el nepotismo y el asesinato de figuras prominentes, como el candidato presidencial Luis Colosio y el secretario general Francisco Ruiz Massieu.
El propio Zedillo, quien fue nombrado en 1994 candidato del PRI mediante el tradicional "dedazo" (por decisión del mandatario saliente), reconoce que la nueva realidad política sugiere golpes de timón en su partido.
Según José Dávila, consejero político del PRI, la designación del diputado Palacios como nuevo presidente del partido, un hecho que se formalizará este jueves, cuando se reúna la cúpula de la agrupación, es contraria a los procedimientos democráticos imperantes en el país.
Debe "convocarse al priismo para elegir al nuevo dirigente con democracia interna, pues ya no son tiempos para aceptar ninguna imposición", expresó Dávila.
Para Pablo Salazar, también consejero político del partido, el PRI debe "desechar la vieja cultura del sometimiento".
"El PRI necesita un líder, no el jefe de una agencia burocrática, acomodadora de chambas (trabajos) y de posiciones electorales. Necesitamos un líder que entienda e interprete la nueva sociedad", dijo Salazar.
El cambio de presidente en el partido de gobierno se produce cuando la mayoría opositora de en la Cámara de Diputados interpela a varios ministros sobre el contenido del tercer informe de gobierno de Zedillo, presentado la semana pasada.
Como nunca antes, los funcionarios han debatido con los opositores en la Cámara, que exigen al gobierno cambiar el rumbo económico y terminar con todo resabio de autoritarismo.
En el pasado, los ministros sólo explicaban el contenido del informe presidencial a grupos de diputados, en su mayoría del PRI, instalados en comisiones.
"Hoy México vive momentos de cambio, pero el PRI parece no entenderlo", advirtió el politólogo González. (FIN/IPS/dc/ff/ip/97