/REPETICION CORREGIDA/ RELIGION: Hindú convertida sucede a la madre Teresa

La hermana Nirmala, nacida hace 70 años en una familia de India que profesaba el hinduismo y que trabajó en América Latina en los años 70, viste el manto de la madre Teresa de Calcuta al frente de las Hermanas de la Caridad.

"No soy la madre Teresa. Soy la hermana Nirmala. Tengo miedo, pero con la ayuda de Dios, con mis oraciones y con la guía de nuestra madre, estoy segura de que podré cumplir con lo que me fue encomendado. Por favor, recen", dijo a los periodistas cuando asumió su cargo de superiora.

Su conocimiento del mundo y su edad le darán a la orden la estabilidad que requerirá tras la muerte de Teresa, cuya figura se confundía, a estas alturas, con la orden que fundó.

"¿Por qué San Pedro no admite a la madre Teresa en el cielo? Porque él dijo que no hay barrios pobres allí", solía preguntarse y contestarse a sí misma la propia religiosa.

Las enlutadas monjas de la orden de las Misioneras de la Caridad se preguntan, tras la muerte de la madre Teresa el día 5, si ahora hay pobres en el cielo.

La madre Teresa, que recibió el premio Nobel de la Paz en 1979, murió a los 87 años de un ataque cardíaco en Calcuta, la ciudad de India donde vivió durante casi 70 años.

Esta religiosa albanesa nacida en la ciudad de Skopje llegó a Calcuta a los 18 años de edad para enseñar en la escuela del convento Santa María, donde dio clases durante 20 años, hasta que, dijo, recibió la orden divina de servir a los pobres y desfallecientes de la ciudad india.

Teresa guardó su hábito de monja y se puso el sari de algodón blanco con bordes azules que se convirtió en el uniforme de las Misioneras de la Caridad en todo el mundo. Así, se trasladó al barrio de Moti Jheel sin un centavo. Apenas contaba con la bendición del Vaticano.

La monja comenzó a asistir a los enfermos y ancianos del barrio y sus alrededores. Dos años después, en reconocimiento a su trabajo ejemplar, el papado le permitió fundar la Congregación de Misioneras de la Caridad, la de crecimiento más rápido en toda la historia de la Iglesia Católica.

Desde el modesto edificio en la calle Jagdish Bose, hacia donde jefes de Estado y gente de todo el mundo han ido de visita, Teresa comandó a unas 3.500 monjas que dirigen unas 90 escuelas, más de 100 asilos de huérfanos, 119 leprosarios, 145 hospitales y 190 centros de asistencia en India y en el extranjero.

Nirmal Hriday (corazón compasivo), el hogar para desvalidos en Calcuta, es el más conocido en India. La propia madre Teresa atendía allí a los enfermos y los ancianos que las religiosas recogían en las calles.

En este edificio, los enfermos se recuperan o, al menos, mueren con dignidad. Los leprosos son curados, rehabilitados y empleados en Shanti Nagar, un emprendimiento también creado por la Teresa.

La congregación también realiza trabajo de asistencia. Las monjas vestidas de sari estuvieron en Latur y Osmanabad en 1993 para secar las lágrimas de los sobrevivientes del terremoto que arrasó 52 poblados en India occidental y provocó la muerte de más de 8.000 personas.

"Al servicio de personas abandonadas por la sociedad" es el lema de las Misioneras de la Caridad. Esa misión puso en varias ocasiones a la madre Teresa en el centro de las controversias.

A comienzos de los años 80, declaraciones suyas sobre su visión del cristianismo generaron malestar en círculos derechistas hindúes. Los religiosos radicales la acusaron de proselitismo, un delito en este país.

También se refirió en innumerables oportunidades al aborto. El documentalista Christopher Hitchen tituló una película suya sobre la religiosa "El ángel del infierno", en la cual era retratada como una radical que predicaba contra la planificación familiar y la anticoncepción en la sobrepoblada India.

De todos modos, las críticas fueron muchísimas menos que los honores que recibió. Luego del premio Nobel de la paz en 1979, obtuvo en 1994 el Bharat Shresta, el máximo galardón a la labor humanitaria en India.

Universidades prestigiosas como las de Cambridge le otorgaron doctorados honoris causa, y también recibió el premio Magasaysay a los servicios humanitarios en Filipinas.

Pero esta menuda monja no se dejó influir por la adulación mundial. Por el contrario, siempre dijo cumplir la voluntad de Dios y que su trabajo le permitía estar más cerca de él. La oración podía curar el mundo, repetía.

"La oración nos limpia el corazón. La oración profundiza nuestra fe. El fruto de la fe siempre es el amor, el fruto del amor siempre es el servicio y el fruto del servicio siempre es la paz", sentenciaba.

Con su muerte, la orden de las Misioneras de la Caridad, que durante tantas décadas se confundió como institución con la figura de la madre Teresa, tendrá una nueva superiora. Las elecciones generales celebradas en marzo dieron esa responsabilidad a una monja india, la hermana Nirmala.

La elección fue casi unánime entre las 123 electoras de la orden. Nirmala nació hindú, pero se convirtió al catolicismo y fue una de las primeras discípulas de la hermana Teresa.

Nirmala estuvo a cargo de la red de la orden en América Latina en los años 70 y regresó a Calcuta en 1979, donde condujo la rama contemplativa de la orden. La religiosa india también encabezó el avance de las Misioneras de la Caridad en el disuelto bloque soviético.

Los observadores católicos consideran que tiene la edad justa para dar a la orden la estabilidad que necesitará tras la muerte de su antecesora. (FIN/IPS/tra-en/sr/an/mj/cr/97

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