Una vez que vuelva a la inactividad el volcán Soufriere Hills, que devastó la pequeña isla caribeña de Montserrat, pasarán décadas antes de que agricultores y pescadores puedan reanudar su actividad.
"Ya no queda vegetación, la capa superficial de la tierra fue destruida y hubo mucha lava que corrió por los valles y cayó al mar", señaló Deborah Brosnan, del Instituto de Ecosistemas Sustentables (SEI), de Estados Unidos.
Todas las tierras cultivables, salvo en la zona norte de la isla, quedaron sepultadas bajo toneladas de cenizas tan calientes que pasarán meses luego de que el volcán se apacigüe antes de que se enfríen.
"Hablé con algunos vulcanólogos y me dijeron que llevaría unos meses antes de que se pueda volver. Pero como la ceniza se pega a la tierra, podría llevar hasta dos años para retomar los cultivos", advirtió.
"Las laderas del volcán sólo se volverán a cubrir de vegetación dentro de 20 o 40 años. El territorio del norte está realmente seco, no hay mucha tierra. No se trata de un buen lugar para desarrollar la agricultura, pero los agricultores no tienen muchas alternativas, porque la isla fue devastada", agregó Brosnan.
También pasarán muchos años antes de que se puedan realizar los planes de los isleños de desarrollar la industria turística basada en el buceo y en un parque marino.
Antes de que el volcán volviera a la vida, el 18 de julio de 1995, tras cuatro siglos de inactividad, el Departamento de Turismo había pedido a Brosnan y su equipo de científicos del SEI que elaborara un plan incluyendo parques marinos, zonas protegidas, lugares de pesca y áreas de recreación.
Pero antes de que el proyecto despegara, tuvo que cambiar de curso. "El trabajo se reorientó hacia la evaluación del impacto que tiene el volcán sobre los arrecifes y lo que ello significará para la conservación de la isla", dijo Brosnan.
Las investigaciones iniciales revelaron que antes de la erupción del Soufriere Hills, la isla de 102 kilómetros cuadrados tenía diversos ecosistemas vírgenes, de gran potencial.
La población de 11.000 habitantes se redujo desde entonces a poco más de 3.000, ya que muchas personas se trasladaron a la vecina Antigua y otras islas.
Los arrecifes se hallaban en torno a la isla, comenzando en Roches Bluff en el sudeste y siguiendo con los espectaculares corales de Garibaldi en el oeste y los de Carr's Bay, Little Bay y Redezvous, al norte.
Los bosques del sur contaban con una rica diversidad de vida, incluyendo una variedad espectacular de helechos, flores, insectos, lagartijas, pájaros, murciélagos y mariposas, junto al ave nacional, la oropéndola de Montserrat, poco común y en peligro de extinción.
Luego de que el volcán se activara en 1995, gases sulfurosos liberados en la atmósfera provocaron lluvias ácidas. Estas quemaron la vegetación de la montaña y aumentaron la acidez de lagos y arroyos en la zona hasta impedir la supervivencia de peces, plancton e invertebrados.
Mientras, la corriente de lava corre por los valles y arrastra cenizas y tierra hacia el mar. El material de lava consiste en fragmentos sólidos como cenizas o brasas formados por la erupción o por respiraderos volcánicos.
La lava quema y mata los arrecifes de coral, lo que destruye el potencial turístico del buceo, el sustento de pescadores y la protección de la costa de olas y tormentas.
"Volvimos un año después de la primera erupción y ya no quedaban arrecifes en el sur", sostuvo un habitante. Dos años después, casi la mitad de los sistemas de coral en torno a la isla fueron perjudicados severamente.
Existen ciertas zonas de pesca en el norte pero están amenazadas porque se duplicó la presencia de los pescadores.
"Los pescadores comenzaron a trasladarse al norte. No tienen otra opción, así que aumentó la pesca en una pequeña zona de arrecifes. No creo que éstos puedan soportar más pesca, lo que es preocupante", indicó Brosnan.
Otro problema es que un mayor desarrollo en la zona segura del norte también podría afectar los arrecifes. Si, por ejemplo, los edificios se construyen junto a los arrecifes, la tierra y la contaminación podría afectarlos.
Lo positivo del desastre es que brinda a Brosnan y su equipo de científicos la oportunidad de estudiar la forma en que los volcanes influyen en el nacimiento y la muerte de los arrecifes de coral en el Caribe, señalan los analistas.
Por lo general, luego de un desastre natural los científicos intentan recrear lo que ocurrió y desarrollar una teoría sobre la forma de enfrentar el fenómeno en el futuro. Sin embargo, Brosnan tuvo la suerte de presenciar todo el proceso: antes, durante y, con suerte, después de su manifestación.
"Es muy emocionante porque nos permite ver cómo la catástrofe natural determina la ecología del arrecife de coral. También podemos utilizar la información para administrar y conservar mejor los arrecifes de coral", aseguró.
Uno de los descubrimientos fue el de una especie de coral que sobrevivió al volcán porque tiene la habilidad de liberarse de las cenizas, informó Brosnan. (FIN/IPS/tra-en/ta/cb/aq-ml/en/97