Icono del cine mexicano y de la lucha libre, "El Santo, el enmascarado de plata", vuelve momentánemante a escena 13 años después de su muerte. Ex compañeros y fanáticos del "ring" lo recordaron hoy al cumplirse 80 años de su nacimiento.
Protagonista de más de 50 películas, en las que venció a peligrosos maleantes, monstruos fantásticos, maldiciones legendarias y hasta amenazas extraterrestres, el Santo es uno de los emblemas del cine local, junto a Pedro Infante y la actriz María Félix.
Sólo su muerte, por infarto en 1984, permitió a la mayoría de mexicanos saber que el nombre verdadero del enmascarado era Rodolfo Guzmán, nacido en el estado de Hidalgo el 23 de septiembre de 1917.
Este martes, su "familia" de la lucha libre, la misma que cada fin de semana lo evoca sobre el cuadrilátero o en protestas sociales, rememoró su trayectoria en actos privados y ceremonias religiosas.
Con 44 años de carrera en la lucha y como estrella de películas, cuya baja calidad y presupuesto no les impidieron conquistar mercados de América Latina, Estados Unidos, Europa y hasta Medio Oriente, el Santo es hoy un mito para sus seguidores.
Inspirados en el personaje justiciero que Guzmán encarnó, organizaciones sociales promovieron en los últimos años figuras enmascaradas que pugnan por reivindicaciones de diverso tipo.
Así, Superbarrio lucha por vivienda y justicia para los barrios marginados, Superanimal contra la corridas de toros y a favor de la conservación de las especies, Superecologista Universal por el respeto al ambiente, y Super Gay por los derechos de los homosexuales.
En México, "la feria de la desconfianza", muchos prefieren "confiar en la identidad oculta, diluida, de Superbarrio o de otros, a confiar en individuos con nombre, con rostro y con militancia política reconocida, que son sospechosos de malos manejos, de corruptelas, de abusos de poder", explicó el escritor Mauricio Schwarz.
Para Gabril Weisz, profesor de la Universidad Nacional Autónoma de México, "la identidad secreta es algo que nos permite soñar y fantasear, y en ese proceso los mexicanos soñamos en una estatura que pueda controlar el mundo frente a nuestra estatura real: la de no poder resolver los problemas escenciales de la vida".
El Santo y los misterios que lo rodearon hicieron soñar a miles de mexicanos con un héroe autóctono indestructible, que al igual que Superman o Batman, vencía con inteligencia, destreza y fuerza física a las "fuerzas del mal".
Desde su primera película, "El Santo contra el cerebro del mal", filmada en 1958, hasta la última, "El Santo en la furia de los karatecas" de 1982, el enmascarado logró crear un culto popular por su figura.
"Uno ve las películas del Santo con el propósito de pasarla bien, sabiendo que eso no es cine, sabiendo que no ha cumplido ni siquiera con el mínimo decoro, sino (sólo) con las exigencias inmediatas de producción", dijo el escritor Carlos Monsiváis.
"Las películas del Santo no engañan, no llevan mensaje, no pretenden ser cine y quieren ser discretas, pero le han permitido a uno sumergirse en el mundo de la niñez sin riesgos", agregó.
Una de ellas, "El Santo contra las mujeres vampiro", participó en los años 60 en festivales de cine de España, donde recibió excelentes comentarios. Los críticos la consideraron como película surrealista, aunque su director la ubicaba en el género de terror.
Pero la falta de calidad de los filmes, en los que se pueden ver platos de cocina proyectados como ovnis, monstruos de cartón que se rompen en plena escena o actores que pelean 15 minutos seguidos sin sufrir ninguna magulladura, parece parte de la clave de su éxito.
A los 13 años de la muerte del Santo y a los 80 de su nacimiento, el personaje sigue vigente en películas que se proyectan en varias salas de cine de México y se ofrecen en los videoclubes. Pero sobre todo, en los escenarios de lucha libre, donde es considerado "el gran maestro". (FIN/IPS/dc/ff/cr/97).
