El gobierno de México saluda y protege la presencia de los miembros de la guerrilla zapatista en la capital, pero advierte que en la selva de Chiapas no cederá a las pretensiones del grupo armado, al que acusó de mantener posiciones "irreductibles".
El Ejecutivo quiere negociar, pero el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) mantiene su postura de "dame todo o la guerra", lo que es inaceptable, dijo Pedro Coldwell, delegado oficial al diálogo de paz con la guerrilla.
A tres años y medio de su levantamiento militar, la guerrilla cumplió este viernes su promesa de marchar hasta el Zócalo (plaza central de la capital). Sin armas, apoyados por policías de vialidad y entre aplausos de miles de personas, los zapatistas caminaron sin que ninguna autoridad los moleste.
Los indígenas zapatistas son bienvenidos y el gobierno da todas las garantías para que su presencia -que se prolongará hasta el día 18- se mantenga dentro de los límites de paz y la tolerancia, apuntó Coldwel.
Pero mientras sigan armados en sus reductos, mantengan su declaratoria de guerra de enero 1994 y exhiban posturas inamovibles en el diálogo, suspendido en septiembre de 1996, no se reducirá la presencia del ejército federal en Chiapas ni cambiará la estrategia de seguridad en esa zona, advirtió.
El líder de la guerrilla, el subcomandante Marcos, señaló el viernes, a través de un comunicado leído por delegados de la guerrilla en un Zócalo casi lleno, que si el gobierno no atiende sus pedidos y cumple sus promesas el EZLN está dispuesto a reiniciar la guerra.
El diálogo se mantiene en suspenso por la negativa del gobierno a aceptar los términos de un proyecto de ley sobre derechos indígenas, redactado por una comisión de mediadores del Congreso, en base a los únicos acuerdos de paz firmados en Chiapas en febrero de 1996.
"Llegamos hasta aquí para decir ya basta", que el gobierno del presidente Ernesto Zedillo cumpla con los acuerdos de 1996 y que retire a los soldados que ocupan Chiapas, dijo "Claribel", una de las mujeres que integra la delegación de 1.111 zapatistas presentes en la capital.
Coldwel aseguró que lo único que pretende el gobierno es modificar partes del proyecto del ley sobre derechos y cultura indígena, pues considera que algunos de sus artículos atentan contra la unidad del país al otorgar excesivos derechos de autonomía territorial y jurídica a las etnias.
Si el EZLN no cambia su postura y acepta negociar con tolerancia y flexibilidad, las negociaciones no avanzarán, y por lo tanto no cambiará la presencia militar en Chiapas, sostuvo el delegado del gobierno, nombrado en abril en reemplazo de Marco Bernal.
La guerrilla, grupos no gubernamentales, religiosos, organizaciones indígenas y políticos de oposición acusan al gobierno de mantener una guerra de baja intensidad en Chiapas.
El estado sureño vive "una escandalosa militarización y el surgimiento de grupos paramilitares, persecuciones, asesinatos y encarcelamientos", afirma la Comisión de Apoyo a la Unidad y Reconciliación Comunitaria, instancia que reúne a varios grupos no gubernamentales y religiosos.
La guerrilla y sus bases sociales de apoyo en Chiapas, parte de las cuales están ahora en la capital, permanecen rodeadas de centenares de militares, quienes por aire y tierra los vigilan constantemente.
Según denuncias de grupos humanitarios, la presencia militar, que se apoya en el uso de satélites y sofisticados sistemas de comunicación, trajo a la zona de la guerrilla problemas que aparentemente habían sido eliminados por el EZLN como el alcoholismo, la prostitución y el consumo de drogas.
Ataviados con trajes típicos de sus comunidades y cubiertos sus rostros con pasamontañas y pañuelos, los zapatistas presentes en la capital advirtieron que es el momento de las definiciones en Chiapas.
"Quieren asustarnos (el gobierno) con sus aparatos represivos y no lo lograron, nos quieren engañar, pero no tienen éxito, por eso llegamos a la capital, para denunciar sus abusos y hacernos escuchar", dijo el zapatista "Omar".
Los miembros de la guerrilla, quienes arribaron a la capital tras cuatro días de viaje a bordo de autobuses desde Chiapas, participaron este sábado en la inauguración del primer congreso del Frente Zapatista de Liberación Nacional.
"El Frente es una organización inspirada en las banderas zapatistas de no luchar por el poder sino por una nueva relación entre gobernantes y gobernados, y del mandar obedeciendo", indicaron los delegados del EZLN.
Durante su permanencia en la capital, un hecho que los analistas consideran histórico, los zapatistas serán actores principales en reuniones con organizaciones indígenas, políticos, estudiantes y miembros de grupos no gubernamentales. (FIN/IPS/dc/dg/ip/97)