Cuestiones políticas internas e internacionales son ahora las manzanas de la discordia entre Brasil y Argentina que, según va haciendo tradición, aparecen en vísperas de la Cumbre del Mercosur promovida anualmente por el Foro Económico Mundial en Sao Paulo.
El azúcar acaparó las atenciones este año. El año pasado fueron los vehículos automotores, en un conflicto claramente comercial, con fuerte impacto en la disputa por inversiones. Estaban en juego muchos miles de millones de dólares.
La reunión de este año, inaugurada el miércoles por el presidente argentino, Carlos Menem, y clausurada la noche del viernes por el brasileño Fernando Henrique Cardoso, fue marcada por discrepancias en torno al azúcar, pero la dimensión comercial es probablemente la menos importante en este caso.
Por detrás de la ley aprobada por el Senado la semana pasada, prohibiendo la desgravación del azúcar brasileño, se encuentran la crisis social en el norte de Argentina y las elecciones parlamentarias de octubre en ese país.
Son hechos enlazados, que involucran también el oficialismo argentino, que perdería votos si permite aumentar el desempleo en sus províncias azucareras del norte, ante una probable invasión del producto brasileño.
La exportación de azúcar brasileño hacia Argentina siempre fue insignificante, 9.500 toneladas y tres millones de dólares el año pasado. En algunos años llegó a 200.000 toneladas, pero, según los empresarios del sector, se destinaban a la reexportación a Estados Unidos, para mantener la cuota a precios ventajosos.
Los empresarios brasileños del sector se manifestaron con cautela sobre la cuestión y se muestran más preocupados en abrir nuevos mercados para sus excedentes de alcohol carburante, defendiendo su adición al diesel, tal como ya se hace con la gasolina.
Lo que preocupa en este caso es más el espíritu de integración que los escasos efectos comerciales. Por primera vez el Congreso de un país impone el veto a un producto, determinando que sea excluido del libre comercio, haciendo del Mercosur un bloque "diabético".
Los argentinos, incluyendo su gobierno, consideran que hay subsidios, aunque indirectos al azúcar brasileño. El subsecretario de Integración de la cancillería brasileña, José Botafogo Gonzalves, desafió a Argentina a probar tal afirmación.
La manera de solucionar una controversia comercial de este tipo es imponer derechos compensatorios, si se comprueba y cuantifica el subsidio, argumentó el diplomático, señalando que Brasil quiere discutir el asunto y los acuerdos del Mercosur exigen la desgravación total del comercio, incluyendo el azúcar, en el 2001.
En su discurso del miércoles, Menem insistió en la necesidad de eliminar subsidios, aunque declarando "solucionado" el problema del azúcar y restando importancia a "pequeñas diferencias" ante la solidez y los logros del Mercosur.
También el presidente Cardoso reiteró que "nada impedirá la consolidación del Mercosur".
Para destacar la unidad, en general las autoridades recuerdan que el comercio dentro del Mercosur se triplicó desde la formalización del bloque. La interdependencia comercial entre sus miembros es un fuerte cemento, aunque se hable de dependencia en relación al mercado brasileño.
En cambio Brasil depende mucho del Mercosur para aumentar sus exportaciones manufacturadas, poco competitivas aún en otras partes.
Los vientos de la discordia actual vienen, además de los problemas electorales y sociales argentinos, de la política internacional.
Brasil aspira a un asiento permanente en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Argentina se opone porque generaría un "desequilibrio" en la región, según dice Menem.
Por otra parte, Argentina puede convertirse en aliado militar preferencial de Estados Unidos, culminando un largo período de coqueteo. El canciller Guido Di Tella llegó a hablar hace poco tiempo de "relaciones carnales" entre Buenos Aires y Washington.
El gobierno brasileño marcha en otro sentido y constituye la principal resistencia a los planes estadounidenses hacia el continente, especialmente en la construcción del Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA).
El presidente Cardoso lo manifestó una vez más, al clausurar la Cumbre Económica del Mercosur el viernes, concediendo mayor importancia al acercamiento con la Unión Europea que al ALCA.
Una inclinación de Brasil hacia Europa, contrastando con una opción argentina por Estados Unidos, puede dificultar el camino estratégico del Mercosur.
Pero un verdadero conflicto comercial debería resurgir el próximo mes. Brasil tendrá que decidir si prorroga nuevamente las ventajas ofrecidas al Mercosur en las restricciones que adoptó en abril a las importaciones financiadas.
El tratamiento excepcional está generando problemas en la Organización Mundial del Comercio, pero su supresión provocaría un nuevo clima de guerra entre los socios del Mercosur. (FIN/IPS/mo/dg/if/97