La crisis que surgió entre Argentina y Brasil en la semana pasada por la sanción de una ley que protege el mercado argentino del azúcar es el cuarto choque de intereses entre los dos principales socios del Mercosur en lo que va del año.
La primera disputa fue por los incentivos fiscales de varios estados de Brasil a la radicación de inversiones automotrices, una política que Argentina cuestionó sin éxito a través de sus empresas.
Luego fue la eliminación por parte de Brasil de facilidades para el financiamiento de las importaciones. La medida, luego corregida, afecta a las ventas externas argentinas de las cuales 30 por ciento se dirigen a Brasil.
Más tarde, el cuestionamiento político argentino a la candidatura de Brasil para ocupar un escaño permanente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas en representación de América Latina.
Ahora, la crisis es por el azúcar, un negocio de 500 millones de dólares para Argentina.
El Senado en Buenos Aires sancionó una ley que protege a los productores argentinos de la importación, incluida la de Brasil, como respuesta a los subsidios que mantiene ese país al azúcar y el alcohol.
El acuerdo del Mercosur prohíbe los subsidios que afecten la libre circulación de mercaderías, y establece que los aranceles deben disminuir de forma gradual hasta llegar al libre comercio en 2001.
Los productores aseguran que la ley "no contradice los acuerdos del Mercosur porque el Tratado de Asunción establece que la liberación del comercio debe ir acompañada de la eliminación de asimetrías que distorsionan la libre competencia".
El presidente Carlos Menem y el ministro de Economía Roque Fernández coincidieron con el gobierno de Brasil en rechazar la norma y amenazaron con declarar su inconstitucionalidad, pues consideran que viola acuerdos internacionales que en Argentina tienen fuerza de ley nacional.
Pero ante el riesgo de tensar las relaciones del gobierno con las provincias productoras de azúcar, Menem y Fernández cambiaron de estrategia y ordenaron la elaboración de una norma correctiva que contempla medidas compensatorias para frenar importaciones subsidiadas.
Los productores de azúcar en Argentina temían que la flexibilización de las importaciones de ese producto fuera una moneda de cambio en las negociaciones por un acuerdo automotriz y por eso procuraron la aprobación de una ley que les garantizara una protección sostenida.
La crisis del azúcar no es el primer choque entre Argentina y Brasil, y según los negociadores argentinos tampoco será el último, ya que para avanzar en un proceso de integración es necesario ir venciendo los obstáculos y neutralizando las diferencias.
Sin embargo, algunos analistas como el economista Eduardo Curia comienzan a preguntarse si Argentina no sobredimensionó las virtudes de vincularse a un mercado subregional, y si no es hora ya de abocarse a las asimetrías y discrepancias sin negarlas. (FIN/IPS/mv/mj/ip/97