MEDIO ORIENTE: Economía determina actitud de árabes ante Albright

Las disímiles acogidas que brindaron el Golfo, Egipto y Jordania a la secretaria de Estado (canciller) de Estados Unidos, Madeleine Albright, estuvieron marcadas por el grado de dependencia de estos países hacia Washington.

Los cancilleres del Consejo de Cooperación del Golfo (GCC) se expresaron sin ambages en su reunión con Albright y se refirieron a las diferencias que mantienen con el gobierno de Bill Clinton.

En cambio, el presidente de Egipto, Hosni Mubarak, y el rey Hussein de Jordania elogiaron el impulso que dio la secretaria de Estado al paralizado proceso de paz regional.

Las posiciones difieren por razones económicas. Las monarquías del Golfo, ricas en petróleo y gas natural, suministran productos que Estados Unidos necesita, mientras Egipto y Jordania, países más pobres, dependen de la ayuda de Washington.

El rey Hussein se superó a sí mismo al elogiar a Estados Unidos cuando agradeció a Albright por asumir en persona un papel en el proceso de pas del Medio Oriente y atacó a los medios de comunicación por minimizar los logros de la funcionaria en Israel y los territorios palestinos.

Los elogios del rey superaron incluso los sentimientos de Albright sobre el acuerdo diplomático que logró entre el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, y el presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Yasser Arafat. Ambos se comprometieron a enviar sus negociadores a Washington este mes.

Albright describió su hazaña como "un pequeño paso" para reanimar el paralizado proceso de paz de Oslo, y admitió que antes de la gira esperaba logra "pasos más grandes". Pero el rey Hussein fue pródigo en su admiración hacia la funcionaria estadounidense.

El monarca parece tener su propia estrategia, lo que quedó en evidencia cuando, en una conferencia de prensa conjunta, Albright anunció que exhortará al Congreso de Estados Unidos a autorizar ayuda para Jordania.

Los legisladores estadounidenses, que controlan la ayuda exterior, limitaron en 1996 la cifra propuesta para Jordania por el Departamento de Estado.

El rey Hussein, líder de Jordania desde 1952 y antiguo aliado de Washington, con un breve paréntesis durante la crisis de Irak y Kuwait entre 1990 y 1991, conoce bien el funcionamiento del sistema político estadounidense.

Hussein también es consciente de que el actual Congreso favorece más a Israel que el gobierno de Bill Clinton.

Si pretende seguir recibiendo la ayuda de Washington para su país, cuyo producto interno bruto (PIB) por habitante es de apenas 1.215 dólares anuales, Hussein no puede darse el lujo de interceder por los palestinos frente a Estados Unidos.

Egipto, por su parte, cuenta un PIB anual por habitante de solo 730 dólares, y su economía depende aun más de Estados Unidos que Jordania.

No fue sorpresivo que Mubarak expresara su "inesperado" optimismo sobre la paz en la región luego de su encuentro con Albright en El Cairo. Dijo lo mismo luego de su primera reunión en la capital egipcia con Netanyahu después de la elección del líder derechista como primer ministro israelí en junio de 1996.

Tanto Mubarak como Hussein se esfuerzan por mostrar un pacifismo acérrimo y, en toda oportunidad, elogian las gestiones por la paz a cargo de Washington con la intención de caerle bien al acrítico y proisraelí Congreso de Estados Unidos.

Pero la asistencia exterior no determina la diplomacia de los ricos estados petroleros del Golfo.

Albright concentró sus gestiones en esa zona en tratar de convencer a los países a asistir a la cuarta cumbre económica del Medio Oriente y Africa septentrional (MENA), que se celebrará en Doha, Qatar, en noviembre.

Consecuencia de la Conferencia de Paz del Medio Oriente realizada en Madrid en octubre de 1991, el encuentro económico incluye a los estados árabes, Israel, la Unión Europea y América del Norte.

Como Israel debe ser uno de los invitados, es mejor que la cumbre se celebre en un país árabe que ya mantenga relaciones económicas con Israel o esté por hacerlo.

La primera cumbre se organizó en Marruecos en 1994, y las dos siguientes en Jordania y Egipto. La próxima está prevista para noviembre en Qatar que, hasta hace poco, negociaba un contrato con Israel para el suministro de gas a cargo de una compañía multinacional estadounidense, Enron.

Arabia Saudita y Emiratos Arabes Unidos anunciaron en junio que no asistirían a la cumbre en Doha debido a la negativa de Netanyahu de cumplir con el segundo acuerdo de paz de Oslo que firmó con la ANP en septiembre de 1995 y a su autorización a la construcción de viviendas para judíos en Jerusalén oriental.

Albright intentó en Jeddah, sin éxito, que el rey Fahd ibn Abdul Aziz y el príncipe heredero Abdullah ibn Abdul Aziz revirtieran su decisión. Luego volvió a intentarlo ante los cancilleres del Consejo de Cooperación del Golfo (GCC) en la ciudad saudita de Abha.

Lo único que Albright logró fue que las autoridades sauditas y de Emiratos Arabes Unidos declararan su necesidad de ver un serio cambio de la política de Netanyahu hacia la paz con los palestinos antes de reconsiderar su asistencia a la cumbre de MENA.

Por otr lado, el canciller de Qatar, que se había reunido poco antes con el nuevo presidente iraní, Muhammad Jatami, habría indicado a Albright que la política de "doble contención" de Washington hacia Irán e Irak no era "realista".

Qatar resistió la presión de Riyadh para que se negara a ser sede de la cumbre de MENA, por lo que Albright no pudo acusarlo de "ser blando hacia Irán". Pero Qatar también es uno de los tres estados del Golfo que solicitaron en público el levantamiento de las sanciones económicas contra Irak.

Se trata de una posición que desagrada a Albright, quien, como representante de Estados Unidos ante la Organización de Naciones Unidas en el primer gobierno de Clinton, tuvo un papel fundamental para que el Consejo de Seguridad mantuviera el embargo económico contra Bagdad.

El diminuto Qatar, que posee el tercer mayor yacimiento de gas natural en el mundo, tiene una política exterior independiente, y es consciente, junto a sus pares del GCC, que en diciembre Irán será la sede de la cumbre de la Organización de la Conferencia Islámica, y que la presidirá hasta la próxima en el 2000.

Esta situación fue un incentivo adicional para que los integrantes de la GCC discutieran con honestidad con Albright. La Conferencia Islámica, de 54 integrantes, es la institución panislámica oficial de cooperación intergubernamental.

En definitiva, el dicho "el dinero habla" se aplica tanto a la vida de las personas como a la diplomacia internacional, como el refrán inglés que sostiene que "los mendigos no pueden elegir". (FIN/IPS/tra-en/dh/rj/aq-mj/ip/97

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