MALASIA: Crisis monetaria obliga a suspender obras millonarias

Malasia sintió el golpe de la crisis monetaria y económica que afecta al sudeste de Asia y suspendió una serie de grandes proyectos de infraestructura, entre ellos la construcción de la mayor represa de la región.

El proyecto de la represa hidroeléctrica de Bakun, a un costo de 5.000 millones de dólares, era el más importante para concretar la intención del gobierno de transformar al país en una economía industrializada para el 2020.

La suspensión, anunciada el 4 de septiembre, representó un paso atrás para el primer ministro Mahathir Mohamad, quien puso en juego gran parte de su prestigio personal en los proyectos. El jefe de gobierno desde 1981, en el poder durante los años de sólido crecimiento económico, no tuvo otra opción.

Entre las obras aplazadas se encuentra la construcción de un aeropuerto internacional en el estado de Kedah por 862 millones de dólares, y el edificio más largo del mundo, una "ciudad lineal" de dos kilómetros a un costo de 4.300 millones que se extendería junto a un río en Kuala Lumpur.

Las obras en Putrajaya, la futura capital administrativa de Malasia, también se retrasarán.

Al principio, el gobierno reaccionó con enojo frente a la especulación que afectó al mercado malasio, pero esta semana lanzó una ofensiva para atraer a los inversores extranjeros con el fin de restaurar la confianza en la economía.

Mahathir y el vice primer ministro Anwar Ibrahim se reunirán con autoridades de la industria y el mercado de valores en los próximos días.

"El gobierno se ve obligado a aplazar los megaproyectos porque los costos subirán", explicó el economista Subramaniam Pillay.

La suspensión de las obras millonarias tiene la finalidad de controlar los crecientes costos de importación, que abultan el déficit de cuenta corriente de Malasia y perjudican la economía en crisis.

La moneda, el ringgit, perdió 20 por ciento de su valor respecto del dólar estadounidense en los últimos dos meses y alcanzó su nivel más bajo desde 1973.

El índice compuesto de la bolsa de valores de Kuala Lumpur cayó la semana pasada a su nivel más bajo desde 1993. Más de 40 por ciento de las acciones fueron retiradas de la capitalización del mercado desde marzo.

Antes de apelar a los inversores extranjeros esta semana, el gobierno de Mahathir adoptó una actitud agresiva para enfrentar la "manipulación" con que, según el primer ministro, se pretendía empobrecer al país.

"La situación es mala por la depresión que crearon los manipuladores extranjeros. ¿Deberíamos esperar y observar cómo destruyen nuestra economía?", manifestó a fines de agosto.

"Hoy hemos visto con qué facilidad los extranjeros colapsan nuestra economía en forma deliberada al socavar nuestra moneda y mercado de valores", afirmó Mahathir en su discurso en ocasión de la fecha patria del 30 de agosto.

"Ellos pueden destruir nuestro trabajo de los últimos 40 años en cuestión de semanas", añadió. Las autoridades llegaron a advertir que se podría utilizar el peso de la ley contra quienes ayuden a los especuladores extranjeros.

Mahathir añadió que el gobierno inyectaría hasta 20.000 millones de dólares en la bolsa de valores para "defender la economía" y exhortó a los ciudadanos a demostrar su patriotismo mediante el apoyo al mercado de valores, al mismo tiempo que restringió la comercialización de acciones por extranjeros.

Pero el embate de Mahathir contra los inversores extranjeros, a los que calificó de saboteadores e incluso racistas, fue contraproducente y agravó la crisis de confianza en la economía. "Cuanto más abre la boca, más cae el mercado de valores", aseguraron analistas.

El gobierno comprendió que el enfoque no funcionaba y, en un cambio de estrategia, cortejó a los inversores al asegurar que la economía sigue abierta al capital extranjero.

Antes, los analistas criticaron la forma en que Kuala Lumpur manejó las consecuencias de la actual debacle regional, desencadenada por la crisis económica de Tailandia. Las medidas del gobierno fueron parches que no abordaron los problemas reales, dijeron.

Los observadores afirman que el gobierno debería haber reaccionado mucho antes. Hace tiempo que los inversores extranjeros recomendaron el aplazamiento de las grandes obras para evitar el calentamiento de la economía, pero Mahathir desestimó el consejo.

"El gobierno tendría que haber aplazado los proyectos cuando comenzó la crisis", aseguró Subraniam, para quien esas obras agotaban los recursos del país y aumentaban el déficit de cuenta corriente.

Los ambientalistas elogiaron la suspensión de la represa de Bakun y afirmaron que la concreción de ese proyecto sería un obstáculo para la futura financiación de las grandes obras.

El grupo estadounidense International Rivers Network señaló que la suspensión "subraya la inviabilidad económica de los grandes proyectos hidroeléctricos".

"Bakun era la nave consigna de la industria de las represas privatizadas, y se hundió", agregó la organización.

Otro obra, ahora en suspenso, es la construcción a un costo de 2.000 millones de dólares de un puente de 95 kilómetros, el más largo del mundo, que unirá a Malasia y Sumatra en Indonesia. Sin embargo, la iniciativa de la supercarretera de la información no está en la lista de proyectos aplazados.

La decisión de aplazar las grandes obras y levantar las restricciones a la comercialización de las acciones estimuló al mercado en los días posteriores al anuncio de Mahathir.

No obstante, los analistas reclaman una revisión más profunda de la estrategia de crecimiento rápido de Malasia y de problemas básicos como su déficit de cuenta corriente, que podría llegar a 5,5 por ciento del producto interno bruto (PIB) este año.

El gobierno aseguró que el déficit se reducirá a dos por ciento del PIB para el 2000.

La devaluación del ringgit beneficiará a la exportación, pero los consumidores sufrirán un período de inflación.

Las grandes pérdidas que sufrieron los inversores del comercio minorista podría afectar el gasto del consumo y provocar la reducción de la actividad comercial.

"Los precios de los artículos subieron porque los comerciantes utilizan la excusa de que el valor del ringgit cayó", dijo el jubilado Tan Kok Hin.

Un informe de la consultora financiera Merril Lynch señaló a fines de agosto que el crecimiento del PIB malasio se reducirá en 1997 a 7,5 por ciento, del 8 por ciento antes estimado. En 1998, el crecimiento bajará a no más de cinco por ciento, aseguró. (FIN/IPS/tra-en/ann/js/aq/if/97

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