Los accidentes registrados en la industria nuclear de Japón aventaron el optimismo que reinaba en el sector, que cuenta con el patrocinio del gobierno, y sembraron temor entre el público sobre el riesgo de este tipo de energía.
"La industria nuclear japonesa está acabada. Ningún intento del gobierno para reanimarla funcionará", pronosticó Mika Obayashi, del Centro Ciudadano de Información Nuclear.
Las centrales nucleares, consideradas por el gobierno la mejor opción para cubrir la demanda energética, son objeto de la furia del público tras el encubrimiento de un incendio en la planta de de Tokaimura, que dejó expuestos a varios operarios a fugas de radiación nociva.
La empresa estatal Cooperación para el Desarrollo de Reactores Energéticos y Combustible Nuclear (Donen) informó en agosto que su planta de almacenamiento en Tokaimura, noreste de Tokio, había sufrido un accidente en marzo.
Esta revelación dejó atónito al público japonés, pero también al gobierno, que nada sabía hasta entonces.
La televisión exhibió la imagen de contenedores de metal corroídos llenos de desechos nucleares, entre ellos uranio agotado, almacenados en hoyos de cemento de más de un metro de profundidad llenos de agua.
Unos 2.000 contenedores habían sido almacenados desde 1967 en cinco grandes hoyos de concreto descuidados por los funcionarios. El agua acumulada contenía radiación y las muestras de suelo revelaban 15 veces más contaminación nuclear que la normal en estos casos.
A fines de agosto, el gobierno de Japón informó que la planta de Tokaimura sufre fugas de radiación de bajo nivel hace 30 años.
"Se suponía que Donen era la entidad responsable de la investigación y el desarrollo de tecnología nuclear. El último escándalo demostró que esa reputación no tenía fundamentos", se lamentó en un editorial el diario de mayor tirada de Japón, Yomuiri Shinbun.
Este fue solo el último de una serie de accidentes que dañaron la reputación de la industria nuclear.
Una fuga de refrigerante en diciembre de 1995 obligó a las autoridades a cerrar la planta de Monju, en la que funcionaba el único reactor reproductor de alta velocidad del mundo y emplea plutonio como fuente de energía.
Los residentes de la localidad de Maki, en la prefectura de Miigata, rechazaron el año pasado los planes de instalar una planta nuclear en su jurisdicción.
Obayashi dijo que los persistentes informes sobre errores y las consecuentes críticas en los medios de comunicación han contribuido al predominio de las críticas hacia la industria nuclear en la ciudadanía.
La prensa ha modificado su actitud inicial. Al principio, brindó un apoyo tentativo al ambicioso desarrollo de una industria nuclear de avanzada en Japón, pero lo retiró luego a causa de los accidentes.
Eso, a su vez, condujo a una revisión más crítica en el gobierno a la hora de revisar el abultado presupuesto de la industria nuclear, según Obayashi. "Hay una profunda desconfianza a la hora de aceptar la construcción de plantas nucleares. La gente esta furiosa y confundida", explicó.
Pero el gobierno no variará su política energética. La Agencia de Ciencia y Tecnología, en cuya órbita opera la Donen, declaró en agosto que hará lo que sea para recuperar la confianza del público.
El gobierno exigió a la Donen sanciones a varios altos funcionarios a cargo de las operaciones cuestionadas. El primer ministro Ryutaro Hashimoto, molesto por el ocultamiento de los accidentes, reclamó a la compañía reformas, mejoras y un funcionamiento transparente.
Tokio también considera la posibilidad de disolver la Donen y constituir una nueva entidad con mayor autonomía que concentre su atención en el desarrollo de reactores reproductores de alta velocidad y la deposición de desechos nucleares.
Baku Nishio, editor del boletín Anti-Nuke News, sostuvo que las reformas no serán muy profundas. "Muchas de las propuestas del gobierno son superficiales y ninguna reconoce el temor de la gente o prevé una renuncia a la energía nuclear", dijo Nishio.
En los últimos cinco años, el gobierno gastó casi 20 millones de dólares en investigaciones solo dedicadas a la fusión en frío, proceso que, según expertos, producirá energía más barata.
Pero los investigadores concluyeron a fines de agosto que la fusión en frío no existe. Y la investigación, por lo tanto, debe finalizar, según los funcionarios.
Mientras tanto, las organizaciones no gubernamentales centran su actividad en la reunión de las partes de la Convención de Naciones Unidas sobre Cambio Climático, que se celebrará en Kioto en diciembre.
Se prevé que Japón respaldará en la instancia el desarrollo de la energía nuclear en oposición a los combustibles fósiles, que al arder liberan gases invernadero, como dióxido de carbono, a los que se atribuye el aumento de la temperatura planetaria.
"La promoción de la energía nuclear conspira contra el concepto de energía eficiente y renovable como alternativa para evitar el calentamiento planetario", explicó Obayashi.
La energía sustentable, entre cuyas modalidades figura la solar y la eólica, tiene enormes potencialidades y podría convertirse en la principal fuente en el próximo siglo, según los ambientalistas.
El Ministerio de Industria y Comercio Internacional de Japón sostuvo en 1996 que la potencia asiática deberá contar con 70 reactores nucleares en el 2030 para contener la liberación a la atmósfera de dióxido de carbono y otros gases invernadero.
Treinta por ciento de la demanda energética de Japón está cubierta por 51 plantas nucleares comerciales. El gobierno pretende incrementar esta cantidad en 40 por ciento al 2010, aunque menudeen señales de descontento popular hacia la generación de energía nuclear. (FIN/IPS/tra-en/sk/js/mj/en/97