Cinco presidentes de América Central se declararon en la capital nicaragüense dispuestos a avanzar hacia la unión regional, pero Costa Rica puntualizó que se trata de un largo camino, que exige una difícil armonización en materia política, social e institucional.
"Centroamérica es una comunidad política, económica, social y cultural. Esta realidad es el punto de partida hacia la Unión Centroamericana que estamos decididos a alcanzar", señala el primer punto de la "Declaración de Nicaragua", aprobada el martes.
"Anunciamos nuestra decisión de designar un Grupo de Alto Nivel que prepare las bases y condiciones para constituir la Unión Centroamericana. El instrumento jurídico constitutivo establecerá sus etapas y plazos", agrega la declaración conjunta difundida en Managua.
En rueda de prensa realizada tras la reunión extraordinaria de jefes de Estado, el presidente de Guatemala, Alvaro Arzú, explicó que el Grupo de Alto Nivel estará constituido por los cancilleres del istmo.
Arzú anunció que la Unión Centroamericana en ciernes será una comunidad de estados independientes decididos a cumplir con la integración política y económica de la región.
Para el presidente de El Salvador, Armando Calderón Sol, la declaración constituye un "hito histórico", ya que al igual que hace 176 años, se está marcando el rumbo independentista de los pueblos centroamericanos.
"Vamos hacia una Unión Centroamericana. Esa es la voluntad política de nuestros pueblos", dijo Calderón Sol.
La Declaración de Nicaragua fue firmada por Arzú, Calderón Sol y los presidentes José María Figueres, de Costa Rica, Carlos Reina, de Honduras, y Arnoldo Alemán, de Nicaragua.
Ernesto Pérez Balladares, de Panamá, y el primer ministro de Belice, Manuel Esquivel, firmaron en calidad de observadores, y también asistió a la cumbre el vicepresidente de República Dominicana, Jaime David Fernández.
En 1821, tras la independencia de España, las siete provincias de la Capitanía General de Guatemala (América Central menos Panamá) constituyeron las Provincias Unidas del Centro de América, cuyo poder ejecutivo estaba a cargo de una Junta Consultiva Provisional.
El 5 de enero de 1822, la Junta Consultiva Provisional decretó la anexión a México. Eso dio lugar a una serie de levantamientos armados y guerras intestinas.
Dos años después, en noviembre de 1824, la región regresó a la vida política independiente, constituyéndose en República Federal de Centroamérica, conformada por cinco estados federados, cuyo poder ejecutivo lo ejercía un Jefe de Estado.
No obstante, eso no impidió que continuaran los conflictos internos. En 1838, Nicaragua, rompió con la Federación, argumentando que era la causa de "la pobreza y desolación del Estado".
Paradójicamente, más de un siglo después, los presidentes del istmo valoraron que es indispensable unirse, para sacar a la región de la pobreza, potenciar sus riquezas, y presentatr un frente competitivo ante la globalización.
"La Unión Centroamericana, imaginada por nuestros próceres y anhelada por los pueblos del Istmo desde antes de la independencia, es indispensable para erradicar la pobreza y lograr el mejoramiento significativo de las condiciones de vida, el nivel cultural y educativo de nuestros pueblos", expresaron los cinco presidentes.
También es necesaria "para fortalecer la capacidad de respuesta de Centroamérica ante el mundo", agregaron.
Pero Figueres advirtió que deben cumplirse una serie de condiciones antes de dar el salto definitivo. Estas son de orden social, jurídico, electoral y de respeto a los derechos humanos.
"No se trata de una política integracionista abstracta", señaló Figueres. "Hay compromisos que deberán cumplirse y que servirán de base" al proyecto.
"Hay que homologar los presupuestos y programas de salud y educación y los sistemas de justicia, para garantizar el estado de derecho al que aspiramos todos los centroamericanos", explicó.
En términos sociales, institucionales, y políticos, todos los países centroamericanos – con excepción de Costa Rica- están a la zaga en las estadísticas internacionales en materia de calidad de de vida, educación, salud e institucionalidad democrática.
En Nicaragua, por ejemplo, están desempleadas cinco de cada diez personas, no existe aún la procuraduría de derechos humanos, y las crisis políticas son casi constantes.
Figueres insistió en que no hay prisa para la implementación del nuevo proyecto de integración política.
"La Unión Europea lleva más de 40 años en su búsqueda integracionista. Este paso que estamos dando es el inicio de un camino, que costará mucho", afirmó. (FIN/IPS/rf/ff/ip/97