Con financiación del Banco Mundial, India lanzó una nueva ofensiva por valor de 204 millones de dólares contra el mosquito trasmisor de la malaria, tras asumir la derrota de una guerra de 50 años contra el azote.
"El éxito espectacular del Programa Nacional de Erradicación de la Malaria a mediados de los años 60 se diluyó debido al orgullo", señaló V. Ramalingaswami, principal científico médico del país y presidente del comité de supervisión científico.
Ramalingaswami indicó que considera al nuevo proyecto quinquenal, lanzado la semana pasada con 85 por ciento de financiación del Banco Mundial, como un hito en el control de la malaria sólo similar al descubrimiento en el país de la trasmisión del mal por Ronald Ross, en 1897.
El científico también culpó a la actividad para el desarrollo, en especial el riego agrícola, por el resurgimiento de la malaria así como otras enfermedades trasmitidas por el mosquito como encefalitis japonesa, filariosis, dengue, y fiebre amarilla.
El éxito del programa de los años 60 residió en la pulverización residual con un arsenal de tres pesticidas, pero el insecto desarrolló resistencia a los productos, ahora desacreditados.
Peor aún, el plasmodium, mosquito que causa la enfermedad, y la variedad falciparum, que trasmite la mortal malaria cerebral, adquirió resistencia frente a drogas de uso común a través del uso excesivo y mala administración médica.
A medida que fallaban las estrategias del programa, las muertes anuales por malaria aumentaron en forma constante de 200 en 1993 a mil en 1994 y 1995, con un récord de 2.803 en 1996, cuando el director del plan, Shiv Lal, declaró que la erradicación no era posible sin una nueva iniciativa.
El prestigioso programa contra el mosquito, que abarcaba investigación avanzada de la composición biológica del insecto, se limitó a pedirle a la gente que se cubriera con el tradicional método del mosquitero tratado con piretroides sintéticos.
El nuevo programa también reconoce la eficacia de los mosquiteros embebidos en pesticidas, y 23,4 millones de dólares se reservarán para la distribución de los equipos y su tratamiento con piretroides.
Sin embargo, la nueva iniciativa tiene un enfoque radicalmente diferente y busca aprender de las deficiencias de la vieja estrategia, como la falta de participación de las comunidades locales en la planificación y ejecución de detalles.
"Se planifica en forma meticulosa la tarea de hacer participar a la comunidad al elevar su nivel de información y a través del contacto sostenido con la misma", indicó S.P. Aggarwal, director general de Servicios de Salud.
Aggarwal sostuvo que muertes que se podrían haber evitado se debieron a la falta de administración adecuada y oportuna de casos de malaria complicados, en especial en el caso de mujeres embarazadas y niños.
El nuevo programa también reconoce el efecto contraproducente de la pulverización indiscriminada. "Debemos disminuir la dependencia de insecticidas químicos y tener un enfoque selectivo para controlar el mosquito", sostuvo Lal.
Ello implica el gasto de 81,2 millones de dólares en métodos epidemiológicos asistidos por computadora para rociar con insecticidas a aldeas con alta incidencia de malaria, añadió.
El nuevo programa proyecta reducir la financiación para insecticidas como medio de control debido a que la pulverización indiscriminada residual se vinculó a la presión política de grupos empresariales.
El programa anterior destinó 70 por ciento de los fondos a la adquisición de insecticidas, sin considerar la generación de resistencia por parte del mosquito.
La actividad atomizadora fue tan extendida que científicos del Centro de Investigación de la Malaria de India descubrieron en muestras de agua de lluvia rastros del pesticida BHC, prohibido en muchos países por sus efectos tóxicos en animales de sangre caliente.
El dinero se destinará ahora a métodos de control que no dañen el ambiente, como la cría y distribución de peces depredadores de larvas del mosquito, en especial en zonas urbanas, informó Lal.
Las nuevas estrategias son tan diferentes que uno de los obstáculos que esperan al programa es la resistencia del personal del plan anterior, aseguró Prabhat Jha, del Banco Mundial.
Jha espera que haya menos retrasos provocados por el burocrático Ministerio de Salud Pública en materia de adquisición de materiales y autorizaciones que antes impidieron una respuesta rápida y eficaz a los focos de infección y las epidemias.
No obstante, habrá un control severo del gasto en áreas proclives a la presión política, como la atomización residual en zonas cerradas, por lo que se mantendrá informado al Parlamento y habrán campañas de información sobre alternativas a la pulverización, observó Jha.
El nuevo programa tiene un enfoque "local y focal" en 100 distritos extendidos en los estados de Bihar, Andhra Pradesh, Gujarat, Madhya Pradesh, Orissa and Rajasthan, a diferencia de la estrategia uniforme que empleó el plan anterior para todo el país.
El programa también abarca a la olvidada población tribal de cerca de 70 millones de habitantes que sufren 40 por ciento de los casos de malaria y 50 por ciento de la mortal variante del falciparum.
La malaria en las tribus concentradas en el nordeste y en los bosques de India peninsular está ligada a su pobreza socioeconómica y a su remota ubicación, lo que retrasa la ayuda médica.
El Centro de Control de la Malaria sostiene desde hace tiempo que el control del mal debe comenzar por la población tribal, pero la presión política hizo caso omiso de sus reclamos.
"El programa ofrece una gran oportunidad para erradicar la malaria pero en definitiva, todo dependerá de la voluntad política", advirtió Ramalingaswami. (FIN/IPS/tra-en/rdr/an/aq-lp/he/97