"El 11", como se denomina habitualmente en Chile al aniversario del golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973, tendrá este año una carga conflictiva mayor a su ya tradicional clima de enfrentamiento.
El ministro del Interior, Carlos Figueroa, advirtió el miércoles que algunos sectores, a lo cuales no identificó directamente, intentarán dar mayor crispación al carácter "confrontacional" de la fecha, según informes de inteligencia policial.
Dentro de cuatro días se cumplirán 25 años del cruento derrocamiento del presidente Salvador Allende, y al simbolismo del cuarto de siglo cumplido se suma otro poderoso factor de enfrentamiento.
Se trata de que éste será el último aniversario del golpe con el general Augusto Pinochet como comandante en jefe del ejército, ya que el ex dictador (1973-1990) tendrá que acogerse a retiro el 11 de marzo de 1998.
Las organizaciones de víctimas de la represión dictatorial, agrupadas en la Asamblea Nacional por los Derechos Humanos, destacaron que este hecho otorga una mayor connotación conflictiva a la conmemoración del golpe.
"Creemos que el mensaje principal para este '11' es que Pinochet no puede irse a su casa de civil sin haber respondido por los crímenes que se cometieron cuando él era dictador", dijo Laura Atencio, de la Agrupación de Familiares de Ejecutados Políticos.
La preocupación del gobierno por el orden público en este aniversario llevó a adelantar para las 18.00 hora local el encuentro que disputarán el 10 en Santiago las selecciones de fútbol de Argentina y Chile.
El partido, fundamental aunque no determinante para las pretensiones de Chile de clasificarse para la Copa del Mundo a disputarse el próximo año en Francia, estaba programado originalmente para las 21.00 horas (01.00 GMT).
Las autoridades quieren impedir que los previsibles incidentes o celebraciones al término del cotejo se sobrepongan a manifestaciones en torno del aniversario del golpe, que a veces han sido violentas y comenzarán cerca de la medianoche del 10.
En las "poblaciones" (barrios populares) de Santiago y otras ciudades suelen organizarse "velatones", en que se encienden velas en las calles en homenaje a Allende y a las 3.000 víctimas de la dictadura, entre asesinados y desaparecidos.
Durante la dictadura era casi rutinario que en esas barrios periféricos se provocaran apagones y se produjeran enfrentamientos, a veces armados, entre manifestantes, policías y agentes represivos del régimen militar, que dieron muerte a numerosos inocentes.
Así mismo, los informes de inteligencia policial entregados al gobierno señalan que en los próximos días aumentará probablemente la ocupación de terrenos baldíos por parte de comités de familias sin casa, como un factor de conflictividad social.
El último fin de semana se produjeron ya "tomas" de tierras en el municipio de San Bernardo, vecino a Santiago, y en Concepción, 515 kilómetros al sur de la capital, con un saldo de numerosos detenidos y lesionados a raíz de la represión policial.
El gobierno de Eduardo Frei prevé igualmente serios incidentes en la marcha que la Asamblea Nacional por los Derechos Humanos realizará desde el centro de Santiago hasta el Cementerio General en el aniversario del golpe.
Cada año se registran enfrentamientos entre los manifestantes y las fuerzas especiales de la policía de Carabineros cuando la marcha pasa por las cercanías del palacio presidencial de La Moneda o en su llegada al cementerio, donde están la tumba de Allende y el memorial de las víctimas de la represión.
Las autoridades se niegan a permitir el paso del cortejo por el costado este de La Moneda, donde fue tapiada la antigua puerta de la calle Morandé número 80, por la cual Allende ingresaba a sus oficinas.
Este año, una vez más, sólo se permitirá que reducidas delegaciones de los partidos Comunista y Socialista, así como la viuda de Allende, Hortensia Bussi, depositen ofrendas florales en el lugar en homenaje al mandatario, que se suicidó tras una infructuosa resistencia a los golpistas.
Frei, como su predecesor Patricio Aylwin (1990-1994), ha optado desde que instaló su gobierno por ausentarse de Santiago el día del aniversario del golpe, ya sea en giras al exterior o a provincias.
Desde el restablecimiento de la democracia, la conmemoración más violenta fue la de 1993, en el vigésimo aniversario del golpe, cuando dos personas murieron en Santiago a consecuencia de la dura represión policial.
Para este año, según surge de las advertencias del ministro Figueroa, Carabineros aplicará igualmente un amplio dispositivo de control y seguridad, lo cual es calificado a menudo como una "provocación" por los manifestantes.
Patricio Rosende, de la Intendencia municipal Metropolitana, dijo que será responsabilidad de la Asamblea por los Derechos Humanos impedir "infiltrados violentistas" en la marcha. Esos "infiltrados" habrían provocado los incidentes con la policía en años anteriores, según cree Rosende.
Los antecedentes entregados hasta ahora por el gobierno y fuentes policiales sugieren que la carga conflictiva del "11" procederá fundamentalmente de sectores de la izquierda y en especial de los grupos más radicalizados.
Pero tampoco puede descartarse la acción violenta entre los grupos de extrema derecha que se movilizarán en el "día de la liberación nacional", como lo denominan, para rendir un último homenaje a Pinochet antes de su retiro del ejército.
El de este año podría ser igualmente el último 11 de septiembre con carácter de día feriado en el calendario chileno. La Junta Militar encabezada por Pinochet decretó en 1974 esa fecha como festiva.
El 29 de julio fracasó el tercer intento desde 1990 de la gobernante coalición de centro-izquierda por eliminar el feriado del "11", ya que los senadores no elegidos por voto popular volvieron a impedir que la propuesta alcanzara mayoría.
Las elecciones legislativas de diciembre, y el hecho de que el gobierno de Frei podrá influir ahora en el nombramiento de ese grupo especial de senadores , permiten prever que en 1998 habrá mayoría parlamentaria para eliminar un feriado de dolor y división entre los chilenos. (FIN/IPS/ggr/ff/hd/97