El programa de fruticultura irrigada que el gobierno lanza este viernes en el Nordeste promete hacer de Brasil el mayor exportador mundial de frutas y generar dos millones de empleos en una región conocida por su miseria.
Brasil ya es, junto con China, el mayor productor mundial de frutas, cerca de 32 millones de toneladas anuales, pero desperdicia gran parte de esa producción y sólo exportó 108 millones de dólares el año pasado.
Chile, un país mucho menor, exportó 11 veces más, por 1.200 millones de dólares. El mercado mundial de frutas alcanza 19.000 millones de dólares anuales, superando productos más requeridos en el comercio internacional, como la soja, según el viceministro brasileño de Agricultura, Ailton Barcelos.
Además se trata de uno de los mercados de mayor expansión en el mundo, que aumenta cerca de 1.000 millones de dólares al año, añadió. Ese crecimiento abre perspectivas al enorme potencial de la producción brasileña.
La Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) confirma que la demanda mundial de frutas crecerá cinco por ciento al año por lo menos hasta el año 2000, teniendo a la Unión Europea como principal importador.
El Programa de Apoyo y Desarrollo de la Fruticultura Irrigada en el Noreste incorporaría 100.000 hectáreas a la actividad en el primer año, lo que requiere unos 550 millones de dólares en inversiones. La meta total es un millón de hectáreas, según Barcelos.
En comparación, Chile cosechó en 171.500 hectáreas el año pasado. Como ya agotó las tierras adecuadas a esa producción y no dispone de agua para más, sus empresas están interesadas en asociarse a proyectos en el Nordeste brasileño, aportando tecnología y experiencia en mercadeo.
Las ventajas de la fruticultura en Brasil son desmedidas, en la evaluación de Barcelos. Con 5.500 dólares se puede tener una hectárea irrigada y con el pomar ya hecho, mientras en Chile sólo la tierra irrigada cuesta 2,5 veces más.
Como cada hectárea ocupa a dos trabajadores, el doble de otros cultivos de exportación, se generarían dos millones de empleos en todo el programa, lo que significaría la redención económica y social de una parte del Nordeste, conocida como la más pobre región brasileña, donde la desnutrición infantil sigue matando.
La competitividad del Nordeste, además de los bajos costos, es favorecida por la posibilidad de producir todo el año, es decir dos o más cosechas anuales en muchos casos, sin sufrir la interrupción del invierno en Europa, América del Norte y otros competidores, como Chile e Israel, destacó Barcelos.
La globalización significa también disponer de frutas en todas las estaciones del año, favoreciendo a las regiones ecuatoriales, señaló.
El gran reto, admitió, es promover el consumo de frutas tropicales en los mercados más ricos del Norte, crear un nuevo hábito, "vencer resistencias culturales".
Los técnicos del Ministerio de Agricultura, como el director de Cooperativismo André Troncoso, destacan que la fruticultura irrigada permite un ingreso anual de 10.000 dólares al año, más de diez veces lo proporcionado por granos.
Con ello se crean condiciones para producción en pequeñas propiedades, organizadas en cooperativas u otros tipos de asociaciones, generando una clase media rural.
Pero el programa no beneficia al conjunto de los 45 millones de habitantes del Nordeste.
Se desarrollará en la cuenca del Rio Sao Francisco, cuyas aguas sirven a la irrigación, extendiendo proyectos exitosos concentrados especialmente en Petrolina y Juazeiro, en la frontera entre los estados de Bahia y Pernambuco.
Lo que era causa del infortunio económico y social del Nordeste, un clima semiárido con sequías prolongadas, se convirtió en "gran ventaja comparativa", según el empresario Manoel Dantas, que coordina el programa y dirige una de las grandes empresas fruticultoras, la Frunorte.
La fruticultura se beneficia de la baja humedad, que evita plagas, y de la luminosidad solar, que es permanente en el Nordeste.
El programa será impulsado por diez grandes empresas en torno a las cuales se organizarán centenares de pequeños productores, l lo que permitirá economías de escala y mejores condiciones de conservación, comercialización y avances tecnológicos.
Las perspectivas parecen tan prometedoras que es difícil comprender por qué el plan no empezó antes. El programa lleva "medio siglo de atraso", sentenció el comentarista económico de la red Globo de Televisión Joelmir Betting. (FIN/IPS/mo/dg/if/97