La comunidad rastafari de Jamaica, que otorga al ex emperador de Etiopía Haile Selassie estatura divina, se encargó de publicar el segundo volumen de su autobiografía, "My Life and Ethiopia's Progress" (Mi Vida y el Progreso de Etiopía).
Políticos y académicos occidentales consideran a Selassie un tirano que condujo a su país a la pobreza, pero miles de nacionalistas negros de todo el mundo lo veneran por su valor.
Los fieles de la religión rastafari niegan que Selassie haya vivido en medio del lujo durante sus años de exilio en Gran Bretaña a fines de los años 30 mientras su país en guerra sufría la invasión de los soldados italianos del dictador fascista Benito Mussolini.
Los rastafaris veneran a Selassie como el mesías y aseguran que su linaje puede rastrearse hasta los personajes bíblicos de David y Salomón.
Pero el propósito de "My Life" es comprobar la valía de Selassie como rey y líder, y no su estatura religiosa.
El volumen es el siguiente a "Autobiography of Emperor Haile Selassie" (Autobiografía del Emperador Haile Selassie), dedicado a sus primeros años como miembro de la familia real de Etiopía y su ascensión al frente del imperio en 1916.
El segundo libro fue concluido en 1974, unos meses antes de la destitución de Selassie y dos años antes de su muerte.
El segundo volumen, a diferencia del primero, apenas contiene detalles de la vida personal de Selassie. Sin embargo, uno de sus puntos de interés radica en las referencias que hizo el líder a la fe cristiana, en la que halló consuelo en épocas difíciles.
"My Life" contiene numerosas muestras de la correspondencia que Selassie mantuvo con otros exiliados etíopes y jefes de Estado europeos durante su exilio de cinco años en Gran Bretaña.
Las cartas fueron reunidas por Harold G. Marcus, académico afroestadounidense y profesor de la Universidad del Estado de Michigan, quien entrevistó a varios sobrevivientes del período más problemático de Etiopía.
El líder se vio obligado a hallar refugio temporario en Gran Bretaña luego de que las tropas de Mussolini invadieran y tomaran el control de Etiopía en 1936, a pesar del apasionado reclamo de ayuda militar que Selassie efectuó ante la Liga de las Naciones con sede en Ginebra.
La comunidad rastafari dio un paso importante con la compra de los derechos de "My Life" a la editorial británica Oxford Press, afirmó Sekou, empresario de Trinidad y Tobago cuya compañía, Frontline Distribution, es la responsable de la publicación.
"Es muy importante, una gran victoria para el movimiento rastafari. El libro muestra a Su Majestad como uno de los diplomáticos más astutos de su época", expresó Sekou, quien reside en Chicago.
"My Life" tiene la intención de mejorar la imagen de Haile Selassie como estadista de Africa, un continente en el que abundan los dictadores.
"Por alguna razón, nunca se le otorgó el debido respeto en Africa. La gente tiende a olvidar que Su Majestad era uno de los pilares de la unidad africana", señaló Sekou.
Sekou asegura que Selassie vivió en una casa sencilla llamada Fairfield en la ciudad de Bath durante su estadía en Gran Bretaña.
Los escritos del emperador indican que no su tiempo no fue holgado, como afirman sus detractores, y que mantuvo constantes reuniones con diplomáticos de elevada jerarquía con el fin de obtener apoyo para Etiopía.
Quizá la tarea más difícil de Selassie en el exilio fue mantener en alto la esperanza de sus desmoralizados patriotas.
Esa labor, escribió, no hubiera sido posible de no ser por la ayuda de influyentes personalidades inglesas, como Sylvia Pankhurst, editora de New Times y Ethiopia News, semanario que informaba a los etíopes en el exilio sobre la marcha de la guerra.
Selassie escribió que no era fácil conseguir aliados para Etiopía mientras Europa estaba al borde de una guerra, que al fin estalló debido a las tácticas de intimidación de Mussolini y Hitler.
Como resultado, el apoyo del cauto gobierno británico fue mínimo. Aun el arzobispo de Canterbury, quien se reunió varias veces con Selassie, se mostraba indeciso.
Pero Selassie demostró su inquebrantable propósito al rechazar lucrativas ofertas monetarias de Mussolini a cambio del control absoluto de Etiopía, según él mismo afirma en "My Life".
"Abandoné mi país no con el fin de venderlo sino buscando justicia para mi pueblo y mi nación. La historia de Etiopía no quedará despojada por monedas teñidas con la sangre de los etíopes", sentenció el ex emperador.
Selassie realizó tres pedidos de asistencia, infructuosos, a la Liga de las Naciones para expulsar de su país a los invasores italianos. El emperador escribe que la mayoría de los estados europeos, intimidados por Italia y sus vínculos con la Alemania nazi, se mantuvieron neutrales.
Las amenazas de invasión de Alemania e Italia a Francia y Gran Bretaña finalmente obligaron a Londres a brindar su ayuda a Etiopía en 1940. En mayo de 1941, Selassie volvió triunfal a su patria liberada pero su retorno no marcó el final de sus problemas, ni los de su país.
Algunos integrantes del gobierno británico pretendían controlar a Etiopía y despojarla de su riqueza, escribió Selassie. Pero la rápida acción del entonces primer ministro británico Winston Churchill evitó la acción.
La retórica que alarga en forma innecesaria las autobiografías de muchos líderes nacionales no está presente en "My Life" e incluso la inclinación de Selassie por el detalle no obstaculiza la lectura. (FIN/IPS/tra-en/hc/mk/aq-mj/cr/97