El presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, iniciará este miércoles una batalla para que su Congreso le autorice la llamada vía rápida en materia comercial, que no sólo será decisiva para el futuro de su gobierno sino para el de América Latina.
El Sistema Económico Latinoamericano (SELA) distribuyó este lunes un informe en el que califica la negociación como "vital para el proceso de conformación del Area de Libre Comercio de América (ALCA)".
El SELA, con sede en la capital venezolana, dijo en su publicación "Antena de Estados Unidos" que la batalla que iniciará Clinton el miércoles requerirá "una combinación de diplomacia y gran fuerza política".
La renovación de la vía rápida (también conocida por fast track, su denominación en inglés) es indispensable para que Clinton pueda negociar acuerdos comerciales con otros países o bloques, sin que en el Congreso pueda hacer más que aprobar o desechar el acuerdo resultante.
Se trata de un recurso que desde mediados de los años 70 han utilizado las administraciones estadounidenses para lograr los grandes acuerdos comerciales, incluidos los multilaterales de las rondas de Tokio y Uruguay, y los tratados de liberalización establecidos con Israel, Canadá y México.
Pero Clinton busca sin éxito su renovación desde que inició su primer mandato en 1993 y el dominio del opositor Partido Republicano en las dos cámaras complicará que obtenga los necesarios 218 votos de los representantes y 50 de los senadores.
Si no lo consigue antes de abril de 1998, cuando se realizará en Chile la cumbre interamericana para lanzar las negociaciones del ALCA, "pudiera ser el último esfuerzo" en materia comercial, hasta que llegue el sucesor de Clinton en el 2001.
Pero también sería el entierro anticipado del ALCA, porque sin "fast track" la administración de Clinton quedará sin fuerza negociadora con el resto del continente, ya que todo lo pactado pudiera después ser deshecho por el Congreso.
El SELA anticipa que Clinton utilizará toda su habilidad para sacar la discusión del esquema de los que apoyan y rechazan el libre comercio y en particular una apertura hacia el sur del río Bravo, después de la experiencia del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC) con Canadá y México, en vigor desde 1994.
Clinton basará su "pulseada" para poder dejar como logro histórico una negociación adelantada del ALCA en planteamientos "pragmáticos", evitando argumentos académicos en favor de la libertad de comercio, según el organismo de 27 países.
Su argumento central será que si Washington no actúa en defensa de sus intereses, se quedará rezagado frente a otras potencias como Jaón y la Unión Europea, que han trenzado importantes alianzas comerciales en áreas de su influencia.
En agosto, Clinton dijo que América Latina es un mercado emergente que el próximo siglo, al igual que Asia, crecerá tres veces más que el de Estados Unidos y que si no se capta a esa región con un acuerdo especial, sus "competidores lo harán".
El presidente de Estados Unidos recordó que desde 1992 esos competidores han negociado 20 acuerdos comerciales con Asia y América Latina, que no incluyen a Estados Unidos.
También evitará que el debate se centre en las bondades o perjuicios para su país del TLC, porque sus opositores han logrado crear una conexión entre las dificultades financieras de México y el tratado, así como vincular la apertura a países de la región con la llegada de productos de mala calidad a su mercado.
Pero Clinton utilizará su exitosa táctica para lograr la ratificación del TLC por el Congreso en 1993, de manera que el proceso para lograr la vía rápida se denomina TLC-II.
Se trató de promover acuerdos con importantes legisladores para lograr su respaldo a cambio de sumar al proyecto otras cuestiones importantes para sus aliados de ruta, como los congresistas negros interesados en un acuerdo especial con Africa y el Caribe, o los hispanos.
"Clinton estuvo dispuesto a negociar con respecto a cualquier punto que fuese de interés para algún miembro del Congreso", resaltó el SELA, y la negociación de la vía rápida terminaría por integrar una ley orgánica de comercio.
Entre los elementos que complican la carrera de Clinton para lograr llegar a abril con su "fast track" en mano para presentarlo ante los demás presidentes americanos, el SELA incluyó que los defensores del libre comercio "han estado completamente ociosos", al revés de sus rivales.
También destacó que las principales figuras de los demócratas y los republicanos van a participar en el debate "con la vista puesta en las elecciones presidenciales del año 2000".
Entre ellos están el vicepresidente Al Gore, favorable a la apertura continental, y su mayor rival dentro del Partido Demócrata para suceder a Clinton, el líder de la minoría de los representantes Richard Gephard, adverso al libre comercio.
La negociación para la vía rápida sería de tres tipos: los términos de los objetivos laborales y ambientales (los más polémicos), otras iniciativas de específico interés de grupos demócratas y sobre negocios de poca envergadura, con lo que Clinton se aseguraría el respaldo aislado de legisladores.
Pero el SELA destacó en su informe que los poderosos gremios empresarios ya anticiparon que apoyarán únicamente un proyecto para la vía rápida sin disposiciones laborales o ecológicas. (FIN/IPS/eg/dg/if/97