Aconsejado por un comité de teólogos, el Papa Juan Pablo II se negó a "promover" a la Virgen María al mismo nivel de Cristo, como lo solicitaron numerosos movimientos católicos, especialmente de Estados Unidos.
Una comisión pontificia teológica internacional examinó esta materia durante casi un año, desde agosto de 1996, y por unanimidad rechazó la idea de promover un nuevo dogma mariano.
Los resultados de este trabajo fueron publicados por L'Osservatore Romano, vocero oficial del Vaticano, el 4 de junio.
Los teólogos consideraron que "no era oportuno abandonar el camino trazado por el Concilio Vaticano II" sobre la figura y el papel de la Virgen.
El propio Juan Pablo II, en una serie de discursos en las audiencias generales de los miércoles, aun reconociendo a la Virgen María un papel de primer plano en el proyecto de salvación de la humanidad, invitó a los fieles a estar atentos en no caer "en falsas exageraciones".
"Es siempre necesario preservar en la doctrina mariana la infinita diferencia entre la persona humana de María y la divina persona de Jesús", subrayó.
El portavoz del Vaticano, Joaquín Navarro Valls, declaró el día 19 a la prensa que laa Santa Sede no programa ningún nuevo dogma para proclamar a María "corredentora" de la humanidad.
Desde California, Estados Unidos, el Papa había recibido poco antes un gran paquete con documentos y, sobre todo, 40.383 firmas de católicos que le pedían "promover" a la Virgen.
Solicitaban así que fuera proclamado su poder de infalible "corredentora" de la humanidad junto a Jesúcristo, agregando una figura femenina a la santísima Trinidad.
Peticiones similares habían sido formuladas en los últimos años por más de cuatro millones de católicos, entre los cuales la madre Teresa de Calcuta y 500 obispos, incluido John O'Connor, de Nueva York, y el polaco Joseph Glemp.
El movimiento proMaría ha sido también alimentado por las cada vez más frecuentes "apariciones" de la Virgen, de las que se registran más de 400 en el último siglo en todo el mundo.
Las más conocidas ocurrieron en Fátima, Portugal, en 1917, en Beaurin, Bélgica, en 1932, en Kibeho, Ruanda, en 1981, y en Medjugorje, Bosnia, en 1991.
Kenneth Woodward, corresponsal en el Vaticano del semanario estadounidense Newsweek, recordó en el número del día 17 de esa revista que "durante 2.000 años la Virgen ha sido la figura femenina dominante en la cultura occidental".
Sin embargo, agrega, un nuevo dogma sobre su "estatuto" obligaría a los católicos a aceptar otras tres doctrinas "revolucionarias".
En primer lugar, que la Virgen participa en la Redención, es decir en la liberación del hombre del pecado original obtenida por Cristo con su sacrificio.
Segundo, que todas las gracias emanadas del dolor y la muerte de Cristo son posibles sólo a través de la mediación de María, que las lleva a la atención de Cristo.
Y en tercer lugar que todas las oraciones y las peticiones de gracia de los fieles pasen a través de María.
"En la práctica, escribe Woodward con ironía, la Santísima Trinidad se transformaría en un santísimo 'cuarteto', con María en el papel múltiple de hija del Padre, madre del Hijo y mujer del Espíritu Santo".
Más allá de las complicaciones en el catecismo, un nuevo dogma mariano tendría consecuencias no sólo dentro de la Iglesia Católica sino en las relaciones con los otros cristianos.
Según William Franklin, teólogo de la iglesia episcopal, la versión de los anglicanos "agregaría otro clavo al ataúd del ecumenismo".
Los otros cristianos no podrían aceptar dos puntos del nuevo dogma: la valoración de María en perjuicio de Cristo y el énfasis puesto en la infalibilidad del Papa. (FIN/IPS/jp/dg/cr/97)