Con el objetivo de combatir la creciente marginalidad, la Iglesia Católica de Uruguay reclama a los dirigentes políticos que pongan fin a la demagogia, mientras en otro terreno apunta a recuperar los valores "tradicionales" de la familia.
"Los valores humanos están siempre dentro de nuestros objetivos, pero la pobreza y diversos casos de corrupción en el uso de los bienes del Estado actualizan nuestra demanda a los dirigentes políticos", dijo a IPS Paul Dabezies, vicario pastoral del arzobispado de Montevideo.
Dabezies hizo referencia a un documento de la vicaría de la capital uruguaya que meses atrás reclamó "dejar atrás la demagogia, las promesas incumplidas y la digitación de decisiones sin participación popular".
"Las cúpulas (de los partidos) tratan a sus partidarios como ovejas" y "el mal manejo de la administración pública tiene una estrecha relación con la pobreza y la marginalidad, sobre todo cuando la actividad política busca un rédito personal y no el de la comunidad", argumentó Dabezies.
El vicario pastoral recordó que "la pobreza es un desafío ético" y que la posición de la iglesia en ese terreno "estará condicionada a su evolución".
Los asentamientos irregulares en Montevideo, una ciudad en que viven casi 45 por ciento de los 3,1 millones de uruguayos, crecieron a razón de 9,4 por ciento anual en la última década.
Los barrios marginales de Montevideo se nutren de pobladores que integraban los sectores formales de la sociedad, de la que fueron expulsados por razones económicas y sociales, según un estudio del Instituto Técnico para la Promoción del Desarrollo Integral (INTEC).
Dabezies destacó que el documento al que hizo referencia también alertó sobre la pérdida de credibilidad de las organizaciones políticas, debido a "vicios de funcionamiento, por inoperancia, o por hechos de corrupcion".
Desde 1996, la justicia investiga varias denuncias de corrupción en la administración del ex presidente Luis Alberto Lacalle (1990-1995).
Para la Iglesia Católica, la inoperacia y la prescindencia de los valores de la sociedad "abonan el terreno para el surgimiento de corporativismos (y) de salvadores que irrumpen incluso (desde) desde fuera del sistema".
La preocupación de la Iglesia Católica por las cuestiones políticas y sociales es defendida por un sector de la misma considerado por los especialistas el más actualizado y cercano a la realidad.
Otros orientadores de opinión dentro del clero uruguayo se ubican en posiciones diferentes, y antes que a los problemas sociales, concentran su preocupación en las cuestiones familiares.
El obispo Nicolás Cotugno, a cargo de la Comisión Pastoral Familiar de la Conferencia Episcopal del Uruguay (CEU), dijo que varios sacerdotes están preocupados por la posicion de integrantes de la grey católica con respecto al divorcio, a las relaciones prematrimoniales y al aborto.
De acuerdo con una encuesta realizada de la Comisión Pastoral, 69,1 por ciento de los católicos están a favor del divorcio, 54,2 por ciento admiten las relaciones prematrimoniales y 25 por ciento son partidarios del aborto.
"Hay católicos que se dicen tales pero no lo son. Ser católico no supone decir lo que a mí me parece, sino aceptar a Jesucristo, su palabra y su revelación. Eso es dogmatismo y hay que tener el coraje de decirlo", declaró Cotugno.
Quienes opinan de modo diferente "están enfermos", afirmó Cotugno, que que defendió la posición impulsada por el Papa Juan Pablo II a partir de los años 90 respecto de los asuntos de moral familiar.
"Es necesario volver a las fuentes", reclamó Cotugno, al tiempo que cuestionó el surgimiento de formas no tradicionales de organización familiar, como las parejas de homosexuales.
"Puede haber condicionamientos genéticos que determinan impulsos humanos, sensibles, afectivos, biológicos, hacia personas del mismo sexo, pero esto no lo tomo como criterio de verdad", dijo.
"No es la patología lo que hace la normalidad. ¿Dónde encuentro el criterio de discernimiento frente a la patología?. Para mí, la última palabra la tiene Jesucristo", agregó.
Por otra parte, el avance de grupos religiosos no tradicionales, como los cultos de origen africano, las sectas asiáticas o las organizaciones evangelistas, perocupan a la iglesia, pero no como cuestión central.
Sólo 18 por ciento de los habitantes de la capital que se declaran católicos mantienen una vinculación formal con la iglesia, aseguraron los expertos Guillermo Kerber, Pablo Mieres y Néstor Da Costa, en un informe sobre creencias y religiones en Montevideo.
Casi 48 por ciento de las personas consultadas por los tres expertos se declararon católicas, 12,6, cristianos no catolicos, 8,4 creyentes, 8,3 deístas, 2,6 agnósticos, 14,4 ateos, 4,4 de otras definiciones y 1,5 por ciento no respondieron..
Dabezies reconoció que la Iglesia Católica está perdiendo muchos fieles en América Latina, que son captados por otras corrientes, pero en el caso de Uruguay, "no advertimos un descenso notorio en la práctica religiosa".
Hay muchos católicos que, aún siendo bautizados, no tienen vinculación real con la iglesia. Otros, que la tienen, pasaron por otras organizaciones religiosas, debido a situaciones de "crisis", pero ham retornado. (FIN/IPS/rr/ff/cr/97