La reforma constitucional a discusión en Tailandia amenaza ya en su primera etapa con provocar una tajante división en la ciudadanía y disturbios en las calles, mientras transcurre la peor crisis económica de las últimas décadas.
Quienes respaldan el borrador de nueva constitución afirman que se trata del único camino para resolver los profundos problemas nacionales. Los que se oponen afirman que la carta es "utópica" y no está a tono con los valores tradicionales y la estructura de la sociedad tailandesa.
Analistas políticos pronostican que cualquier pronunciamiento a favor o en contra del proyecto podría provocar el caos en una ciudadanía muy sensibilizada que responsabiliza a la dirigencia política de la bancarrota económica.
El borrador final de la constitución, aprobado este mes por un comité redactor elegido en parte por la ciudadanía, será debatido por el parlamento en la primera semana de septiembre. Si no se aprueba en esa instancia, habrá un referendo nacional.
La iniciativa comenzó a elaborarse el año pasado, cuando Banhardn Silpa-Archa estaba aún al frente del gobierno, cinco años después de que los partidos políticos se comprometieron con la reforma.
Los redactores del proyecto previeron el establecimiento de una comisión electoral independiente con amplias potestades y limitaciones al número y las facultades de los ministros.
Las elecciones en Tailandia son fiscalizadas hoy por el Ministerio del Interior, disposición muy criticada porque impide evitar la compra de votos por parte de políticos adinerados, una práctica generalizada en el interior del país.
Las propuestas más controvertidas son la introducción de la elección directa de la totalidad de los 200 senadores y de miles de "kamnan" (alcaldes) que en la actualidad son designados por el gobierno.
Algunas normas propuestas otorgan mayor independencia al Poder Judicial, como la eliminación de los controles a la Corte de Justicia y la Corte Constitucional hoy en manos del Ministerio de Justicia.
"La nueva constitución es la única esperanza para el futuro de una Tailandia fuerte y democrática", dijo Anand Panyarachun, ex primer ministro y presidente del comité redactor.
Anand, figura muy popular entre la clase media de Bangkok y los empresarios, encabeza la campaña para convencer a los legisladores con el fin de evitar un referendo. La compra de votos restaría, en esa eventualidad, posibilidades al proyecto.
Hasta ahora solo cuatro partidos opositores, el Demócrata, Chart Thai, Seritham y Palang Darma, y uno que integra la coalición de gobierno, Prachakorn Thai, anunciaron su apoyo sin condiciones al borrador. Sin embargo, algunos de sus dirigentes manifiestan sus reservas.
Ninguno de los restantes cuatro partidos que componen el gobierno del primer ministro Chavalit Yongchaiyudh, que comenzó en diciembre del año pasado, comprometieron su apoyo o rechazo a la constitución.
El propio Chavalit adelantó un vago respaldo, pero algunos legisladores de su Partido de la Aspiración Nueva parecen decididos a votar en contra.
El rechazo de la constitución privaría al primer ministro de toda su credibilidad, según analistas que apoyan la iniciativa.
Chavalit no pudo evitar en nueve meses de gobierno una abrupta caída de su popularidad como consecuencia de su incapacidad para resolver los problemas económicos. Para los opositores, la actual administración empeoró la situación con un mal manejo de los números.
El baht, la divisa nacional, cayó 30 por ciento desde la primera semana de julio, mientras cientos de empresas, en especial de los sectores inmobiliario y financiero, corren serio riesgo de quiebra a causa de la acumulación de deudas y el enlentecimiento de la economía.
Tailandia debió apelar a un préstamo de 16.000 millones de dólares de países donantes a instancias del Fondo Monetario Internacional, el paquete de asistencia más cuantioso desde la segunda guerra mundial después del aportado a México en diciembre de 1994, que ascendió a 50.000 millones de dólares.
"Las posibilidades de aprobación de la constitución descienden si fracasa en el parlamento y se convoca a referendo, pues los políticos que se oponen a ella utilizarán todo su dinero e influencia feudal contra ella", dijo el analista político Therayuth Boonme.
La última vez que Tailandia se sumergió en la turbulencia política como consecuencia de un debate constitucional fue en 1973, cuando el movimiento estudiantil logró acabar con la dictadura militar.
Una larga serie de golpes de estado llevó a Tailandia a adoptar, modificar y abolir 15 constituciones en las últimas seis décadas desde el fin de la monarquía absoluta en 1932.
En esta ocasión, hubo un complejo proceso que comenzó con una combinación de elección directa y selección de 99 redactores en cada una de las provincias.
La iniciativa, que fue modificada a través de asambleas, seminarios públicos e incluso redes informáticas, supone, según quienes la apoyan, un incremento de las libertades civiles y una despedida a las prácticas de corrupción en el gobierno.
Pero también supuso, según críticos del proceso de elaboración que no necesariamente se oponen a la norma, una forma demasiado académica de debate.
"El cambio social no se produce solo por el reemplazo de un libro sagrado por otro, sino que requiere de un mayor esfuerzo de parte de la sociedad tailandesa", según una carta de lectores publicada por el diario Nation, de Bangkok.
Muchos analistas políticos atribuyen la actual crisis económica a la profunda estructura de jerarquías que ofrece oportunidades a los adinerados y se las niega a los pobres, mantenida con años de represión a quienes reclamaban cambios.
Tailandia es uno de los cinco países del mundo con mayor inequidad de ingreso, según estimaciones internacionales. Informes recientes revelan que el 20 por ciento más pobre de la población recibe apenas 5,6 por ciento del ingreso y el 20 por ciento más rico, 52,7 por ciento.
Quienes apoyan el proyecto de constitución afirman que Tailandia debe avanzar a un solo paso por vez. La adopción de un nuevo sistema institucional ya sería un gran paso adelante.
Miles de "kamnan" planean manifestar en Bangkok a comienzos de septiembre para protestar contra el proyecto de convertir sus cargos en electivos, mientras docenas de grupos estudiantiles y democráticos anunciaron que interferirán en sus actividades.
Un incidente generaría disturbios en todo el país. En ese caso, la imagen de los siempre sonrientes, pulcros y tolerantes tailandeses se convertirá en un recuerdo del pasado. (FIN/IPS/tra- en/ss/js/mj/ip/97