Gonzalo Sánchez de Lozada concluyó este miércoles su gestión como presidente de Bolivia con la sensación de haber sido el artífice de grandes reformas y el abanderado de la equidad de género y la participación política de los indígenas, según dijo a IPS.
"Ha sido como estar en una maratón muy dura. Otros países no pueden avanzar en la forma que hemos avanzado nosotros, en un lapso tan corto y en democracia", dijo al evaluar su gestión de cuatro años.
"Goni", como se lo conoce, llega al fin de su gestión con angustia porque el impacto de sus medidas aún no se ha comenzado a sentir.
Pero explica esta situación con una frase del filósofo Nicolás Maquiavelo que repite incansablemente: "No recomiendo el cambio, porque los perjudicados se dan cuenta inmediatamente y los beneficiados tardan mucho tiempo".
La población no ha comprendido aún que las reformas impulsadas por su gobierno han llevado a "devolver al pueblo lo que es de ellos", opina.
Cita como ejemplo el caso de la "participación popular", una reforma que consistió en proceder a una nueva división administrativa del país en 311 municipios dotados de poder y de recursos económicos.
Antes de esa medida, 75 por ciento de los ingresos del Estado eran administrados desde el gobierno central y sólo 25 por ciento se distribuía entre las regiones. Ahora la proporción es justo la inversa.
Los fondos de que disponen los 311 municipios son controlados por consejos de vigilancia integrados por las propias comunidades.
Cada municipio recibe cierta cantidad de recursos según el número exacto de sus habitantes. En teoría, cada ciudadano percibe del Estado la misma cantidad de recursos para ser invertidos en obras de infraestructura o en la producción.
"Es una medida redistributiva que se va a asentar en unos cuatro o cinco años", asegura Sánchez de Lozada.
En el caso de las empresas del Estado, en lugar de privatizarlas, el mandatario saliente optó por "la capitalización", que consistió en entregar la administración de esas firmas a consorcios privados a condición de que inviertan en ellas igual cantidad de recursos que el valor de las empresas.
Al final, los inversores se convirtieron en propietarios de 50 por ciento de las compañías de energía, ferrocarriles, telecomunicaciones, aeronavegación comercial y de electricidad, mientras el otro 50 por ciento pasó a ser de propiedad de todos los ciudadanos bolivianos mayores de 21 años.
Las utilidades que generan esos recursos han comenzado a entregarse este año a través de un "bono solidario" anual y vitalicio -por ahora equivalente a unos 250 dólares- a los bolivianos mayores de 65.
La reforma educativa, que incorpora la enseñanza en idiomas nativos para las comunidades indígenas, el seguro maternoinfantil y de vejez e iniciativas tendientes a acabar con la retardación de justicia son otras de las reformas que impulsó "Goni".
Sánchez de Lozada califica como uno de los grandes aciertos de su gobierno la elección de su vicepresidente y acompañante de fórmula en las elecciones de 1993, el indígena aymara Víctor Hugo Cárdenas, que incorporó la dimensión étnica y de género en todas las reformas aplicadas en su gestión.
"Cárdenas ha influido en los cambios de la Constitución, la participación popular, la reforma educativa. Ha sido un excepcional hombre que con mucha habilidad ha hecho sentir su influencia y ha mostrado que de nuestras raíces, de nuestras etnias pueden salir los futuros líderes de Bolivia", dijo.
"Mi mérito ha sido escuchar a un hombre que sabía y que con mucha generosidad y discreción, sin ser protagonista, quería resultados y no figurar", añadió el ahora ex presidente, conocido por su acento anglosajón por haber pasado largos años en Estados Unidos.
Sánchez de Lozada creó por otra parte la Subsecretaría de Asuntos de Género con rango de viceministerio y promovió una ley contra la violencia doméstica.
También se dice abanderado del desarrollo sostenible, y creó con ese nombre un ministerio, en 1993, una iniciativa novedosa en la región.
En el mismo plano, impulsó la Cumbre Hemisférica sobre Desarrollo Sostenible, que se realizó en diciembre de 1996 en Santa Cruz, en el oriente de Bolivia.
De cara al futuro, declara que no se tomará ningún descanso y que al día siguiente de la transmisión de mando irá a la sede de su partido, el Movimiento de izquierda Revolucionario, desde donde bregará para cuidar el destino de las reformas.
"Si el pueblo me ha acompañado y me ha dado ese mandato tengo que proteger esas medidas y contribuir a sugerir los cambios, a observar los errores y aplaudir los aciertos del gobierno del general Hugo Banzer", afirma.
Conocido por su humor, Sánchez de Lozada asegura que por trabajar 14 horas diarias y estar encerrado en su laboratorio de reformas se ha quedado sin amigos "ni amigas" y que no ha tenido tiempo "ni para bailar apretadito".
Y desliza la posibilidad de volver a ser candidato a la Presidencia en las elecciones del 2002, porque entonces -dice- podrá cosechar los frutos de todo lo que sembró en los últimos cuatro años. (FIN/IPS/jcr/dg/ip/97