/REPETICION/ CUBA: El mundo debe cambiar, el problema es cómo

El socialismo no será la vía, pero el neoliberalismo tampoco parece serlo. Los 12.000 jóvenes llegados a Cuba para un encuentro internacional saben qué quieren y qué rechazan, pero el problema es el camino para alcanzar los objetivos.

"Todos sabemos que las cosas tienen que cambiar, el problema es cómo lograrlo", dijo uno de los 849 estadounidenses que viajaron a La Habana para asistir al XIV Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes, finalizado este martes.

Tras ocho días de debates, encuentros informales y fiestas, esa parece ser la disyuntiva para la mayoría de los representantes de 132 países que desde el 28 de julio participaron en el festival mundial.

El encuentro terminó con una declaración contra la ampliación de la Organización del Tratado del Atlántico Norte y contra los bloqueos económicos, las ocupaciones militares, el terrorismo de Estado, la monopolización de la información, la imposición de modelos culturales y cualquier tipo de discriminación.

"Apoyamos la lucha de las mujeres por la igualdad de derechos en todas las esferas. Exigimos el derecho de los jóvenes a tener acceso a un mejor nivel de atención médica y educación verdaderamente gratuitos, y al empleo", se consignó en el documento leído por una joven saharahuí.

Unas 35.000 personas, reunidas en el estadio panamericano de La Habana, apoyaron la declaración, que exigió la cancelación de la deuda externa del mundo en desarrollo, la democratización de la Organización de Naciones Unidas y una política de desarrollo que preserve el ambiente.

Los jóvenes se comprometieron a dar continuidad a los festivales mundiales, propusieron la creación de una red internacional de intercambio cultural y lanzaron un llamado para superar la crisis a la Unión Internacional de Estudiantes (UIE).

"El edificio de la Unión Internacional de Estudintes parece un fantasma. La UIE está en bancarrota", advirtió el periódico Juventud Rebelde, órgano de la Unión de Jóvenes Comunistas de Cuba, principal organizadora del encuentro de La Habana.

La UIE tiene sede en Praga y durante más de cuatro décadas se mantuvo con apoyo de los antiguos países socialistas de Europa. Ahora, un grupo de estudiantes canadienses propusieron la ciudad de Montreal como asiento de un congreso que intentaría relanzar la organización estudiantil.

"Este festival se ha realizado en condiciones muy diferentes a las que existían en sus anteriores convocatorias", señaló la declaración final.

Desde la última cita en Pyongyang, en 1989, desapareció la Unión Soviética, cayó el Muro de Berlín, terminó la guerra fría, se impuso la unipolaridad y las políticas neoliberales se afianzaron sobre la derrota del socialismo real.

Para no pocas personas en el mundo podría parecer "fuera de tiempo" el intento por rescatar un movimiento surgido al final de la segunda guerra mundial para luchar "por la solidaridad antimperialista, la paz y la amistad".

No obstante, la asistencia a la reunión de La Habana superó las expectativas de los propios organizadores, que pronosticaban la participación de 5.000 delegados extranjeros y de 1.000 cubanos que, como finalmente sucedió, se hospedarían fundamentalmente en casas de familias.

"Lo que más quieren es llevarse un libro o un afiche del Che", dijo Yunislady Pérez, una estudiante cubana de 21 años que hizo amistad con un grupo de jóvenes uruguayos participantes en el festival.

La utilización de la imagen de Ernesto "Che" Guevara como centro del festival fue un atractivo extra, a 30 años de la muerte del guerrillero argentino-cubano en Bolivia y a menos de un mes del descubrimiento de sus restos en ese país.

Revistas, libros, afiches, sellos, camisetas y casetes con la foto del Che o dedicados a él fueron perseguidos por los asistentes a La Habana que, en su mayoría, encuentran en la personalidad del guerrillero el símbolo de objetivos que buscan.

"Si el proceso de canonización fuera (aún) como en los primeros tiempos del cristianismo, por aclamación de la iglesia, el Che aparecería hoy en los altares religiosos, como se halla en los altares ideológicos", dijo el teólogo brasileño Frei Betto.

Para el gobierno de Cuba, el festival fue una manifestación de apoyo al derecho de la isla a optar por el sistema socialista y de rechazo total al bloqueo económico que le impone Estados Unidos desde 1962.

Un inmenso anillo de concreto, atravesado por una bandera cubana a prueba de viento y salitre, comenzó a moldearse en la capital de Cuba justo el día final del festival mundial y gracias a la recolección en Brasil de 100.000 dólares.

La idea, concebida y proyectada por el arquitecto brasileño Oscar Niemeyer, intenta expresar la debilidad del bloqueo de Estados Unidos a la isla y se alzará frente a las oficinas de la sección de intereses de Washington en La Habana.

Al final, el respeto a la diversidad se presentó como la carta de triunfo del encuentro.

Los visitantes chilenos hablaron del presidente socialista Salvador Allende, muerto en el golpe de Estado de 1973, y los libios vistieron camisetas con la imagen impresa de su líder, Mohamar Gadafi.

Mientras, trotsquistas de diversos países vendieron sus publicaciones y un grupo de homosexuales estadounidenses pidieron el fin de la homofobia en Cuba. (FIN/IPS/da/ff/ip/97

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