Expertos y políticos pidieron al gobierno de Panamá que reoriente su programa económico hacia las capas más bajas de la población afectadas por altos niveles de pobreza y desempleo y una desigual distribución de la riqueza.
Tal reclamo se produjo luego que el presidente Ernesto Pérez Balladares dijera la semana pasada en un mensaje por cadena de radio que en lo que va del año la economía "muestra signos de fortaleza".
Pese a que sólo presentó cifras del primer trimestre de 1997, cuando el Producto Interno Bruto (PIB) aumentó 3,7 por ciento, Pérez Balladares consideró que con ello "se ha roto un círculo vicioso en el que una economía sin crecer generaba desconfianza y ahuyentaba a su vez las nuevas inversiones".
No obstante el optimismo oficial, el economista Juan Jované, director del Instituto de Estudios Nacionales (IEN) de la estatal Universidad de Panamá, dijo que la actual estructura económica es ineficiente y no estimula la productividad.
Luego de haber registrado un incremento promedio de 7,1 por ciento entre 1990 y 1993, el aumento del PIB se redujo a 3,7 por ciento en 1994, 2,1 por ciento en 1995 y 2,5 por ciento en 1996, según estadísticas del Ministerio de Planificación y Política Económica.
A pesar de ese alto promedio de crecimiento, el porcentaje de la población en situación en situación de pobreza aumentó de alrededor de 40 a 50 por ciento en la primera mitad de la década de 1990.
De acuerdo con estudios realizados por el IEN, los elevados índices de pobreza, la desigual distribución de la riqueza, la falta de acceso a la educación y el desempleo, son los cuatro factores que estimulan esa mala estructura económica.
Jované puso como ejemplo el caso de la actual distribución de la riqueza donde el 20 por ciento de la población más rica se queda con 60,3 por ciento de lo que produce el país, en tanto que en el otro extremo hay 20 por ciento de pobres que sólo perciben 2,7 por ciento del total.
Aunado a ello se encuentra el grave problema de desempleo abierto que padece Panamá -14,1 por ciento- que lo sitúa en el penúltimo lugar de la tabla de América Latina, sólo superado por Argentina que ostenta un 18 por ciento.
Jované precisó que paralelo a la falta de equidad a nivel de distribución de la riqueza, también se enfrenta el problema de "la mala distribución del capital humano", entre los que se encuentra "el acceso real a la educación".
Según el último Censo de Población y Vivienda realizado en 1990, casi nueve por ciento de la población mayor de 15 años no había aprobado ni un sólo grado escolar, mientras que 34,4 por ciento sólo había logrado llegar hasta el nivel primario, acotó el experto.
A juicio del economista, esa forma de distribución de la riqueza por un lado y del capital humano, por otro, "genera importantes costos económicos en materia de estímulo a la productividad".
Estudios del Instituto de Estudios Nacionales revelaron que 70 por ciento de los algo más de un millón de panameños económicamente activos perciben ingresos por debajo de los 400 dólares mensuales.
Según la organización sindical Confederación de Trabajadores de la República, esta cifra no alcanza para solventar la canasta básica de alimentos.
Esa central sindical estimó en 412 dólares al mes el ingreso que debe percibir un jefe de familia para sostener la canasta básica de alimentos, o sea el mínimo vital para no caer por debajo de la línea de pobreza absoluta que sufre alrededor de 50 por ciento de los 2,5 millones de panameños.
El Ministerio de Planfificación y Política Económica estima en 217 dólares mensuales el costo de la canasta básica.
En tanto, el sociólogo Raúl Leis apuntó que uno de las peores consecuencias de la inequidad social y económica es que al persistir esos problemas queda cuestionada la democracia y comprometida la gobernabilidad.
"No puede haber desarrollo económico y democracia con hambre", señaló Leis, actual directivo del Centro de Educación y Acción Social de Panamá y ex fundador del centroizquierdista Movimiento "Papa-Egoró", la tercera fuerza política del país.
El ex vicepresidente de Panamá y actual presidente de la Internacional Demócrata Cristiana, Ricardo Arias Calderón, estimó que en el país existen dos problemas fundamentales; la superación de la pobreza y el asumir la plena soberanía del canal el 31 de diciembre de 1999.
Acotó que la primera pregunta es "si vamos a dejar de ser un país dividido entre una cúpula cada día más rica y poderosa y una base estancada en la pobreza y marginada de las decisiones sobre su propia vida, para integrarnos como una auténtica camunidad".
En segundo lugar, la interrogante es si como país vamos a realizar exitosamente la transición de un nacionalismo que reivindica la plena soberanía hacia uno "que la ejerce responsablemente para nuestro propio beneficio en el contexto de un mundo interdependiente", subrayó Arias.
Tras señalar que es evidente que "hay algo que no funciona en la política económica del gobierno", el ex vicepresidente afirmó que en esa materia "sería importante que el gobierno tuviera la sensatez de acoger cuestionamientos y considerar rectificaciones". (FIN/sh/jc/if-ip/97