MONGOLIA: Una bolsa de valores en medio del desierto de Gobi

Las fluctuaciones del mercado internacional no llegan hasta la capital de Mongolia, donde funciona desde hace cinco años una bolsa de valores tan joven como insensible a las influencias externas.

Si la bolsa de Nueva York se hundiera, el menos afectado sería el mercado de Mongolia, debido al aislamiento en que aún se encuentra este país de 2,3 millones de habitantes, entre los que aún abundan los nómadas.

Mongolia, incorporada durante 70 años al área de influencia soviética, está encerrada entre China y Rusia y permaneció sin contactos con el mundo capitalista hasta que el régimen comunista que la gobernaba se disolvió en 1990.

Ahora presenta una de las economías más abiertas de la Tierra, sin aranceles a las importaciones, pero subsiste su principal problema: el aislamiento geográfico. Sin salida al mar, Mongola se encuentra en medio del desierto de Gobi, y sus exportaciones e importaciones deben pasar necesariamente por Rusia o China.

"El mercado de valores mongol es aún muy insensible" a las fuerzas exteriores, destacó Lkhagvasuren Orgil, miembro de la bolsa local.

"No hay conexiones con los mercados internacionales. La función de nuestra bolsa es redistribuir la propiedad y administración de los capitales que pertenecían al Estado", explicó Lkhagvasuren.

La bolsa de Mongolia reúne a 29 operadores, que representan a la misma cantidad de empresas financieras.

"A fines de 1995, todos los mongoles se convirtieron en accionistas" de empresas, dijo Munkhtsetseg, funcionario del Departamento de Relaciones Exteriores e Investigación de la bolsa.

El gobierno reformista instalado en 1992 emitió bonos que permitieron a la población adquirir acciones de las empresas del Estado, que se encontraban en proceso de cierre o de privatización.

El viaje de Mongolia por la vía capitalista no fue fácil. Los economistas más viejos, de educación soviética, protestaron a principios de esta década, cuando el país discutía la forma de dinamizar su estancada economía dirigida por el Estado.

Entre los principales reformistas se contaba Zholzhargal, un joven de 26 años con estudios de economía en Estados Unidos, partidario de una estrategia de cambios radicales y enfrentado a la corriente de opinión gradualista.

Zholzhargal, creador de la bolsa de valores, diseñó un plan en el que el nuevo mercado financiero tendría un importante papel en la privatización de los bienes del Estado.

Hoy, los mismos mongoles que dudaban de las reformas económicas esperan con impaciencia al final de la jornada el índice de las principales 75 empresas cotizadas en bolsa.

Hace unos años, sentían temor ante la idea de convertirse en accionistas de las empresas públicas y adquirir la propiedad sobre esos mismos activos.

Zholzhargal y Munkhtsetseg tuvieron que explicar a principios de los años 90 qué son las acciones y el mercado de valores.

Pero ya todos lo saben. La inauguración de la bolsa de valores fue sólo una de las reformas que los nuevos líderes del país emprendieron en el camino hacia la economía de mercado.

El cambio más radical fue decidido en abril de este año: la eliminación de todos los aranceles e impuestos al comercio, para atraer la inversión extranjera.

La medida entró en vigor en mayo, luego de que un agitado debate parlamentario enfrentara a los reformistas con los ex comunistas.

El gobierno de la Unión Democrática, instalado tras las elecciones de junio, redujo el gasto y cerró bancos deficitarios, optando por la terapia de choque para generar un ambiente favorable a la iniciativa privada.

La privatización a gran escala de pequeñas y grandes empresas estatales está en marcha y se espera la venta de 900 compañías para fines de 1998.

Muchos creen que Mongolia se arriesga al permitir que extranjeros, especialmente chinos, adquieran acciones en la bolsa de valores del país.

La población aún recuerda el opresivo dominio que China mantuvo sobre el país desde el siglo XVII hasta 1911, y la pobreza que impusieron los comerciantes chinos a los pastores mongoles, al otorgarles préstamos con altas tasas de interés que los condenaban a una deuda vitalicia.

Sin embargo, los reformistas arguyen que el arma de doble filo de la intensa privatización y liberalización es el único remedio para superar el estancamiento que sufrió el país bajo la influencia soviética.

La ex Unión Soviética dominó al país en todos los aspectos políticos y económicos, y luego de su colapso, Rusia sigue siendo el principal socio comercial de Mongolia.

Los agentes de bolsa aseguran que en un futuro no lejano, el mercado de Ulan Bator operará en forma similar a la bolsa de Nueva York y contribuirá al crecimiento económico. (FIN/IPS/tra- en/ab/js/aq-ff/if/97

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