El gobierno de México protesta contra el fin del embargo a la venta de armas sofisticadas por parte de Estados Unidos a América Latina y alienta acuerdos regionales para frenar una carrera armamentista, mientras en casa multiplica a un ritmo sin precedentes sus gastos bélicos.
En los últimos tres años México elevó en 1.000 por ciento su presupuesto de defensa hasta llegar a 1.582 millones de dólares anuales, señalan estudios especializados, que recogen cifras oficiales, informes de la Central de Inteligencia de Estados Unidos (CIA) y declaraciones de funcionarios.
El canciller José Gurría indicó que en la XI Cumbre del Grupo de Río, que se realizará este fin de semana en Paraguay, México rechazará el levantamiento a la prohibición de venta de armas de alta tecnología y poder destructivo a América Latina -vigente desde 1977- decidida por Washington el 31 de julio.
Es un acto "unilateral" que podría alterar los equilibrios y conducir a una "escalada de adquisición de armamento en la región", advirtió el canciller.
Aunque corresponde a cada país decidir sobre la modernización de sus equipos militares, entre los gobiernos de América Latina miembros del Grupo de Río se comparte la idea de privilegiar el gasto social al bélico, añadió Gurría.
El gobierno del presidente Ernesto Zedillo presentó el día 7 un plan "integral" contra la pobreza, que afecta a más de 50 millones de mexicanos, con un financiamiento de 153 millones de dólares, cifra que representa 9,6 por ciento del presupuesto destinado a las Fuerzas Armadas.
Los últimos años el potencial bélico de México se incrementó de manera sustancial y a un ritmo inédito hasta ubicarlo como el tercer país latinoamericano, tras Brasil y Argentina, que más gasta en armamento, apuntó Jorge Medellín, investigador de temas de seguridad nacional.
Los factores que alentaron ese notable crecimiento en el gasto son la lucha contra el narcotráfico, cada vez más poderoso en su capacidad corruptora, y los surgimientos de la guerrilla zapatista en enero 1994 y del Ejército Popular Revolucionario en junio de 1996, sostiene el experto.
Medellín cita en su estudio "Globalización y gasto bélico en México" documentos de la CIA, declaraciones del funcionarios de la Secretaría de Hacienda y datos de la de Defensa, que desmuestran que luego del alzamiento zapatista el presupuesto militar local se elevó drásticamente.
Según el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos, con sede en Londres, México, que a diferencia de otros países de América Latina no enfrenta conflictos de límites con sus vecinos, cuenta con el segundo mayor número de militares en la región.
Las cifras oficiales indican que las Fuerzas Armadas locales están integradas por 175.000 elementos del Ejército y la Armada y 8.000 de la Fuerza Aerea.
Aunque mantienen en secreto la cantidad y tipo de armamento que poseen, los militares aseguran estar lo suficientemente equipados para enfrentar las amenazas internas y defender el territorio en caso de una agresión extranjera.
En febrero, el gobierno mexicano anunció que empezó una ofensiva diplomática para concertar acuerdos que frenen carreras armamentistas en América Latina y el Caribe.
La propuesta, presentada al cumplirse los 30 años del Tratado de Tlatelolco, que convirtió a la región en una zona libre de armas nucleares, consiste en definir una convención contra el tráfico ilegal de armas y el establecimiento de parámetros de autocontrol en la compra de nuevo material bélico.
La recuperación económica de la región abrió el apetito de los abastecederes de armas, afirmó en aquella ocasión Sergio González, subsecretario de Asuntos Multilaterales de la cancillería mexicana.
Datos del Fondo Monetario Internacional (FMI) difundidos en Washington a mediados de 1996 indican que los gastos militares en América Latina representaron en el último quinquenio 1,2 por ciento del producto interno bruto (PIB) de la región, lo que significó un repunte nominal de 6.000 millones de dólares.
No obstante el aumento, el FMI observó que América Latina registra la proporción de gastos militares más baja en relación al PIB de otros países de Africa, Asia, Medio Oriente, Europa y Rusia. (FIN/IPS/dc/dg/ip/97)
