/INTEGRACION/COMUNIDAD ANDINA: Vino antiguo en odre nuevo

La Comunidad Andina (CA), continuación histórica del desaparecido Grupo Andino, es un odre nuevo para un vino antiguo, un envase más funcional para un contenido similar en sus objetivos y actualizado en sus procedimientos.

Ese fue el mensaje que transmitió el venezolano Sebastián Alegrett, secretario general de la naciente Comunidad, poco después de reunirse con los técnicos y empleados del bloque andino.

"Las perspectivas son excelentes para los países andinos", que se pondrán a trabajar para reforrzar sus lazos con el Mercosur y la Unión Europea, y en la incorporación del comercio de servicios en la Zona Andina de Libre Comercio, que por ahora sólo incluye el tráfico de bienes.

Había un ambiente entre optimista y tenso entre los 120 ex técnicos y empleados administrativos del Grrupo l día 1 cuando fueron notificados por Alegrett que seguirían en sus puestos hasta diciembre, mientras se evaluaba a cada uno de ellos para decidir su incorporación definitiva en la Comunidad Andina.

Hasta unos días atrás, casi todos preparaban valijas para retornar a sus países de origen y buscar otro empleo, porque parecía evidente que el bloque no podría recuperar a Perú, nación sede y fundadora hace 28 años, que renunció a seguir en el bloque por graves discrepancias arancelarias.

La sensación de soledad que envolvió al país al dejar al bloque andino sin haber logrado una fórmula de asociación siquiera bilateral con el Mercosur, así como la presión de sus industriales exportadores, peuden haber motivado la reincoporación peruana.

El más antiguo bloque subregional de integración latinoamericano parece haber remontado una grave crisis, que coincidió con el inicio de su cuarta etapa.

Esta cuarta fase se caracteriza por una reforma en la estructura de sus mecanismos de gobierno y algunas nuevas prioridades en los objetivos del proceso de integración.

El organismo máximo de la CA pasó a manos de los presidentes y los cancilleres de los cinco miembros (Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela), lo que implica un mayor compromiso político de los gobiernos en el destino y las decisiones del bloque.

Dentro de ese esquema, la Secretaría General, ejercida por Alegrett, sustituye a la direccción colectiva asumida antes por la Junta del Acuerdo de Cartagena, de tres miembros.

Hasta ahora, la vida del bloque andino marca tres etapas definidas por los objetivos del proceso de integración, que a su vez reflejaron las tendencias predominantes en la economía mundial.

Cuando nació el Grupo Andino, en octubre de 1969, en los países en vías de desarrollo imperaba la teoría de la sustitución de importaciones, que basaba las expectativas de crecimiento en la protección del mercado interior.

Los cinco países que se asociaron entonces (incluyendo a Chile, que se retiró en 1976, y sin Venezuela, que se incorporó en 1973) decidieron reunir sus mercados para distribuir entre ellos las oportunidades de inversión. Prácticamente no dejaban ingresar a los capitales extranjeros.

En aquellos añoos, entre el 60 y el 70, surgieron otros proyectos de integración en la región: la Asociación Latinoamericana de Libre Comercio, el Mercado Común Centroamericano y la Asociación de Libre Comercio del Caribe.

La segunda etapa del Grupo, en la década del 80, pautada por repliegues e incertidumbres sobre objetivos y mecanismos, reflejó la generalizada desilusión que vivieron los proyectos integracionistas que buscaron un desarrollo rápido y armónico bajo las sombrillas proteccionistas.

Los 80 fueron también los años de la crisis de la deuda externa, que sacudió a casi todos los países en vías de desarrollo y que impactó duramente a la totalidad de los andinos.

La tercera etapa, en los 90, recoge del marco internacional el predominio de las concepciones liberales de desarrollo basadas en la lógica del mercado y la tendencia a la creación de proyectos de integración regional.

Casi todos los países del mundo participan actualmente en algún proyecto regional de integración, que van desde preferencias comerciales hasta zonas de libre comercio y uniones aduaneras.

El más importante, no sólo por su proximidad geográfica sino tambión porque su inspirador, Estados Unidos, se perfilaba hasta entonces como el adalid del desarrollo autónomo y aislado.

Washington suscribió un convenio de asociación con Canadá primero y luego con México, el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC), un proyecto que proclama su intención de incorporar a otros países y al que aspiran a ingresar Chile, Colombia y Venezuela.

En América del Sur, Chile, el espejo del modelo de desarrollo autonomista que pareció inspirar a Lima en su abandonada intención de abandonar al Grupo Andino, también se esfuerza en asociarse con el TLC y el Mercosur.

Perú anunció que los primeros días de la próxima semana publicará los decretos que le permitirán sumarse a los acuerdos de la Comunidad Andina. (FIN/IPS/al/dg/if-ip/97

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