La cita de los presidentes Carlos Menem, de Argentina, y Eduardo Frei, de Chile, que finalizó el viernes 8 en esta capital, hizo gala de un estusiasmo integracionista que contrastó con la cautela predominante en la cumbre paralela de los jefes militares de los dos países.
El general Martín Balza, jefe del Estado Mayor del Ejército argentino, y el ex dictador y comandante del Ejército chileno, general Augusto Pinochet, se reunieron casi dos horas este jueves en Santiago para dejar en la incertidumbre las maniobras militares conjuntas que promueven ambos gobiernos.
Mientras Menem y Frei respaldaron los ejercicios acordados el 17 de julio por sus ministros de Defensa como un eslabón más en la hermandad chileno-argentina, Balza eludió hablar del tema a la prensa y Pinochet simplemente lo ignoró en un comunicado oficial.
Buenos Aires y Santiago iniciaron en 1991 una activa y creciente integración que tiene como único déficit el aún no resuelto litigio de soberanía sobre Campos de Hielo Sur, como lo llaman los chilenos, o Hielos Continentales para los argentinos.
Menem, quien habló ante el Congreso pleno en Valparaíso, 120 kilómetros al oeste de Santiago, insistió imprevistamente en la necesidad de que los parlamentos de los dos países ratifiquen el tratado de partición del vasto territorio austral de glaciares.
El planteamiento del mandatario argentino sorprendió, pues existía un tácito acuerdo de las cancillerías de los dos países para mantener el tratado en receso por ahora, pese a que aguarda la ratificación legislativa desde hace seis años.
En los dos parlamentos existe "mal ambiente" para el tratado, por lo cual los cancilleres Guido di Tella, de Argentina, y José Miguel Insulza, de Chile, estimaron conveniente aguardar por lo menos hasta 1998.
En Argentina habrá elecciones legislativas en octubre y Chile se apresta a renovar el Congreso en diciembre, lo cual facilita un período de espera para revertir la disposición hacia el tratado con nuevos avances en el proceso integracionista.
En ese sentido, este último encuentro Frei-Menem pasará a la historia como uno de los más trascendentales, con el lanzamiento de la integración energética, al inaugurarse formalmente el primer gasoducto trasandino.
El gas natural de la provincia argentina de Neuquén está llegando a la contaminada Santiago y a otras ciudades de la zona central de Chile, a través del ducto de 463 kilómetros que Frei y Menem inauguraron este jueves en la ciudad fronteriza de Mendoza.
El paso siguiente será la integración minera, con un tratado para explotación conjunta de yacimientos en la cordillera de Los Andes, cuya firma inicialmente estaba prevista para este encuentro de los mandatarios, pero que debió postergarse.
Menem, quien llegó a Chile con el lastre de un acelerado deterioro de su gobierno y el fortalecimiento de la oposición, pareció buscar aquí elementos para fortalecer su imagen a la grupa de avances sustantivos en las relaciones de los dos países.
De ahí entonces el imprevisto reflotamiento del tratado de Campos de Hielo Sur en un contexto de decidido respaldo político a la nueva vía de integración chileno-argentina en el campo de la Defensa con ejercicios militares conjuntos.
Si bien no se plantea oficialmente una vinculación directa entre los dos temas, una evidencia de confianza militar contribuiría a mejorar el clima parlamentario para el tratado fronterizo, según admitió el canciller Insulza hace una semana.
Menem sugirió que las maniobras castrenses serían también otro paso de estrechamiento de vínculos de Chile con el Mercado Común del Sur (Mercosur), al recordar que Argentina ya ha realizado ejercicios con sus socios del bloque: Brasil, Paraguay y Uruguay.
El general Balza soportó un prolongado asedio periodístico en el cual desmintió que en Argentina hubiera reparos militares a las maniobras, pero también fue hábil para no comprometerse con su realización durante el primer semestre de 1998, como esperan los ministros de Defensa.
El diario El Mercurio de Santiago citó este viernes fuentes militares, que a propósito de los ejercicios conjuntos dijeron que trascienden a "una acción política de los gobiernos" y que "técnicamente sería muy difícil su materialización".
El primer reparo "técnico", según las fuentes, radica en que un ejercicio militar chileno-argentino, "implicaría la hipótesis de un enemigo común, situación que no sería conveniente de abordar".
En la terminología del Ejército chileno no se consideran las "hipótesis de cooperación", que en las propuestas de grupos político-académicos, como la Comisión Sudamericana de Paz, con sede en Santiago, deben sustituir a las antiguas "hipótesis de confrontación".
Los ejercicios militares en el Mercosur aparecen en el marco de esta nueva concepción, que al parecer no ha penetrado en Pinochet, el veterano general de 81 años que mantendrá la comandancia del Ejército por lo menos hasta marzo de 1998.
Lo cierto es que además de diferencias en las concepciones estratégicas, existen además entre Balza y Pinochet desacuerdos sobre el papel político de las Fuerzas Armadas y los derechos humanos.
En abril de 1995 el ex dictador chileno desautorizó la autocrítica pública que hizo Balza sobre los crímenes represivos de los militares argentinos en la década del 70, al afirmar que "él nunca estuvo bajo el fuego de las balas subversivas". (FIN/IPS/ggr/ag/ip/97