La voluntad de los gobiernos de Chile y Argentina por imponer a la integración militar el ritmo acelerado que adquirieron los negocios bilaterales genera resistencia entre ambos ejércitos, renuentes a realizar los primeros ejercicios conjuntos en 150 años.
La decisión de hacer las prácticas en el primer semestre de 1998 fue anunciada este mes por los ministros de Defensa de los dos países, pero poco después trascendieron versiones que indican que los militares, que hace menos de 10 años estuvieron al borde de la guerra, no están preparados aún para las maniobras de paz.
Lejos del acelerado mundo de los negocios, el Ejército argentino cree que no se pueden combinar acciones si antes no se amplían los contactos militares graduales como ocurrió con Brasil, ni se manifiesta voluntad de revelar doctrinas, sistemas de mando y estructura de organización del Ejército chileno.
En octubre último, los ejércitos de Argentina y Brasil realizaron maniobras conjuntas dejando atrás rivalidades que los mantenían distanciados desde 1870 por un amague de guerra.
La integración en el Mercosur impulsó las prácticas castrenses conjuntas y ya entonces no se descartaban maniobras futuras con Chile.
Pero el futuro llegó rápido y los resquemores todavía persisten, sobre todo porque el amague de guerra en este caso no ocurrió en 1870 sino en 1978.
Los militares argentinos remarcan que el general chileno retirado Alejandro Medina Lois, a quien se considera vocero oficioso de las Fuerzas Armadas de su país, advirtió hace pocos días que mientras subsistan asuntos como el conflicto limítrofe por los Hielos Continentales, la amenaza subsiste.
Hielos Continentales es el último punto de controversia limítrofe pendiente de solución entre los dos países, que comparten una frontera de más de 5.000 kilómetros.
En 1991, los dos gobiernos acordaron la demarcación de 24 puntos fronterizos, pero hubo dos puntos que no fueron ratificados por los parlamentos.
Uno, el de Laguna del Desierto, fue sometido a un arbitraje internacional que falló en 1994 en favor de Argentina. El otro es Hielos Continentales, un área de más de 2.200 kilómetros que fue repartida por los gobiernos.
Los Congresos de ambos países se niegan a ratificarlo porque consideran que la división es inequitativa.
Este conflicto limítrofe que se mantiene, sumado a la siempre polémica renovación de armamentos por parte de Chile que inquieta a los medios castrenses de Argentina, obstaculizan una fluidez de contactos que sí se observa en el capítulo de los negocios y las inversiones.
Desde 1991, empresas privadas de Chile invirtieron más de 6.000 millones de dólares en Argentina y tienen proyectado llegar a los 12.000 millones en los próximos años.
De hecho, después de Estados Unidos, Chile es el primer inversor externo en Argentina, aún en áreas estratégicas como la electricidad o el gas.
La confianza demostrada por los inversores chilenos limó asperezas existentes entre los dos países.
Argentina y Chile, gobernados por militares en 1978, estuvieron cerca de un conflicto armado por la soberanía sobre el canal del Beagle, en el extremo sur del continente.
La mediación papal del Papa impidió entonces la conflagración armada, y en 1984 se firmó un Tratado de Paz y Amistad, que fijó una demarcación para el área. Desde entonces, la política de ambos países fue de creciente acercamiento, un impulso que entusiasma a los empresarios y a los gobiernos.
El ministro de Defensa de Argentina, Jorge Domínguez, consideró que "en el proceso de integración que viven los dos países la contraparte militar debe avanzar al mismo ritmo que las demás áreas". El jefe de la fuerza, el general Martín Balza, coincide con esta idea, aunque su postura no es la de todos.
En cambio, del lado chileno, las contradicciones son manifiestas. El ministro de Defensa, Edmundo Pérez Yoma, consideró que las prácticas pueden ayudar a limar asperezas, pero hace dos meses había dicho en Madrid que Chile no descartaba a Argentina como "hipótesis de conflicto remota".
En Chile, el ejército sigue siendo comandado por el ex dictador Augusto Pinochet, quien debería abandonar el mando castrense en marzo de 1998. El presidente Eduardo frei designará al sucesor en los próximos meses y algunos observadores creen que el traspaso podría adelantarse.
Sin Pinochet, persistirá el conflicto de Hielos Continentales, un tema que el gobierno argentino intenta remover a fin de despejar de obstáculos al camino hacia una integración militar definitiva, que marcha al ritmo de los negocios. (FIN/IPS/mv/dg/ip/97)