La huelga de la Hermandad Internacional de Camioneros (IBT) contra la compañía United Parcel Service (UPS), la mayor empresa de encomiendas de Estados Unidos, está poniendo a prueba la fortaleza de los sindicatos del país.
Pero también pone a prueba a la economía estadounidense, pues numerosas empresas dependen de las cargas y paquetes que UPS transporta para continuar activas. El presidente Bill Clinton, que tiene la posibilidad de decretar la vuelta forzosa al trabajo de los huelguistas, rechaza por ahora esa posibilidad.
"La IBT es la principal organización de camioneros de Estados Unidos y nunca había hecho antes una huelga nacional", dijo Carl Biers, director de la Asociación de Sindicatos Demócratas, con sede en Nueva York.
Biers pronosticó que, si el conflicto concluye con un éxito para los trabajadores, podría impulsar la organización de los gremios y la sindicalización en todo el país.
La huelga comenzó en la medianoche del domingo, cuando la dirección de UPS y los representantes del sindicato no alcanzaron un acuerdo en torno a mejoras en torno a horarios completos, salarios y pensiones.
La IBT afirma que la medida es acatada por la amplia mayoría de los 185.000 trabajadores sindicalizados de UPS, así como los 100.000 empleados no afiliados y 2.000 integrantes de la Asociación Internacional de Pilotos a cargo de los embarques aéreos de las encomiendas de la compañía.
Funcionarios de la empresa informaron que apenas 3.000 trabajadores se presentaron a sus puestos en los primeros dos días de implementación. La empresa, que a diario transporta unos 12 millones de paquetes, está paralizada.
"No creo que UPS pueda resistir una huelga por mucho tiempo, pues la abrumadora mayoría de los trabajadores acataron la huelga. Están perdiendo miles de millones de dólares", estimó Biers.
Pero un alto funcionario de UPS que reclamó reserva sobre su identidad pronosticó que la huelga no durará mucho.
"El sindicato pidió mejores salarios y se los ofrecimos. Reclamaron más beneficios y les presentamos un plan de pensiones. No hay mucho por qué luchar", dijo el informante a IPS.
Para la IBT, el punto crucial es que 60 por ciento de la fuerza laboral de UPS está contratada a tiempo parcial. Unos 120.000 camioneros sindicalizados no cuentan con contratos de tiempo completo.
Aunque los empleados a tiempo parcial suelen trabajar tantas horas como el personal a tiempo completo, unos reciben un salario promedio de 10 dólares por hora mientras el de los otros es de 20 dólares y, además, cuentan con planes de pensión y de salud.
UPS argumenta que, en una economía moderna, requieren un plantel "flexible" de trabajadores a tiempo parcial, lo que les permitiría contratarlos luego de modo estable o desembarazarse de ellos en contingencias desfavorables.
Dave Murray, jefe de negociadores de la compañía, recordó que alrededor de 13.000 trabajadores a tiempo parcial fueron contratados a tiempo completo en los últimos cuatro años, pero agregó que no se prevé una continuidad de esa tendencia en el futuro.
El presidente de la IBT, Ron Carey, reclamó la creación de 10.000 puestos de trabajo a tiempo completo en los próximos cinco años, así como un aumento de 2,5 dólares por hora para todos los empleados.
UPS preveía una lucha breve, pues la última huelga, en 1994, duró apenas una hora por falta de respaldo de los trabajadores.
Pero esta compañía con 90 años de antigüedad no contó con la revitalización de la IBT, antes célebre por la corrupción de dirigentes como el desaparecido Jimmy Hoffa pero conducida desde 1991 por Carey, un reformista.
"Carey generó canales de participación en el sindicato", explicó Biers, quien recordó la tendencia de los anteriores dirigentes a negociar en secreto con las empresas.
Sin embargo, Carey es acusado de haber utilizado fondos ilegales en el financiamiento de su campaña electoral el año pasado, cuando derrotó a James Hoffa (hijo).
El sindicato está intervenido por una funcionaria del gobierno de Estados Unidos, Barbara Zack Quindel, quien deberá determinar si esas elecciones fueron legítimas. En caso contrario, habrá que reiterarlas, y Carey intentará presentar una victoria como argumento para su reelección.
UPS pretende que Clinton ponga fin al conflicto mediante un decreto de emergencia nacional, pero esa posibilidad es poco probable. El ala política de la IBT, el Comité de Acción Política de los Camioneros, aportó 2,5 millones de dólares a la campaña del Partido Demócrata el año pasado.
"UPS es una empresa muy importante, con muchos empleados, y espero que vuelvan a negociar. Pero en este momento no creo que sea apropiado que yo tome medidas", dijo Clinton el lunes.
Muchas compañías ya sienten el peso del conflicto, pues el servicio de encomiendas es imprescindible para la marcha fluida de la economía. (FIN/IPS/tra-en/fah/aa/mj/lb/97