Las iglesias cristianas de Ruanda pretenden desembarazarse del estigma que supone haber mirado a un costado cuando más de un millón de personas fueron asesinadas entre abril y julio de 1994.
Más de 90 por ciento de la población ruandesa profesa religiones cristianas. Alrededor de 63 por ciento son católicos, 19 por ciento, protestantes, y ocho por ciento, adventistas.
"De hecho, se podría decir que la mayoría de los perpetradores del genocidio de 1994 también eran cristianos", dijo Ven S'everin Ndayizeye, secretario general del Consejo de Provincias Anglicanas de Africa (CAPA), con sede en Nairobi, capital de Kenia.
Ndayizeye, cuya área de operaciones incluye a Ruanda, declaró a IPS que un grupo de clérigos ruandeses están decididos a mejorar la imagen de la iglesia con una serie de dolorosos "ejercicios" de reconciliación dentro de la comunidad cristiana.
"Todas las diócesis crearon departamentos de reconciliación. Realizan seminarios con invitados de Europa, América y otros países de Africa para conversar sobre la necesidad del perdón y la coexistencia pacífica", dijo el religioso.
Este movimiento se generó después de que el flamante obispo anglicano de Kigali, Emmanuel Mbona Kolini, se disculpó en nombre de su iglesia por sus omisiones en relación con la masacre.
"La iglesia debe mostrar arrepentimiento y perdón para desempeñar un papel destacado en la recuperación de Ruanda del progrom de 1994", dijo a su congregación en la capital de Ruanda cuando fue investido como obispo el día 3.
Kolini era un exiliado en la ciudad de Lumumbasi, en el antiguo Zaire (hoy República Democrática de Congo), cuando más de un millón de personas, en su mayoría pertenecientes a la minoritaria etnia tutsi e integrantes moderados de la mayoría hutu, fueron asesinados por milicias hutu radicales.
"De hecho, desde 1994 no hemos tenido un clérigo que denunciara el genocidio. Hoy, el obispo Kolini manifestó el arrepentimiento de la iglesia. La familia ruandesa debe unirse para olvidar y construir una nueva Ruanda en la próxima generación", sostuvo Ndayizeye.
Antes de la masacre, la iglesia de Ruanda estuvo aliada con el gobierno elegido del fallecido presidente Juvenal Habyarimana, el primero perteneciente a la mayoritaria etnia hutu, recordó el ruandés Simon Nziramakenta, de la organización religiosa Life Ministry, con sede en Nairobi.
Fue durante el genocidio que la imagen de los religiosos cayó hasta su sima, pues hicieron poco para detener la matanza.
"Tuvimos guerras duras en Ruanda, la primera en 1959, y nadie había osado antes capturar a quienes se ocultaban en una iglesia. Ahora necesitamos líderes con coraje paa enfrentar cualquier forma de abuso contra el pueblo de Ruanda", dijo Nziramakenga a IPS.
El obispo Kolini pasó 40 años de su vida fuera de su país de origen y es, por lo tanto, inmune a la discriminación política basada en la raza en Ruanda, según Nzimarakenga. El clérigo vivió en Uganda y en el antiguo Zaire, donde fue durante 17 años obispo de Lubumbashi.
Pero esto no significa que el éxito de la misión pacificadora del obispo vaya a ser tarea fácil, pues el origen étnico es, en Ruanda, cuestión de vida o muerte. "Hay extremistas en ambos bandos y también gente que busca la venganza", sostuvo el religioso ruandés.
Una monja católica ruandesa de origen hutu que reclamó reserva sobre su identidad por razones de seguridad dijo a IPS que unos 300 sacerdotes, seis obispos y más de 250 religiosas perdieron la vida en su país por "decir la verdad".
"La Iglesia Católica fue la que sufrió más en Ruanda. Seis curas, uno de ellos crucificado, y el arzobispo de Kigali, Vincent Nsengiyumwa, fueron asesinados por el tutsi Frente Patriótico Ruandés en 1994", dijo la monja, hoy exiliada en Kenia.
No hubo asesinatos en la congregación católica Cyangungu, a 500 kilómetros de Kigali, la capital, donde la informante residía. Allí se ocultaron unas 3.000 personas, tanto hutus como tutsis, entre ellos huérfanos.
"En ese período, no todos se convirtieron en animales. Claro, muchos sí lo hicieron", recordó.
Sin embargo, hubo informes sobre el involucramiento, o al menos complicidad, de clérigos cristianos en la masacre de 1994.
La religión siempre tuvo una incidencia fundamental en la historia de Ruanda. La Iglesia Católica colaboró con las autoridades de Alemania y Bélgica durante la colonización, según un informe del gobierno danés difundido en 1996.
Después de la independencia, hubo también una fuerte interrelación entre iglesia y estado, según el estudio. De hecho, a mediados de la década del 70, el arzobispo Nsenguiyumwa integraba el Comité Central del gobernante Movimiento Republicano por el Desarrollo y la Democracia (MRND).
El jerarca católico fue, además, confesor de la esposa del presidente Habyarimana y un estrecho allegado a los "akazu", una cofradía de nacionalistas hutu en el gobierno.
Hoy, sin embargo, la iglesia pretende desempeñar un papel diferente en este pequeño país de Africa central.
En la vecina Burundi, que tiene una composición étnica y problemas similares a los de Ruanda, los cristianos también lanzaron su proceso de reconciliación. En Bujumbura, la capital, tutsis y hutu se reúnen con frecuencia en congregaciones religiosas para considerar estos problemas. (FIN/IPS/tra- en/mn/kb/mj/hd cr/97