El arzobispo de San Salvador, Fernando Sáenz Lacalle, informó que el proceso de canonización de su antecesor Oscar Arnulfo Romero, pionero de la pacificación en El Salvador y asesinado por escuadrones de la muerte en 1980, "va por buen cauce" en el Vaticano.
Sáenz Lacalle reconoció que el "proceso diocesano", fase que consiste en la recolección y análisis de los escritos del postulado y que abre paso a la canonización, "ha sido declarado válido" por las autoridades católicas.
El Vaticano ya solicitó información que profundice aspectos formales y materiales del martirio, explicó el el actual arzobispo, de nacionalidad española y perteneciente al Opus Dei.
El proceso preparatorio comenzó en 1990 y fue trasladado a Roma en 1996. Por tratarse de una canonización "por martirio" y no "por milagros" las investigaciones efectuadas por las autoridades eclesiásticas son "mucho más informadas y estrictas", sostuvo el prelado.
Romero fue asesinado por un francotirador mientras celebraba misa el 24 de marzo de 1980.
El crimen estuvo a cargo de escuadrones de la muerte comandados por Roberto D'Abuisson, que luego fundaría el partido Alianza Republicana Nacionalista hoy en el gobierno, según una investigación patrocinada por la Organización de Naciones Unidas (ONU).
En la homilía pronunciada un día antes de morir en la capilla del hospital donde vivía, Romero había exhortado a los soldados a negarse a asesinar campesinos indefensos si sus superiores les impartían órdenes en ese sentido.
Unas 30 personas murieron ametralladas en la catedral de San Salvador durante el funeral del sacerdote.
Estas acciones convirtieron el conflicto interno en una sangrienta guerra civil que duró 12 años, en la cual murieron 75.000 personas, entre ellas 18 sacerdotes católicos, cinco monjas, cuatro de ellas originarias de Estados Unidos, y un seminarista.
Romero solía reclamar en sus homilías respeto a los derechos humanos y criticaba a la extrema derecha de su país. Fue un impulsor del trabajo pastoral juvenil en comunidades rurales y marginales de las ciudades salvadoreñas.
El sacerdote nació en 1917 en Ciudad Barrios, El Salvador. Cursó estudios de Teología en la Universidad Gregoriana de Roma y se ordenó sacerdote en 1942.
Un año después comenzó a desempeñarse como párroco en su país y, más tarde, como director del seminario interdiocesano de San Salvador. El Vaticano le designó obispo en 1967, obispo auxiliar de la capital salvadoreña en 1970 y arzobispo el 22 de febrero de 1977.
Por su intensa gestión en defensa de los derechos humanos y a favor de la solución negociada del conflicto armado el parlamento de Gran Bretaña lo propuso en 1978 como candidato al premio Nobel de la Paz.
Romero envió una carta al entonces presidente de Estados Unidos Ronald Reagan para reclamarle la suspensión de la ayuda militar a El Salvador. Esta y otras acciones le valieron el calificativo de "cura comunista" por otros sacerdotes, grupos derechistas y militares.
Unos 17.000 jóvenes congregados en San Salvador durante la última visita del papa Juan Pablo II a ese país en febrero de 1996 entregaron a las autoridades eclesiásticas un libro con más de un millón de firmas en reclamo de la canonización de Romero.
La solicitud califica al asesinado sacerdote de "mártir, profeta de la esperanza, jovial pastor y modelo de vida santa".
Muchos católicos que se reunieron con Juan Pablo II en esa oportunidad le expresaron su deseo de que haya "más obispos como él" y como su sucesor inmediato, el también fallecido Arturo Rivera y Damas, en contraste con el arzobispo Sáenz Lacalle.
El actual prelado se ha pronunciado en muy contadas ocasiones sobre cuestiones políticas y sociales.
En El Salvador, muchos se refieren al asesinado arzobispo como "San Romero", aun antes de su canonización, y la habitación donde se alojaba es mantenida sin cambios como cuando él vivía y en ella está a la vista la ropa que vestía en el momento de su asesinato, aún manchada de sangre.
D'Abuisson murió en 1992, antes de que la Comisión de la Verdad patrocinada por Naciones Unidas concluyera que fue él quien ordenó el asesinato de Romero.
La negociación impulsada primero por Romero y luego por Rivera y Damas con la participación de la ONU derivaron en la firma de los acuerdos de paz el 16 de enero de 1992. (FIN/IPS/mom/mj-dg /ip cr hd/97