El duro enfrentamiento producido esta semana entre agentes policiales condujo a que el presidente de Brasil Fernando Henrique Cardoso decidiera reestructurar ese cuerpo de seguridad, un reclamo de larga data de grupos de derechos humanos.
Cardoso convocó para el próximo martes una reunión con autoridades del sector para discutir sobre el tema de la reestructuración de la policía, dividida en militar y civil.
La alarma sonaba hace mucho tiempo, pero se hizo ineludible con el tiroteo entre unos 2.000 policías manifestantes y defensores del orden el martes en Fortaleza, capital del estado de Ceará, en el Nordeste brasileño.
El propio comandante de la Policía Militar (PM), coronel Mauro Alves Benevides, fue herido por un tiro en la espalda y por una piedra en la cabeza. Otro tiro alcanzó a un teniente coronel en la pierna y tres soldados más sufrieron heridas leves.
El gobernador de Ceará, Tasso Jereissati, adoptó una actitud distinta a la de sus colegas de otros estados que prefirieron conceder aumentos salariales a sus policías, ante las huelgas y marchas callejeras del "sindicalismo armado".
A su pedido, el Ejército movilizó a 1.500 soldados para mantener el orden en Ceará. Dos líderes del movimiento policial fueron detenidos este miércoles y Jereissati aseguró que castigará a los huelguistas y participantes en la "rebelión".
Los incidentes en Fortaleza culminan una ola de manifestaciones en la mitad de los 26 estados brasileños, iniciada el mes pasado. En otras dos capitales, Belo Horizonte y Maceió, hubo tiroteos, con un saldo de muerto y varios heridos.
Cardoso destacó la necesidad de restablecer la disciplina y "discutir con profundidad cómo deberá ser una policía más integrada", convocando para ello a los gobiernos estaduales, que tienen a su servicio la mayoría de los agentes.
Hace tres meses las PM se convirtieron en tema central de discusión nacional, tras la conmoción provocada por sus actos de violencia, incluyendo torturas y un asesinato, exhibidos crudamente por la televisión.
Desde entonces surgieron varias propuestas de reformas, algunas reclamadas hace muchos años por organizacones de defensa de los derechos humanos.
Paulo Sergio Pinheiro, del Núcleo de Estudios de la Violencia de la Universidad de Sao Paulo, intensificó su prédica contra la separación entre policía militar y civil, "que no dialogan", y contra la preservación del carácter militar de un cuerpo que cumple una "función civil" y cuyos crímenes casi nunca son castigados.
La socióloga Jaqueline Muniz, que estudia el fenómeno en Rio de Janeiro, señaló que el tema salarial es sólo una parte del problema.
La PM es una vieja institución nacida en el siglo pasado y que no se actualizó, manteniendo una cadena de 15 niveles jerárquicos.
Muniz discrepó con el general de Ejército Alberto Cardoso, jefe del Gabinete Militar de la presidencia, que criticó la indisciplina permitida por los comandantes de las PM.
La causa del problema es el "exceso de disciplina", según la socióloga, porque se exige de soldados y caporales una total obediencia, sin que haya canales de diálogo y provoca que el descontento degenere en hechos de violencia como los actuales.
Las propuestas apuntan a reestructurar especialmente a las PM, cuya militarización y distorsiones se agravaron durante el régimen dictatorial (1964-1984), que las convirtió en cuerpos auxiliares de las fuerzas armadas en la represión a opositores.
La reforma de las policías involucra al Ministerio de Justicia, especialmente su Secretaría de Derechos Humanos, A los ministerios militares y a los gobiernos estaduales.
La propuesta en discusión en el gobierno, según divulgó este miércoles el diario Folha de Sao Paulo, prevé mejoras salariales para los policías pero también la reducción de las diferencias entre las mayores y menores remuneraciones, un motivo de las protestas, siempre encabezadas por soldados y caporales.
Se buscará igualmente asegurar que los soldados puedan llegar a ser oficiales.
A su vez el entrenamiento comprenderá clases de derechos humanos y se crearán "auditores", una suerte de ombudsman, para recoger quejas contra violencias y arbitrariedades cometidas por la policía, unaa figura que ya existe en Sao Paulo. (FIN/IPS/mo/dg/ip-hd/97