CHINA: El crecimiento económico se pone lentes verdes

China adopta una nueva óptica "verde" mientras se enfrenta cara a cara con las consecuencias de un tipo de progreso económico que, tras dos décadas de acelerado crecimiento, ignoró el bienestar del medio ambiente.

El gigante asiático logró un avance económico sin rivales en el mundo, con un producto interno bruto (PIB) presentando un crecimiento anual de 10 por ciento o más durante casi 20 años.

Pero mientras muchos están satisfechos con las cifras reveladas por esta medida convencional del desarrollo, un creciente número de políticos en órganos de decisión ya no están conformes con un el mero crecimiento del PIB, y examinan la forma en que las cifras camuflan el daño ambiental.

Bajo las señales del crecimiento y la industrialización, incluyendo centrales energéticas y un creciente número de automóviles, el país se encuentra ante un medio ambiente seriamente dañado.

El aire asfixiante de Shengyang y el mal olor de las aguas del río Huaihe, el avance del desierto en Xinjiang y la reducción de las tierras arables alrededor de Shangai, -las señales de los problemas ecológicos no son difíciles de encontrar.

La rápida urbanización, la industrialización y las técnicas agrícolas intensivas, impulsadas por la demanda del consumo y la presión demográfica se combinan para advertir a autoridades del gobierno y ciudadanos que la única forma de sustentar el florecimiento económico es prestar atención al medio ambiente.

Entre los problemas mayores figuran las fábricas en villas y pueblos, las cuales expandieron la actividad económica mientras el país se embarcó en las reformas de libre mercado, pero en general utilizaron tecnologías "sucias".

El valor de la producción industrial de estas empresas, que incluyen fábricas de papel y curtiembres, representa hasta 42 por ciento del total del país.

A mediados de los años 80, estas operaciones de baja tecnología abosorbieron el exceso de fuerza de trabajo agrícola. Estos empleos ayudaron a aliviar las grandes ciudades chinas de grandes influjos de trabajadores migrantes.

Pero la mayoría de estas empresas tienen poco capital y los activos fijos mínimos.

A menudo, son dirigidas por gerentes que tienen escasas o nulas preocupaciones ambientales y se niegan a reinvertir las ganancias para destinarlas a la limpieza ambiental. Para ellos, las multas se convirtieron en meros costos operativos.

El conflicto entre la ganancia económica y los costos sociales y ambientales se repite en varias partes de China.

Sin embargo, estudios revelan que muchos chinos reconocen que las ganancias económicas deben estar equilibradas con la protección ambiental.

Los resultados de una encuesta realizada a comienzos de este año por la International Environment Monitoring Co. Ltd. entre 24,822 personas en 25 países incluyendo China son reveladores.

Alrededor de 47 por ciento de los chinos encuestados cree que la protección amiental debe ser priorizada ante el desarrollo económico, y 32 por ciento la consideran igualmente importante.

Los expertos afirman que la encuesta pone al descubierto la llegada de un nuevo orden ambiental mundial, en el cual las estadísticas ya no son el único punto de referencia.

"Ya no es apropiado juzgar a una empresa únicamente según la ganancia que logra", dijo Mu Guangfeng, vicedirector del departamento de leyes y regulación de la Agencia Nacional de Protección Ambiental (ANPA).

Mu, quien participó en la elaboración de gran parte de las leyes ambientales chinas, sostiene que la medida del PIB será redefinida en un "PIB verde".

Esta nueva medida incluye el costo de limpieza del medio ambiente deducido de las ganancias de las empresas, para determinar los costos reales.

En los últimos años, líderes chinos hicieron un llamado a un crecimiento más verde. "Bajo ningún concepto debemos contaminar y desperdiciar primero, y luego sanar el medio ambiente", dijo el presidente, Jiang Zemin.

Mientras, China adoptó leyes para supervisar el desarrollo, y los gobiernos regionales comenzaron a tomar medidas contra industrias y fábricas que perjudican el ambiente.

En 1996, la decisión del Consejo de Estado de limpiar el río Huaihe fue la primera medida de alto nivel tomada para encarar un problema ambiental regional.

Bajo este mandato, las pequeñas fábricas que fueron encontradas "contaminando el ambiente, dañando la salud de la gente, desperdiciando recursos y sin respetar los límites impuestos", fueron cerradas aunque muchos trabajadores quedaron sin empleo.

A fin de marzo, 62.561 molinos de papel, curtiembres y empresas similares figuraron entre los más acusados por contaminación de cursos de agua, y fueron clausurados.

Nuevas y más duras medidas se aproximan. A partir del 1 de octubre de este año, el daño al medio ambiente se convertirá en delito bajo disposiciones del código penal enmendado de China.

Algunos logros se obtuvieron en la limpieza de sistemas de ríos y lagos contaminados, tras una campaña lanzada el año pasado. Las aguas del río Huaihe y el lago Taihu, al oeste de Shangai, son otra vez potables, y la irrigación de la tierra de la cuenca con agua del río es ahora segura.

China fijó objetivos de reducción de la contaminación como la limitación de las contaminación en el 2000 al nivel de 1995, y la ejecución del Plan Proyecto Verde Trans-Siglo, centrado en la disminución de la contaminación del aire y el agua.

Esto significa que, "para mantener el momentum en el desarrollo económico desde ahora hasta el 2000, deberíamos mantener el índice de crecimiento de la contaminación en cero, para que algunos sitios dañados se limpien durante el período", dijo el director del NEPA Xie Zhenhua. (FIN/IPS/tra-en/cf/js/lp/en-ip/97

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