BRASIL: Depredadores se convierten en salvadores de tortugas

El proyecto Tamar, en Brasil, consiguió una inusual transformación en términos ambientales: los depredadores de tortugas marinas se convirtieron en sus propios salvadores, en una alianza entre el animal y el hombre hecha posible por la necesidad común de sobreviviencia.

En Praia do Forte, una aldea de pescadores ubicada en el nordestino estado de Bahia, esas tortugas, que en la edad adulta pueden alcanzar los 900 kilos, tienen hasta un monumento en su honor.

La explicación está en boca de cualquier habitante de la aldea que en el pasado, según el biólogo Gustave Filles, vivía de cazar tortugas marinas para vender su carne y caparazón, muy apreciados en el mercado gastronómico en el primer caso y en el de joyas en el otro.

"Antes del proyecto vivíamos de comer tortugas, pero ahora son ellas las que nos dan de vivir", explica Renato do Nascimento, un pescador hoy empleado junto a otros 400 aldeanos por el proyecto Tamar.

Nacido hace 16 años, cuando las tortugas estaban en vía de l extinción en Brasil, el proyecto apunta a revertir el tradicional concepto de reprimir a los depredadores por el de ayudarlos en su sustento.

"Era imposible negar que la mayoría de los escasos ingresos de los pescadores provenían de la venta de las tortugas o sus huevos, entonces se decidió cambiar el recurso de tortuga viva por el de tortuga muerta", recuerda la bióloga Claude Vieiras, asesora de la Fundación Tamar.

Para revertir ese concepto en la mentalidad de los pescadores, los creadores del Tamar, una iniciativa del Instituto Brasileño de Medio Ambiente (IBAMA), idearon otras alternativas de trabajo.

En el período de desove de las tortugas, los pescadores contratados patrullan diariamente las áreas de protección garantizando la seguridad de las hembras y de sus nidos y, eventualmente, trasladándolos a lugares más adecuados para la incubación.

En las áreas de alimentación de las tortugas -donde quedan atrapadas accidentalmente en las redes de pesca- los llamados "tortugueros" ayudan a liberarlas y a protegerlas hasta su crecimiento definitivo.

Pero el éxito del proyecto, que redujo a cero el nivel de destrucción de los nidos y que consiguió que ninguna tortuga más sea muerta en las áreas donde el proyecto actúa, generó fuentes de ingreso adicionales.

"Las tortugas son el estímulo más importante para Praia do Forte. Ahora tenemos aquí turistas del mundo entero visitándonos", aplaude el pescador.

Como una derivación del ecoturismo, el proyecto Tamar involucró a los pescadores y sus familias en la confección de productos artesanales, camisetas, remeras y juguetes, derivados de la marca Tamar, comercializados en las tiendas de sus localidades.

Otra iniciativa, "Adopte una tortuga", permite que por una módica suma cualquier turista pueda contribuir con un aporte al proyecto.

"Yo creo que el éxito de Tamar se debe principalmente al involucramiento de las comunidades en las áreas donde el proyecto trabaja", dice Vieiras. "Es un programa que además de preservar el medio ambiente busca preservar la cultura y las personas que viven en el lugar", agrega.

Hoy, además del proceso de reproducción de tortugas, Tamar impulsa acciones para eliminar otras causas de su extinción, como la de erradicar la iluminación artificial en las zonas costeras que encandilan a las tortugas recién nacidas y las llevan a la dirección contraria del mar, donde mueren atropelladas.

El proyecto, que de Praia Forte se extendió a mil kilómetros del litoral brasileño y que se desenvuelve en 22 bases ubicadas en nueve estados, también promueve la investigación sobre el comportamiento de esos animales, con aplicaciones en su conservación.

Hoy se sabe que el sexo de las tortugas no se define en el momento de fecundación sino a partir de la temperatura del momento de la incubación. Un huevo incubado en arena media o alta dará a luz una hembra. Otro a temperatura baja, un macho.

Por conocimientos como esos los biólogos ahora saben que lo ideal es que se mantenga en la playa la mayor cantidad de nidos naturales, otro objetivo que se logró en 70 por ciento.

"En la cabeza de nuestra gente cambió mucha cosa", dice Nascimento. "Ahora las tortugas son nuestras aliadas", agrega mientras da de comer un pescado a una de las especies que permanecen en piscinas artificiales hasta su crecimiento.

La iniciativa, que cuenta con el apoyo de organizaciones no gubernamentales y del sector privado, consiguió en 16 años la liberación en el mar de dos millones de tortugas. Aapenas una o dos de cada mil llegarán a la vida adulta.

Pero de las dos especies que antes las amenazaban de adultas, el tiburón y el hombre, al menos de una de ellas ahora las tortugas están a salvo. (FIN/IPS/ff/dg/en/97

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