Como en una elaborada trama de telenovela, Estados Unidos vive un complejo "affaire" a dos bandas con Chile y Argentina, del cual al parecer no saldrá en buen pie, como suele ocurrir en todo triángulo pasional.
La posibilidad de que Washington otorgue a Argentina la condición de Aliado Principal No Miembro de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte), provocó en Chile aprensión, recelo y críticas, con un trasfondo de despecho típico de un amor defraudado.
Hoy, existe en Chile ambiente hostil al ofrecimiento hecho el miércoles por la secretaria de Estado de Estados Unidos, Madeleine Albright, de ampliar a este país el estatuto de aliado estratégico "extra OTAN".
El presidente Bill Clinton sufre así el destino común de los galanes predispuestos al coqueteo, que mantienen romances simultáneos y de pronto ven deteriorarse por culpa propia una relación que están obligados a preservar.
El triángulo de Estados Unidos con Argentina y Chile arrastra numerosos factores de carácter económico, político y militar, cuyo tratamiento podría dar la pauta sobre las relaciones de Washington con América Latina en los próximos años.
Para políticos y expertos militares chilenos, el trato preferencial que Clinton está dando al gobierno de Carlos Menem en Argentina es un nuevo desaire que trasunta el hegemonismo con que Estados Unidos actúa hacia la región.
Las exportaciones chilenas de salmón y madera enfrentan problemas de ingreso en el mercado estadounidense, como consecuencia, según empresarios, de un rebrote proteccionista que podría afectar también la venta de vino y otros productos.
Felipe Lamarca, presidente del gremio de los industriales, propone que Chile descarte la compra a Estados Unidos de una vientena de cazabombarderos F-16 o F/A-18 y opte por otros proveedores mientras no se resuelvan los conflictos comerciales.
El anuncio de una alianza privilegiada Washington-Buenos Aires se produjo el día 8, cuando concluía en Santiago un fructífero encuentro de dos días de Menem con el presidente chileno Eduardo Frei que tuvo el tema militar como único capítulo sensible.
El senador Gabriel Valdés, del Partido Demócrata Cristiano, del presidente Frei, estimó que el trato preferencial a Argentina es una forma de presión para que Chile no compre aviones ni en Suecia ni en Francia y opte por los estadounidenses.
En el rechazo al "hegemonismo" de Washington se unieron empresarios y políticos de gobierno y oposición, que observan también con creciente escepticismo el buscado ingreso de Chile en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC), conformado por Canadá, Estados Unidos y México.
Lamarca encabeza a los empresarios más duros, partidarios incluso de suspender la segunda cumbre hemisférica, prevista para abril de 1998 en Santiago, donde Clinton anunciaría formalmente la creación del Area de Libre Comercio de América (ALCA).
Clinton está obligado a crear un buen ambiente para esa II Cumbre de América y ello pasa principalmente por afianzar sus relaciones con Chile, el país anfitrión, despejando factores de conflicto en todos los frentes.
La secretaria Albright, reunida el miércoles en Wasgington con el canciller chileno José Miguel Insulza, reiteró las seguridades de que Clinton renovará en breve el pedido al Congreso de la "vía rápida" para la negociación relativa al ingreso de Chile en el TLC.
Ese ofrecimiento, sumada a la extensión a todos los países del continente, y en primer lugar a Chile, de la posibilidad de postularse a la categoría de "aliado principal extra OTAN", fue visto en Santiago como un intento de reconciliación.
Insulza no se dejó seducir y propuso a Albright que Estados Unidos, en el marco de los preparativos de la cumbre del próximo año, involucre a todo el continente en próximas decisiones sobre temas relativos al comercio y suministro de armamentos.
Esto último implicaría una reconvención a Clinton, toda vez que en Chile se asegura que el levantamiento de la prohibición del suministro de armas sofisticadas a América Latina, anunciado por Washington este mes, tuvo el propósito de preparar el terreno para la alianza privilegiada con Argentina.
Argentina sería el primer país declarado aliado principal de Estados Unidos desde el fin de la guerra fría, y en Chile se teme que Washington entregue armamento de avanzada a ese país.
El ministro de Defensa de Chile, Edmundo Pérez, políticos de gobierno y oposición y analistas, señalaron la inconveniencia de obtener un estatuto similar al que tendría Argentina, ya que el país perdería autonomía y soberanía en materia militar.
Los chilenos buscan más bien que Clinton renuncie a su romance con Menem, como lo dejó entrever Pérez al señalar que "lo ideal es que el tratamiento de Estados Unidos para toda Sudamérica, en especial para lo que se ha llamado el ABC (Argentina, Brasil y Chile) fuera siempre exactamente igual".
En Argentina, el diario Clarín sostuvo que las Fuerzas Armadas chilenas no quieren una alianza privilegiada con Estados Unidos porque consideran que sería "una claudicación ante la hegemonía norteamericana".
Según Clarín, esa posición es impuesta por el ex dictador y comandante del ejército, general Augusto Pinochet, cuyo largo régimen (1973-90) sufrió el endurecimiento del embargo de armas de Estados Unidos por las violaciones de derechos humanos.
Pinochet, que promueve desde hace algunos años la autonomía militar latinoamericana frente a Estados Unidos, es renuente a la integración en materia de defensa con Argentina, propuesta con entusiasmo por Frei y Menem.
Las maniobras militares conjuntas para el primer semestre de 1998, acordadas por los ministros de Defensa el 17 de julio, quedaron reducidas a simples "ejercicios" tras la reunión del día 7 en Santiago de Pinochet con su colega argentino Martín Balza.
Argentina y Chile aún no han resuelto por completo sus contenciosos territoriales y en 1978, gobernados por regímenes militares, estuvieron al borde de la guerra a causa de un conflicto de límites superado finalmente en 1984. (FIN/IPS/ggr/ff/ip/97