ARGENTINA: Brecha ricos-pobres, mayor que durante efecto tequila

Argentina podría crecer este año ocho por ciento, un síntoma de franca recuperación tras la crisis sufrida hace dos años por la devaluación del peso mexicano.

Sin embargo, los beneficios de ese crecimiento están repartidos hoy en forma más inequitativa que durante el llamado "efecto tequila".

El informe del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos de Argentina en mayo señala que en el último año 10 por ciento de la población con mayores ingresos aumentó un punto su porción del ingreso total, en tanto el 30 por ciento más pobre mantuvo la misma porción en el reparto.

En términos absolutos, el 10 por ciento más rico obtuvo en mayo de este año 37,1 por ciento del ingreso y el 30 por ciento más pobre 8,2 por ciento. Los más ricos aumentaron tres puntos en el ingreso desde 1991, y los más pobres perdieron un punto desde entonces.

Si se observan registros anteriores, en 1980 los más ricos obtenían 26,7 por ciento del ingreso y los más pobres 12,4. Es decir, la tendencia es hacia una distribución cada vez más despareja y el crecimiento económico no ayuda a equiparar sino al contrario.

Este año, los pobres llegaron a un piso de ingresos que no tiene margen de seguir bajando, pero eso no detiene el avance en el otro extremo de la pirámide. Ahora, el enriquecimiento de los que más ganan crece a expensas de una clase media cada vez más anémica.

Los datos del reparto coinciden con los pronósticos más optimistas respecto del producto interno bruto (PIB). Para este año, gobierno y analistas privados proyectan un crecimiento de entre siete y ocho por ciento, un nivel similar al de 1994, previo a la crisis de México.

Miguel Angel Broda, un economista muy consultado por empresas locales y extranjeras, admitió que "el gran problema pendiente en Argentina no es el desempleo sino el empeoramiento de la distribución del ingreso".

"Desde 1991 hasta 1996, el crecimiento per capita de Argentina fue superior a cuatro por ciento anual, pero es probable que el 10 por ciento de más bajos ingresos esté cada vez peor", reconoció Broda.

La última Encuesta Económico-Social de las Naciones Unidas también señala que "el crecimiento en sí mismo no soluciona todos los problemas".

Según el informe, la brecha entre ricos y pobres "es inaceptablemente grande" en Argentina y México, los dos países que superaron la crisis financiera que los afectó en 1995 "pero que tiene que hacer aún más esfuerzos para reducir sus niveles de desempleo".

El economista Claudio Lozano dijo a IPS que hay una visión económica dominante a la que sólo le importa si el producto sube o baja, sin reparar en la estructura productiva que está cada vez más concentrada en un sector de actividad y en una región geográfica muy limitada.

Sólo tres provincias de las 24 que tiene el país -Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe- generan 83 por ciento de las exportaciones totales.

La franja privilegiada de los que crecen se conforma de una pequeña cúpula empresarial vinculada a las exportaciones, a los servicios públicos privatizados y a un pequeño sector de la industria, donde se concentran los que más ganan.

"Las primeras 200 empresas del país ganaron 4.600 millones de dólares en 1996, y sólo las 10 primeras 2.600 millones. Eso equivale a 700.000 dólares de ganancias netas por día, es decir que la cúpula empresaria captura un salario por minuto", ejemplificó Lozano.

La Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas informó este mes que en lo que va del año la industria creció 8,1 por ciento, pero a juicio de Lozano se trata de una industria de armado de productos cuyas partes más complejas son importadas, razón por la cual el crecimiento de este sector no genera empleo.

En el caso de las compañías privatizadas, la mayoría absorbe servicios de proveedores extranjeros, y las exportaciones -de productos primarios principalmente-, tampoco son generadoras de nuevos empleos.

Este panorama explica que la tasa de desocupación se mantenga en 16,4 por ciento de la población económicamente activa. Si bien ese índice era superior en 1996 (17,1 por ciento), la caída del desempleo también discriminó en beneficio de la franja de mejores ingresos.

Entre los más pobres, el índice de desocupados trepa a 33,4 por ciento -sin contar a los subocupados-, una medición que creció un punto respecto del año pasado, cuando el promedio nacional era aún mayor.

"El empleo, como el ingreso, también se está distribuyendo de manera regresiva", advirtió el economista.

En Argentina, el efecto tequila trajo un retroceso de 4,6 por ciento en el PIB durante 1995, pero en 1996 cuando la economía comenzó a recuperarse, la distribución del ingreso se hizo más regresiva.

"Hoy, los más pobres tienen ingresos que son 17 por ciento más bajos que en plena crisis del tequila", remarcó Lozano. (FIN/IPS/mv/ag/if/97

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