Los gobiernos de América Central intentan mitigar el impacto en la agricultura del fenómeno del Niño, cuya aparición ha distorsionado el régimen de lluvias de la región.
Si bien el istmo está en época de siembra y no de cosecha, ya en algunos países se calculan los perjuicios que seguirán a la reducción del rendimiento de los cultivos.
Por ejemplo, el Ministerio de Agricultura de El Salvador anuncia la pérdida entre 25 y 60 por ciento de la primera siembra de maiz, realizada entre mayo y junio.
La interrupción de las lluvias afectó 100.000 hectáreas de tierra cultivada de maiz, y El Salvador ha perdido 2,4 millones de quintales del grano, según el Ministerio de Agricultura.
Manuel Jiménez, del Consejo Agropecuario Regional Centroamericano, dijo que, entre otras medidas, los gobiernos procuran establecer topes de siembra.
También se intenta la reubicación estratégica de la siembra para semilla e identificar zonas con acceso a riego para los granos básicos.
Costa Rica y Panamá aumentaron entre 30 y 40 por ciento la densidad de los almácigos de algunos cultivos, como el tabaco, para compensar las eventuales pérdidas.
Así mismo, se recomienda a los ganaderos hacer fardos de forraje y racionalizar la carga animal. O sea, sacrificar las reses no productivas.
Los países de la región presentan una situación climática similar, con lluvias irregulares y escasas en el Pacífico y exceso de precipitaciones en el Atlántico.
Jiménez señaló que en julio sólo cayeron en la costa del Pacífico nueve milímetros de lluvias, frente a un promedio normal para la época de 147,5 milímetros.
En tanto, en el Atlántico fueron medidos en mayo 1.056 milímetros, en evidencia de la alteración del régimen de lluvias provocada por la corriente del Niño, ya que las precipitaciones en la zona debían sumar 336 milímetros en el mes considerado.
América Central perdió en 1994 unos 160 millones de dólares a causa del impacto del El Niño en la cosecha de granos básicos, destacó Jiménez. (FIN/IPS/mso/ff/dv/97