Algunas de las empresas madereras más agresivas del mundo podrían estar devastando en este momento la región amazónica o no tocando "ni un solo árbol", como asegura el embajador de Malasia en Brasil, Dato Zainal Zain.
El problema radica en que ninguna instancia fiscalizadora, ni pública ni privada, parece saber con certeza cual de esas dos situaciones es la real.
Como todo país emergente, junto a brillantes áreas de modernidad Brasil tiene enormes "agujeros negros". El Amazonas es uno de ellos.
Por ejemplo, los datos más recientes sobre las áreas amenazadas por la deforestación fueron recolectadas en 1994. Para entonces la región ya había perdido 15.000 kilómetros cuadrados de selva.
En los últimos años, la prensa viene denunciando el ataque de no menos de 20 empresas madereras extranjeras contra el principal ecosistema del planeta, "bajo las propias narices de las autoridades encargadas de velar por la conservación del mayor tesoro ecológico brasileño".
Esto ocurre pese a que el ministro de Medio Ambiente, Gustavo Krause, advirtió: "los estaremos vigilando de cerca, si vienen a Brasil pensando que es una república bananera, la van a pasar mal".
Entre las empresas "vigiladas" estarían las de peores antecedentes en el mundo en lo que a depredación forestal se refiere.
Pertenecen a países de Asia, en particular Malasia, Indonesia y China, de donde habrían partido dejando las selvas de Borneo, Tailandia, Camboya, Vietnam, Papúa-Nueva Guinea convertidas en verdaderos desiertos, según denunció la sección brasileña de la organización ambientalista internacional Greenpeace.
Después de arrasar las florestas vecinas, esas empresas madereras habrían saltado el Pacífico para arremeter contra Belice, Surinam y Guyana. Ahora amenazan repetir estragos en Brasil.
"Las empresas asiáticas controlan cerca del 80 por ciento del mercado mundial de maderas tropicales y actualmente no consiguen atender sus contratos con la poca madera que ellos disponen en sus territorios", dijo a IPS Eduardo Martins, presidente del Instituto Brasileño de Medio Ambiente y Recursos Renovables.
"Por eso necesitan buscar esa madera en otros países", añadió.
Las cifras de sus operaciones en el Amazonas son aterradoras. Ocho de esas madereras habrían comprado dos millones de hectáreas a sólo ocho dólares cada una en las áreas más distantes, el precio de tres cervezas en los bares de Manaos, según el diputado Gilney Viana, del opositor Partido de los Trabajadores.
"Se trata de una cuestión de seguridad nacional, de soberania, y desde el punto de vista internacional es una cuestión de defensa, de sobrevivencia del principal pulmón del planeta", agregó Viana, presidente de la Comisión de Medio Ambiente de la Cámara de Diputados.
En cuanto a la superficie total afectada, el diario The Wall Street Journal va más lejos aún y asegura que sólo en los últimos meses la cantidad de bosque amazónico que se los otorgó en concesión a empresas asiáticas casi se ha cuadruplicado, llegando a 12 millones de hectáreas.
Actualmente estarían procesando ilegalmente 30 millones de metros cúbicos de madera al año.
Se ignora cómo hicieron los asiáticos para desembarcar y transportar hasta el medio de la selva todo tipo de maquinaria sin llamar la atención del gobierno y el parlamento, que sólo reaccionaron después de una serie de denuncias periodísticas.
Las madereras asiáticas invirtieron 500 millones de dólares en la Amazonía durante el año pasado, según el diario O Globo.
En mayo de este año se conoción un informe de la Secretaría de Asuntos Estratégicos de la Presidencia de Brasil en el que se admite que el 80 por ciento de la madera extraída del Amazonas proviene de actividades ilegales y depredadoras.
La Cámara de Diputados decidió investigar el tema a través de una comisión especial, que sólo el día 24 dijo haber reunido "fuertes indicios de irregularidades en el proceso de establecimiento y operación de megamadereras internacionales en la región amazónica".
El gobierno de Malasia rechazó las acusaciones, aunque reconoció el interés de grandes aserraderos de su país, como Samling y Rimbunan Hijau, en obtener concesiones en el Amazonas.
Según el embajador Zainal Zain, la empresa WTK adquirió en efecto 300.000 hectáreas de tierra, "pero su explotación aún aguarda la aprobación del plan de manejo forestal presentado ante el Instituto Brasileño de Medio Ambiente y Recursos Renovables".
"Mientras tanto, WTK compró una planta de aglomerado que había cerrado por quiebra y la puso a producir. Y adquirió madera de proveedores con planes de manejo aprobados para abastecer esa industria", añadió.
El diplomático considera que la campaña contra las empresas de Malasia que actúan en Brasil "es estimulada por naciones desarrolladas de Occidente que consideran a la región amazónica como su feudo" y se sienten amenazadas por la tecnología y la eficiencia de las madereras de su país.
En este sentido, llamó la atención sobre la forma "superficial y positiva" con que son tratadas las madereras de los países industrializados, tanto por la prensa como por entidades como el Fondo Mundial de Vida Salvaje (WWF).
"Tres empresas trasnacionales europeas causaron graves daños en Africa, debido a sus prácticas no sostenibles y fueron consideradas por la Agencia de Investigación Ambiental responsables por la disminución de la vida salvaje y la extinción de numerosas especies forestales", recordó Zainal Zain, (FIN/IPS/jg/ag/en/97