AMBIENTE: Amenaza de British Petroleum atemoriza a activistas

La compañía British Petroleum decidió no querellar a la organización ambientalista mundial Greenpeace por obstaculizar la extracción de hidrocarburos, pero la amenaza generó temor entre activistas de Gran Bretaña y toda Europa.

"Este es otro ejemplo de una gran multinacional que usa su gran músculo legal para aplastar una oposición legítima", sostuvo Nick Harvey, del centrista Partido Liberal Demócrata de Gran Bretaña, quien acusó a British Petroleum (BP) de "reacción desmedida e injustificada".

BP amenazó esta semana con iniciar un juicio contra Greenpeace para obtener una compensación de 879.000 dólares por las pérdidas que generó la ocupación durante ocho días de una base petrolera en el campo de Foinaven, al oeste de las escocesas islas Shetland del Norte.

El campo Foinaven, aún poco desarrollado, ha sido denominado la "frontera atlántica" y cuenta con abundantes reservas de gas y petróleo.

"Las empresas están decididas a extraer del planeta hasta la última gota de petróleo hasta que incendiemos la atmósfera y provoquemos un catastrófico cambio climático", observó Niki Kortvelyessy, de la Federación Europea de Partidos Verdes.

Luego de conversaciones entre las partes, BP anunció que retiraba su demanda, la cual, de haber favorecido a la compañía, habría provocado la bancarrota de la filial británica de Greenpeace, según directivos de la organización.

La empresa informó que también solicitaría la remoción de una orden judicial que congeló la cuentas bancarias de Greenpeace y de tres de sus integrantes.

"A BP no le preocupa la reparación del daño, sino que se interfieran sus operaciones legales y que se comprometa su seguridad. BP nunca cuestionó el derecho de Greenpeace de hacer campañas sobre el cambio climático, pero objetamos el emplo de tácticas ilegales", sostuvo la compañía en un comunicado.

Chris Rose, vicegerente ejecutivo de Greenpeace, aseguró que las conversaciones no derivaron en interrupción alguna a las campañas sobre la "frontera atlántica" ni contra "la amenaza al clima que representan las nuevas exploraciones petroleras".

De todos modos, la organización acordó no efectuar ninguna acción ilegal en el campo Foinaven, pero se reservará esa opción en cualquier otra parte de la región.

El contraataque de BP generó temor en muchas organizaciones no gubernamentales ambientalistas, preocupadas por las consecuencias que les podría acarrear futuras campañas de acción directa.

"Respaldamos el derecho de protestar por medios pacíficos y expresamos nuestra preocupación por la amenaza", dijo Anna Standford, representante de la filial británica de la organización Amigos de la Tierra, que remitió una carta a BP.

Standford sostuvo que el necesario debate sobre el cambio climático se acallará como consecuencia de las acciones de BP. Al igual que Greenpeace, Amigos de la Tierra reclama una moratoria mundial de las exploraciones petrolíferas.

"La campaña de Greenpeace se basa en la ciencia. Hasta Naciones Unidas concluyó que se requiere un descenso de las emisiones de fósiles en combustión. Hay alternativas de energía renovable, como el viento. La tecnología y los recursos están aquí, pero no hay voluntad política para aplicarlos", agregó.

En cambio, Derek Marnoch, gerente ejecutivo de la Cámara de Comercio de la localidad escocesa de Aberdeen, la capital de la industria petrolera británica, afirmó que las fuentes de energía renovable aún no están prontas para usar.

Gran Bretaña "no puede quedar a la intemperie económica ni ser un ejemplo para el resto del mundo cuando en el planeta hay problemas ambientales mucho más serios", dijo el empresario.

La indemnización que reclamó BP es "insignificante" en comparación con las pérdidas que provocaría a la economía británica una eventual decisión por parte de las compañías petroleras de operar en otros países, advirtió Marnoch.

Amigos de la Tierra no apela a las tácticas de acción directa que caracterizan a Greenpeace, pero no las condena. Esta organización desarrolla ahora una campaña contra la compañía angloholandesa Shell, que pose 28 por ciento del campo de Foinaven.

"Rechazamos la estrategia de Shell, que consiste en bloquear las conversaciones sobre cambio climático. Promovemos el envío de cartas de protesta y manifestaciones en las gasolineras", explicó Standford.

La Cumbre de la Tierra celebrada en Rio de Janeiro en 1992 acordó que las emisiones del mundo industrializado disminuyeran al nivel de 1990 en el 2000. La Unión Europea reclama recortes aun mayores para que en el 2010 sean 15 por ciento menores a las de 1990.

A pesar de la amenaza, Greenpeace continuará con su campaña contra las exploraciones de BP. Ademas de ésta, en Gran Bretaña existen cientos de organizaciones, si bien más pequeñas, que apelan a la acción directa contra operaciones de empresas privadas.

Las acusaciones son por depredación de bosques, transporte de animales vivos en condiciones inhumanas, emisiones de gases invernadero, trabajo infantil en países en desarrollo, registro de patentes genéticas e invertir en países con gobiernos dictatoriales.

Las organizaciones no gubernamentales sostienen que acciones como la no concretada por BP afectarían más a las pequeñas que a las internacionales.

De todos modos, para ellas también es "preocupante", según Ivan Nutbrown, del Movimiento por el Desarrollo Mundial, muy activa en campañas contra las ventas de armas británicas a Indonesia.

"Esto sembrará cautela respecto de la acción directa, pero no frenará a los activistas. Habrá más campañas extraoficiales, más tácticas de guerrilla", agregó.

Al mismo tiempo, las organizaciones que cuentan con empleados y bienes "lo pensarán dos veces y hablarán con sus abogados" antes de lanzar una campaña, dijo Nutbrown. (FIN/IPS/tra- en/dds/rj/mj/en/97

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