La subregión del Mekong, un río de 4.500 kilómetros de largo que fluye desde China hasta Vietnam, podría convertirse en uno de los principales destinos turísticos del mundo en el próximo siglo, aseguran los expertos.
Al menos así lo cree el Banco de Desarrollo de Asia, que se propone aprovechar la prosperidad del comercio y la inversión transfronteriza, el transporte, las comunicaciones y el creciente interés turístico en la región, afectada durante largos años por la guerra y los conflictos ideológicos.
El río se origina en la provincia china de Quanghai, en el Tíbet, atraviesa el Yunán, sirve de frontera entre Birmania, Laos y Tailandia, recorre Camboya y desemboca en el mar de China meridional en un inmenso delta, en el sur de Vietnam.
Las atracciones del Mekong no deben ser construidas; ya están ahí. Varían entre famosos y antiquísimos monumentos arqueológicos en Camboya y Birmania hasta imponentes paisajes naturales en Vietnam, Laos y China.
Sin embargo, es necesario crear cierta infraestructura que facilite el movimiento turístico dentro de la región, y con ese fin el Banco apoyará financieramente a los seis países por cuyo territorio pasa el Mekong.
Funcionarios de gobierno de Tailandia, Birmania, Vietnam, Camboya, China y Laos se reunieron recientemente para darle forma al proyecto, que esperan pueda concretarse en los primeros años del próximo siglo.
Desde 1991, cuando los países de Indochina iniciaron sus reformas tendentes a la economía de mercado, la península experimentó un gran crecimiento del interés turístico y las inversiones.
Sólo entre 1991 y 1995, se invirtieron 3.000 millones de dólares en proyectos relacionados con el turismo. Dos tercios de esa cantidad procedió de países del este asiático.
Un legislador tailandés calificó al Mekong como una "mina de oro" para los inversores del futuro, pero advirtió que, si se manejan inadecuadamente, los planes de "desarrollo" podrían ser contraproducentes.
Por ejemplo, grupos ambientalistas ya manifestaron su preocupación sobre los megaproyectos en áreas ecológicamente sensibles y advirtieron que cualquier interferencia en el flujo del río podría ocasionar un desastre económico y ambiental.
La reconciliación de los intereses opuestos de los países de la cuenca del Mekong no es fácil.
Para China y Laos, el Mekong promete ser una gran fuente de energía hidroeléctrica, y para Tailandia, de turistas. Mientras, Camboya y Vietnam temen que la construcción de represas, especialmente por China, arruine sus propios planes de explotación del gran río.
Camboya también manifestó preocupación por posibles daños ecológicos a su lago Tonle Sap, mientras Vietnam teme que se sequen sus arrozales del delta del Mekong.
Hasta ahora, el principal ganador -y promotor de varios proyectos- es Tailandia, que proyecta sacar provecho de su reputación como la puerta de Indochina.
Después de la sureña provincia china de Yunán, Tailandia atrae el mayor número de visitantes en la región: en promedio más de siete millones por año, mientras Birmania, Laos, Camboya y Vietnam recibieron entre los cuatro sólo 2,1 millones en 1996.
"Creo que dentro de cinco o seis años esta zona será una gran atracción turística", vaticinó el subdirector de la Autoridad de Turismo de Tailandia, Pradech Phayakvichien.
Ya hay estudios en curso sobre el plan de rutas entre Phnom Penh y Ho Chi Minh, así como sobre el proyecto del corredor Tailandia-Laos-Vietnam este-oeste. El próximo año se celebrará un seminario sobre la red caminos de la región.
Pero el turismo es algo más que sitios para visitar, por lo que los países de la cuenca del Mekong tendrán que crear la infraestructura necesaria.
"Creo que el principal obstáculo es el del transporte, por lo tanto tendremos que invertir en esto", opinó Xu Fan, director de la Administración Nacional de Turismo de China. (FIN/IPS/tra- en/rc/ral/ml/if-en/97