Dos potencias de Africa, Nigeria y Sudáfrica, parecen recorrer el mismo camino pero en dirección contraria.
El régimen militar de Sani Abacha resiste en silencio el reclamo de opositores y activistas de derechos humanos a crear una Comisión de la Verdad que facilite la democratización, similar a la propiciada por el presidente par Nelson Mandela.
Estos pedidos no serán atendidos, además, mientras continúe en pie un pedido de disculpas formulado por Pretoria a Abuja referido a declaraciones del ministro de Información nigeriano, Walter Ofanogoro.
Mandela es "el conductor negro de un país blanco", manifestó Ofanogoro el día 14 en un foro de la Liga Nigeriana de Editores. Estos dichos enfurecieron al Congreso Nacional Africano, partido al que pertenece el mandatario, y motivaron una protesta de la embajada de Sudáfrica en Nigeria.
El ministro negó luego haber efectuado estas declaraciones, lo que, a su vez, generó malestar entre los periodistas que asistieron al foro y las reprodujeron.
La Comisión de la Verdad y la Reconciliación instalada tras la instauración en Sudáfrica de la democracia y el fin del apartheid (régimen de segregación racial institucionalizada) en 1994 efectuó numerosas audiencias sobre los crímenes cometidos por el anterior régimen.
La iniciativa de imitar el ejemplo en apariencia exitoso de Sudáfrica fue formulada a mediados de julio por quien fuera ministro de Información del ex presidente nigeriano Ibrahim Babangida, Sam Oyovbaire.
Oyovbaire, profesor universitario de ciencia política, dijo que esta comisión tendría una naturaleza "judicial" y podría obligar a las personas a confesar o brindar testimonio sobre el papel que les tocó cumplir en la anulación del resultado de las elecciones celebradas el 12 de junio de 1993.
En una conferencia titulada "Democracia como modelo de desarrollo económico e integración nacional", el ex funcionario afirmó que esa medida arbitraria e injustificable evitó el cumplimiento del mandato popular.
Las elecciones son la manifestación de la voluntad política del pueblo nigeriano, sostuvo. "Creo que más temprano que tarde, la nación requerirá una respuesta purgante al dilema del 12 de junio", agregó Oyovbaire.
Una "Comisión de la Verdad" conducida de forma adecuada, abierta y transparente contribuiría "con la causa de la democracia, la integración nacional y el desarrollo económico por el bien de la construcción de una identidad y de un gobierno constitucional".
La iniciativa no obtuvo una respuesta oficial, que, de todos modos, sería desfavorable.
Pero fuera de los círculos gobiernantes en Nigeria, la propuesta fue recogida. Numerosos medios de comunicación nigerianos la respaldaron en sus editoriales y comentarios, así como ciudadanos en cartas públicas.
"El establecimiento de una comisión así sería digno de elogio, pero la capacidad del régimen militar para acoger la idea es dudosa porque ese cuerpo debería ser libre de interferencias gubernamentales, lo que ahora no se puede garantizar", dijo el columnista Chukwuemeka Mbagwu.
"Si esta comisión se constituye, no solo debería considerar lo sucedido tras las elecciones sino otros hechos sociopolíticos que afectaron a la nación desde el fin de la guerra civil", agregó Mbagwu, en referencia a la guerra de secesión en Biafra, al este de Nigeria (1967-1970).
El influyente diario The Guardian sostuvo el día 29 en su editorial que comparte con Oyovbaire "la convicción de que la nación requiere verdad, justicia y reconciliación".
"Toda nación necesita, en los momentos críticos, detenerse a reflexionar y a reinventarse a sí misma. Estamos en uno de esos momentos críticos. Una comisión de la verdad, la justicia y la reconciliación ayudará a la nación a enfrentar sus problemas y a avanzar", agregó The Guardian.
La propuesta de Oyobvaire quebró la inactividad política de otro ministro de Babangida, Olikoye Ransome-Kuti, quien llamó a la ciudadanía a "recapturar el pasado"
"¿Por qué nos presentamos ante el mundo como un rey desnudo? ¿Por qué peleamos contra todos?", se preguntó Ransome-Kuti en un acto convocado para reclamar la liberación de su hermano Beko, en prisión por supuesta complicidad con un intento de golpe de estado en 1995.
"Es triste advertir la arrogancia de nuestros actuales líderes. Cargamos la corrupción como una medalla de honor y no nos avergonzamos por eso. Nos hemos hecho mucho daño a nosotros mismos", dijo. (FIN/IPS/tra-en/ro/kb/mj/ip/97