El gobierno de Argentina y los economistas confían que Brasil, principal socio de este país en el Mercosur, evitará caer en una fuerte devaluación por razones políticas: en 1998 habrá comicios presidenciales y Fernando Henrique Cardoso aspira a la reelección.
La mayoría de los expertos coincide en adjudicar la tendencia a la baja de las bolsas latinoamericanas a una toma de ganancias de los inversores extranjeros de cartera, en un mercado que les venía dando puras satisfacciones en lo que va del año.
El factor político en Brasil es el reaseguro al que se aferraron funcionarios y observadores argentinos ante la caída generalizada de los mercados latinoamericanos tras una ola devaluatoria en varios países del sudeste asiático, que generó inquietud por un virtual "efecto dominó" en Brasil.
Brasil es el primer cliente de Argentina. Al mercado brasileño se dirigen cada año 6.000 millones de dólares en exportaciones de este país. Algunos observadores consideran que existe una "Brasil- dependencia" que es necesario romper para evitar que una crisis del gigante sudamericano arrastre a todo el Mercosur.
Sin embargo, este miércoles tanto el gobierno como los economistas no transmitían inquietud alguna sobre la eventualidad de una crisis inminente en Brasil.
Por el contrario, la síntesis en la que coinciden todos es que "no habrá devaluación", y que "si la hubiera, no afectaría a Argentina".
El economista argentino Guillermo Calvo, que predijo la crisis mexicana de 1994, aseguró que los inversores de Wall Street creen que "Brasil no va a llegar a una devaluación, porque el capital caliente ya salió y el que queda es de largo plazo y está dispuesto a quedarse, no a salir ante el primer ruido".
Por su parte el economista José Luis Machinea también le restó probabilidad a la devaluación por las complicaciones que traería al presidente Cardoso, candidato a la reelección.
"Una fuerte devaluación aceleraría la inflación y eso no es bueno para un presidente que está en campaña", argumentó.
El rotativo "Ambito Financiero" de Buenos Aires interpretó que la confianza argentina radica en una lógica básicamente política.
"Cardoso justificará cualquier esfuerzo para mantener la política cambiaria y evitar un salto inflacionario", estimó el periódico en la portada de este miércoles.
En este sentido, el presidente Cardoso salió al cruce de los rumores que se apoderaron de los mercados y por tercera jornada consecutiva negó este miércoles que su gobierno esté pensando en devaluar el real.
Si bien se trata de la primera economía de la región por la magnitud de su mercado y su producto, Brasil es hoy un flanco considerado vulnerable debido a la magnitud de su déficit de cuenta corriente que llegó a más de 15.000 millones de dólares en el primer semestre (4,19 por ciento del producto interno bruto).
No obstante, los economistas de Argentina coinciden con el gobierno de Brasil en que la magnitud de las reservas (57.600 millones de dólares) permiten aventar los temores de una devaluación brusca o inminente.
El ministro de Economía de Argentina, Roque Fernández, dijo desde Estados Unidos que su colega brasileño Pedro Malán le aseguró la semana pasada que Brasil no devaluará la moneda.
De todos modos, Fernández añadió que aún cuando se precipitara un desequilibrio monetario de ese tipo, las simulaciones hechas por economistas del ministerio señalaron que la tasa de crecimiento en Argentina, que se estima rondará el seis por ciento este año, apenas bajaría uno por ciento.
Cuando se produjo la devaluación mexicana a fines de 1994, el llamado "efecto tequila" asestó un duro golpe a Argentina, que junto con México fue el país de la región que más retrocedió en 1995 (el producto retrocedió cinco por ciento).
Sin embargo, en 1996 la economía, más saneada y con un sistema bancario y financiero más sólido, comenzó a recuperarse y hoy la mayoría de los analistas señalan que Argentina salió airoso de la prueba que le significó la crisis.
En este sentido, el secretario de Industria, Alieto Guadagni, consideró que la situación que vive hoy Brasil no es comparable a la de México en 1994. La economía azteca tenía un déficit de cuenta corriente que duplicaba el de Brasil, en términos proporcionales: ocho por ciento del producto.
Hace tres semanas, el economista Arturo Porzecanski, economista jefe para las Américas de ING Barings, advirtió en Buenos Aires que Brasil no puede crecer más de tres por ciento anual sin riesgo de tener que devaluar su moneda.
"Ese límite va a tener que ser roto por una devaluación del real, que recién prevemos para principios de 1999, y que será mucho más que una depreciación gradual como las que se producen ahora", vaticinó.
Según Porzecanski, la razón del aplazamiento de una devaluación es política. Las elecciones de 1998 son hoy una barrera a una medida de ajuste que puede provocar corridas, subas de precios y sacudidas bancarias, justo cuando Brasil se está abriendo a fuertes inversiones directas del extranjero. (FIN/IPS/mv/jc/if/97