El levantamiento de la prohibición mundial que pesaba sobre el comercio de marfil africano podría desatar un auge de la caza de elefantes en Asia, en especial en India, a pesar de que allí continúa vedada, según expertos.
Las partes de la Convención sobre Comercio Internacional de Especies de Flora y Fauna en Peligro (CITES) retiraron el mes pasado en Harare al elefante africano de la lista de animales en riesgo de extinción, lo que abre paso a un comercio restringido y controlado del marfil de ese origen.
"Esta decisión puede constituir una señal equivocada a los comerciantes clandestinos. Cazadores y traficantes podrían considerarla el primer paso hacia la legalización de todo el tráfico de marfil", dijo Ashok Kumar, director de la Sociedad de Protección de la Vida Silvestre de India (WPSI).
El comercio de marfil y sus productos derivados fue prohibido en todo el mundo en 1989 y tanto los elefantes africanos como los asiáticos fueron ubicados en la lista de especies en peligro.
Las partes de la CITES resolvieron permitir a Botswana, Namibia y Zimbabwe la exportación de marfil a Japón, al constatarse que la ahora abundante población de elefantes en esos países amenazaba a las comunidades humanas y a otras especies animales y vegetales.
Si bien los elefantes asiáticos aún están protegidos por la CITES, expertos y funcionarios indios pronostican un auge de la caza furtiva.
Los traficantes intentarán exportar marfil indio mediante la triangulación ilegal con países africanos o acumular la mercancía a la espera de un levantamiento total de la prohibición, explican.
"El marfil asiático es mucho mejor que el africano. Los japoneses lo prefieren pues es más fácil de tallar. Es muy difícil diferenciar las dos variedades. Nada impedirá que el marfil asiático sea vendido como africano a Japón", sostuvo Kumar.
A pesar de la prohibición sobre el comercio, la caza furtiva en India aumentó de modo considerable en los últimos dos años. Un informe difundido por la WPSI y el Centro Asiático de Conservación de Elefantes (AECC) registra 76 casos conocidos.
Entre enero y abril de este año, por lo menos 20 elefantes fueron cazados de forma ilegal en un solo lugar, cerca del santuario de Mudumalai en Tamil Nadu, según el informe.
A falta de cifras confiables, Kumar estimó que existen unos 25.000 elefantes en India. Las manadas deambulan por el sur y el noreste de India, el estado septentrional de Uttar Pradesh y los pies del Himalaya.
Pero la caza furtiva podría diezmar las manadas, pues apunta a los machos, los únicos especímenes con colmillos. "Lo ideal es que haya un macho cada seis hembras. Una variación en esta proporción disminuye de forma drástica la población", dijo el experto.
El informe menciona el caso de la reservad de tigres Periyar, en Kerala, sur de India, donde la relación macho-hembra era de uno a seis o uno a siete en los años 70. Ahora, se redujo a entre uno a 15 y uno a 25.
Esto se atribuye a la selectividad "flagrante" de los cazadores clandestinos, que apuntan en exclusiva contra los machos adultos, según el informe. "En los años 80, la proporción entre sexos fue de uno a 122", según el informe.
La caza furtiva de elefantes y el tráfico clandestino de marfil aumentó después de una gran merma que duró un par de años desde la prohibición en 1989, según WPSI y AECC.
Una cantidad significativa del producto de la caza se embarca a Dubai, en Emiratos Arabes Unidos, hacia donde se constataron tres grandes envíos, revelaron las organizaciones basándose en información de operadores portuarios encubiertos.
En 1986 y 1987, "se detectaron 15 embarques de marfil de Burundi a Dubai", agrega el informe.
Vinod Rishi, director del gubernamental Proyecto Elefante fundado en 1991, sostuvo que "no sería difícil transportar marfil de India a Dubai, de allí a Botswana, Namibia o Zimbabwe para exportarlo a Japón como si procediera de Africa".
Rishi pronosticó que surgirá un problema aun más delicado a causa de los reclamos miles de familias indias cuyo sustento se basaba en el tallado de marfil y se vieron obligadas a cerrar sus negocios luego de la prohibición total sobre la venta de sus productos dispuesta por Nueva Delhi en 1986.
La tradición de los talladores de marfil es muy antigua en India. Floreció en la vieja ciudad de Delhi, en Murshidabad, localidad del estado de Bengala Oriental, y Mysore, en el estado de Karnataka, hasta los años 60, cuando comenzaron las regulaciones gubernamentales.
"Todos estos traficantes de marfil podrían hacer jugar la carta de la artesanía y la tradición. La decisión de las partes de la CITES abrió una caja de Pandora", sostuvo Rishi. (FIN/IPS/tra- en/ad/an/mj/en/97