Numerosas manifestaciones de protesta contra políticas "neoliberales" del gobierno se realizaron el viernes en la mayoría de las capitales estaduales de Brasil, encabezadas por el Movimiento de los Sin Tierra (MST).
Sindicalistas, desempleados, "sin techo" que luchan por vivienda, trabajadores urbanos e incluso policías en huelga se unieron a los campesinos que, en algunos estados, marcharon por las carreteras desde el inicio de la semana para celebrar el Día del Trabajador Rural.
"Ojo, Brasil" fue la consigna de un acto en el que por lo menos 20.000 personas ocuparon en el centro financiero de Sao Paulo, la Avenida Paulista, a partir de la tarde hasta la noche, para reclamar reforma agraria, empleo, vivienda, justicia y el fin del "neoliberalismo" en la economía.
Los bancarios se sumaron a la protesta, al igual que conductores de autobuses, que paralizaron el transporte por una hora, agravando el congestionamiento usual en la mayor ciudad brasileña.
Manifestaciones similares se repitieron durante este viernes desde Porto Alegre, capital del extremo sur del país, hasta Fortaleza, en el Nordeste, con miles de campesinos y pobladores urbanos.
La Central Unica de Trabajadores (CUT), principal organización sindical brasileña, apoyó la movilización del MST, con la participación de sus líderes, como Vicente Paulo da Silva (presidente de la organización), bases obreras, bancarias y de funcionarios públicos.
La agitación social en el país fue amplificada por el bloqueo de algunas carreteras, especialmente en el interior del estado de Sao Paulo, por camioneros que reclaman mejores condiciones de trabajo.
También en Corumbá, ciudad en la frontera con Bolivia, militantes sindicales corearon críticas al gobierno, cuando el presidente Fernando Henrique Cardoso celebró, junto con su par Gonzalo Sánchez de Lozada, el inicio de la construcción del gasoducto que abastecerá a Brasil con gas natural boliviano.
Cardoso condenó el "desorden" promovido a su juicio por manifestantes "sin objetivo, que sólo quieren estan en contra". Los que perturban el orden "perjudican a la democracia y a los propios objetivos políticos que tengan", sostuvo.
Las numerosas manifestaciones, convocadas por el MST para reclamar rapidez y ampliación de la reforma agraria, se convirtieron en protestas opositoras más amplias, en un momento de intensificación y diversificación de las demandas sociales en todo el país.
Supusieron, además, el punto culminante una semana en la que huelgas y actos callejeros de policías militares y civiles, en lucha por mejores salarios, obligaron a la intervención del Ejército en cinco capitales estaduales.
Acuerdos que determinaron aumentos salariales y la formulación de promesas lograron neutralizar al movimiento policial en algunos estados, pero la tensión permanece por lo menos en Pernambuco, en el nordeste, donde la presencia del Ejército en las calles no ha impedido una ola de asaltos y asesinatos.
Las demandas no pueden ser atendidas plenamente porque los gobiernos estaduales enfrentan una grave crisis financiera. Las concesiones ya realizadas estimulan a otros funcionarios públicos, incluso de las Fuerzas Armadas, a reclamar aumentos salariales, agravando los problemas fiscales. (FIN/IPS/mo/dg/ip-ln-if/97