El gobierno de Brasil concluyó hoy la privatización de la Red Ferroviaria Federal, de trenes de carga, con la subasta del Tramo Noreste por 14,6 millones de dólares, 37,85 por ciento más que el precio mínimo fijado.
El adicional ofrecido por un consorcio minero-siderúrgico, que triunfó sobre dos grupos competidores, sorprendió al mercado porque se trataba del tramo considerado menos atractivo entre los seis que componían la Red Ferroviaria Federal. Se esperaba un máximo de 25 por ciento de sobreprecio.
La Compañía Vale do Rio Doce, gigante minera privatizada en mayo pasado, y la Compañía Siderúrgica Nacional, también privatizada, compusieron el consorcio ganador con el Bradesco, el mayor banco privado del país.
El ferrocarril, con 4.679 kilómetros de vía en ocho de los nueve estados del noreste, era considerado invendible por sus elevadas pérdidas, antes de la reestructuración que sufrió para ser transferida al sector privado, contando con un crédito de 60 millones de dólares del Banco Mundial.
La aceleración del proceso de industrialización del noreste, que está atrayendo muchas empresas del sur por los bajos salarios de la región, también contribuyó a despertar el interés de las empresas que necesitan transportar sus productos pesados, como los mineros y metalúrgicos.
El ministro de Planificación, Antonio Kandir, destacó la desestatización de los ferrocarriles como un factor de reducción del "costo Brasil" y que contribuye a la mayor competitividad del país.
Ahora es el turno de los puertos, cuya ineficiencia y alto costo de operación hacen el país perder 5.000 millones de dólares en exportaciones anuales, según estima la Asociación de exportadores brasileños.
La privatización de los ferrocarriles de largo alcance iniciada el año pasado, representó para el gobierno un ingreso de 1.490 millones de dólares, además de desentenderse de las pérdidas, que en los peores años, hasta 1994, superaron los 1.000 millones de dólares.
Pero representó también la pérdida de unos 70.000 empleos. La Red Ferroviaria Federal llegó a tener 90.000 empleados en los años 80, reduciéndolos a la mitad al iniciarse su preparación para la transferencia al sector privado en 1993.
La reducción del personal siguió aceleradamente y se estima que toda la red ferrocarrilera será operada por las empresas privadas con menos de 20.000 empleados.
Los consorcios vencedores adquirieron la concesión para explotación del servicio durante 30 años, asumiendo el compromiso de hacer inversiones para mejorarlo. En el Tramo Noreste se estimó la necesidad de cien millones de dólares en los próximos cinco años.
La Red se dividió en seis tramos para la venta. El más atractivo fue el del Sudeste, que sirve al área más industrializada del país, que incluye Sao Paulo y Río de Janeiro, y vendido en 870 millones de dólares.
El Centro-Este, subastado en 316 millones de dólares, y el del Sur, enr 208 millones, son otros tramos importantes del país, por operar en áreas industriales, mineras y de gran producción agrícola.
Brasil vive actualmente un intenso proceso de privatización de su infraestructura de transportes, telecomunicaciones y energía. En forma paralela a los ferrocarriles, el gobierno está entregando a empresas privadas la explotación y mantenimiento de carreteras.
La operación de los puertos será totalmente privatizada antes de junio de 1998, anunció el ministro de Transportes, Eliseu Padilha, quien subrayó que esa fecha tope es "cuestión de honor".
En telecomunicaciones, el gobierno empezó a realizar subastas para concesiones de telefonía celular. En tres áreas ya se definieron los consorcios que explotarán el servicio y que ofrecieron un total de 3.000 millones de dólares para adquirir ese derecho.
En el área energética ya fueron privatizadas empresas de distribución locales, que pertenecían a gobiernos estaduales y que atrajeron capitales extranjeros, especialmente de Francia y Chile.
Las grandes empresas del gobierno central serán vendidas en los próximos años, en un negocio que podría alcanzar 50.000 millones de dólares. (FIN/IPS/mo/ag/if/97